¿Culpa? ¿Arrepentimiento? claro que no, él empezó. ¿Lástima? tal vez, por su cara bonita ya que como ya se sabe mis puños no son como una nube precisamente. ¿Le habrá quedado marca? y qué me importa si le quedó un hematoma si él se lo buscó, me provocó ¿sería correcto irme? además ¿desde cuándo me importa lo correcto?
-¡Ahg!- me quejé frustrada viendo la puerta dispuesta a irme.
-¿Enserio se enojó conmigo? ¿Sólo por eso? chico fresa-dije para mi misma camiando por el pasillo buscando mi celular- ¿y mi celular?
Busqué en los bolsillos y no lo encontré, busqué en la habitación y no lo encontré. Mierda y más mierda, no puede ser que lo perdí.
Necesito el teléfono, necesito saber que pasó con mi abuelo, no quiero precipitarme a pensamientos que pueden ser nulos. Quizá sólo tuvo un mal rato.
-Maldita sea necesito un teléfono-espeté apartando unos mechones rebeldes de mi rostro, piensa donde lo dejaste. Piensa, piensa.
Ya, me doy.
Ya busqué en toda la habitación, a no ser que lo olvidé en el Hospital, rayos. Estoy jodida, además no encuentro tampoco mis cigarros. Como lo dije antes estoy muy pero muy jodida.
Hace poco lo usé para hablar con César pero. Resoplé resignada sin saber que hacer.
Tengo un idea pero es poco probable porque la idea involucra a la persona que le acabo de dar un derechazo impecable en su bello rostro.
-Sólo pídele su celular prestado y ya, luego te vas. Fácil, easy como las nalgas de Isaperraloca.
Mientras caminaba por el pasillo sentí un repentino olor a lasagna ¿Es mi imaginación? O ¿Estoy muerta? Huele tan delicioso, pero no quita que es inusual.
Llegué a la cocina y allí estaba César con su chandal, llevando puesta una camiseta blanca y un delantal probando lo que había en la cuchara emitiendo un sonido de satisfacción. Se dio la vuelta cuándo sintió mi presencia y él sólo... ¿Sonrío?
Está loco.
-¿Ya te vas?- preguntó quitándose el delantal.
-Eh, bueno- ahora estoy en blanco. ¿Qué le iba a decir?
Malditas lagunas mentales ¡Se me olvidó!.
-B-bueno yo iba a...
-¿Te sientes mal? ¿te duele algo?- preguntó interrumpiéndome, no lo entiendo sinceramente esto es demasiado impredecible, no sé porque es tan difícil de leerlo.
Esto no me gusta para nada.-Necesito un celular, no encuentro el mío. Lo he estado buscando por toda la habitación así que creo que quizá no sé tal vez lo dejé en el Hospital aunque no creo porque...
-¿Es este tu celular?- preguntó con un tono burlón enseñando mi celular en su mano.
-Eres un maldito, ¿sabes el susto que me llevé por tu culpa?- pregunté indignada arrebatando mi celular de su mano para irme. Pero me rugía la tripa horrible, ahora que estoy más cerca de la cocina siento el aroma tan delicioso al queso derretido sobre la lasagna.
Quiero, quiero. Sólo un poco, sólo para calmar un poco el hambre... sólo un bocado.
- ¿Qué no ya te ibas?- preguntó acusador, alejando el plato de mi.
- Sí, ya me voy- ¿qué pretende?
- ¿Qué esperas? ahí está la puerta- dijo mientras se daba la espalda para probar o el sabor de la salsa- Delicioso.
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Oneroso
RomansaTodo lo malo, lo malísimo lo puedes reunir en un pequeño cuerpo de 152 lb. Charlotte Fooster, esa chica de dieciséis años. No le teme a nada, su personalidad intrépida la hace extremadamente beligerante, lo que hace que los problemas sean como lluv...