Capítulo 25: Contrariedad

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— César, hijo no avisaste que vendrías, ni tu Charly.

— ¿Cómo conoces a mi abuelo?

—Justamente de eso íbamos a hablar pero...

—¿Pero qué? ¿Desde cuando lo conoces?—cuestioné— Habla bien César.

— Pero la enfermera salió y nos interrumpió— empezó a balbucear. Odio que me mientan. Detesto

—Tuviste meses César, meses para hablar y muchas oportunidades.

—Hija no te enojes con él, ven y siéntate, César es buena persona o ¿te ha hecho algo malo?

—Mentirme con algo tan importante hizo, eso hizo.

—Charly pero no sabía como empezar, al principio no sabía que era tu abuelo hasta que...

—Hasta que nos vimos en el Hospital hace unas semanas— interrumpí incrédula— Claro

—Lo siento Charlotte, en serio no sabía como hacerlo.— las sonoras carcajadas de mi abuelo hizo callarnos de manera abrupta y volteamos hacia él.

—Muchacho, ¿en serio te vas a dejar intimidar por esta niña de 17 años?— dijo con un tono burlesco mientras le daba suave palmadas en la espalda.

Miré con recelo ya que hablaban con una total confianza y eso quiere decir que tienen una relación forjada.

—¿Cómo sigues de la anemia?— preguntó mi abuelo sacándome de mis pensamientos—¿Tuviste un buen enfermero?— preguntó con gracia viéndome.

—¿Le contaste?— le pregunté dirigiéndome a César.

—Claro que me contó, hasta de tu raro comportamiento en la Escuela, mi niña se supone que hablamos y ¿por qué no me dices nada de eso?

—Abuelo, lo hice para no preocuparte— dije mientras sostuve su mano con las dos mías— no sabía que había un Judas— respondí con amago conectando miradas con César.

—Oye, en serio Charlotte nunca lo hice con malas intenciones.

—Eres un sapo.

—Charlotte no le hables así, él me ha ayudado a cuidarte.

—¿Qué quieres decir? Sé cuidarme sola— bufé tratando de ignorar la presencia de César que me miraba diciendo "lo siento" con los labios.

—Yo pedí que se acercara a ti y te cuide porque como ya sabes desde aquí soy un inútil. — dijo mi abuelo desanimado señalando la mano del suero— soy tu abuelo y estoy postrado aquí sin cuidarte que es lo que tengo que hacer.

—Abuelo no digas eso,  soy la más feliz contigo ya sea aquí o en la casa, para mí es suficiente sentarme contigo hablando de todo y nada. Contigo me siento en casa y protegida.

—Ven aquí— me acerqué a abrazarlo y me sentí tan llena, lo amo tanto, es la única persona en el mundo que amo y me ama.—Perdón por no decirte nada mi dulce niña— volteó hacia César y luego a mí— Este muchachón de aquí fue mi estudiante en la Escuela militar.

—Sí sabía que eras militar pero no sabía que estuviste en una Escuela para ineptos que quieren hacer militares.

—Charlotte, respeto por favor.

—No se preocupe, es una forma de desahogarse— dijo César todo lame botas como que si así voy a olvidar lo mentiroso que es.

—Césarito era un muchacho perdido que por razones del destino fue a parar dónde mí y pues— con nostalgia vio a César— estoy muy feliz de que haberle enseñado a un joven como tú lo hermoso que es la vida.

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