Capítulo 24: Avena y risas

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—Y aquí están las llaves

—Muchas gracias por todo—agradecí al mecánico que se encargó de entregarme a Oli y Bruno estaba a mi lado.

—¿Cuánto es el total de las reparaciones?—pregunté viendo mi billetera y lo poco que tenía, con la esperanza de que me de la oportunidad de pagarlo en cuotas.

—Los gastos han sido solventados señorita—dijo el mecánico obeso, ¿es en serio?

—¿Dispulpe?

—La persona quien pagó me dijo que lo mantenga en anonimato para evitar alguna molestia—respondió viéndome con una sonrisa con gracia para darse la vuelta—así que no se preocupe, su auto quedó como nuevo.

—Bueno, muchas gracias por su trabajo—Lo voy a tomar porque bueno, ni modo.

Me fui caminando hacia Oliver aparcado esperando por mí, entré y escuchar su motor después de semana fue música para mis oídos.

—Ay Oliver, como te extrañé, han pasado un sin fin de cosas

—En serio que te tiene mal la esquizofrenia—Había olvidado completamente la presencia de Bruno—Escuché que te pagaron la factura del taller, adivino ¿fue el sugar?—lo vi y sólo le respondí con silencio—Claro que fue el sugar, no sé por qué pregunto.

Luego de dejar al insoportable de Bruno a su casa fui al hospital a ver al abuelo y en el camino aproveché a hacer una llamada

—Gracias por lo del taller

—Oh wow, me esperé de todo menos una muestra de gratitud en una llamada- respondió con una voz juguetona- de nada niña

—Voy en camino donde mi abuelo

—¿Que bueno y cómo está él?

—¿A ti qué te importa?—pregunté tajante

—¿Dije algo malo? Lo siento—respondió agregando un silencio hasta que decidí romperlo pero él siguió hablando—Tengo conmigo de tus galletas de avena favoritas no sé si quieres pasar por ellas antes de ir al Hospital.

—Claro estaré ahí- respondí inmediatamente sin pensarlo y sin darme cuenta la sonrisa tan espontanea que me provocó ese simple comentario estúpido.

—Perfecto Charly, estoy en la cafetería cerca del Hospital así que no será necesario que te bajes ya estaré en el estacionamiento.

—Está bien, te veo en uno minutos—colgué y seguí conduciendo.

En unos cinco minutos ya estaba entrando al estacionamiento y ahí estaba saludándome con la mano con esa sonrisa innecesariamente perfecta. Paré el carro justo al lado de él.

—Hola—saludé bajando la ventana y viendo la bolsa de su mano izquierda mientras con la derecha la usaba para hablar por teléfono, a los segundos colgó.

—¡Al diavolo la mia fortuna!—dijo entre dientes enfadado colgando con brusquedad el celular y metiendo este a su bolsillo para luego verme y masajear su entrecejo suspirando ¿cansado? o ¿fatigado?

—Español por favor y qué diablos te pasa

—Le presté mi carro al estúpido de mi hermano y lo estrelló porque por sorpresa de nadie estaba ebrio.

Lo vi volteándose para hacer unas llamadas y en serio que buena espalda tiene pero como digo al verlo estresado y desesperado me pareció gracioso así que bueno no siempre soy buena persona y él anda de suerte.

—Si quieres te doy un aventón pero tienes que esperar que primero vea a mi abuelo y sino puedes pues no import...

—¡Claro! sí Charly muchas gracias y no me molesta acompañarte, considero que será muy ameno tu compañía.

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