Arreglos

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Pete POV

No tenía muchas cosas en el apartamento, pero el lugar entero estaba amueblado para dar la apariencia de que sí, aun cuando cada cajón y gabinete estaba vacío. Lo poco que entró en mi maleta apenas ocupaba una tercera parte del closet. Sentía que si hablaba más alto de normal escucharía ecos por todas las habitaciones.

Desde que era un niño odiaba pasar las noches solo, la oscuridad y el silencio eran malos cuando tu mente no dejaba de divagar hasta llevarte a recuerdos que preferías olvidar, antes de ir a vivir con mis abuelos, solía poner la televisión en silencio, las imágenes coloridas me ayudaban a distraerme y nadie en la casa se daba cuenta que seguía despierto.

Luego de mudarme dormí un par de noches con mi abuela, hasta que fui demasiado grande para hacerlo y tuve que volver a mi cuarto, para ese entonces los hijos del señor Korn ya me habían hecho parte de su grupo y mi habitación fue movida al lado de la de Khun para que pudiéramos hacer pijamadas.

Fue el primero en darse cuenta de mis noches de insomnio y no le molestaba hacerme compañía, de todas maneras, le gustaba hablar hasta quedarse dormido, era un ganar, ganar, en sus propias palabras. El único problema era que una vez que se perdía en el sueño, era imposible despertarlo, ni siquiera las peores tormentas lograban sacarlo de la cama.

Nunca supe cómo explicar el miedo irracional que tenía a la lluvia de medianoche, en especial cuando era capaz de jugar bajo el agua en cuanto salía el sol. Por suerte, ninguno de ellos hacía preguntas cuando aparecía en uno de sus cuartos por la mañana, incluso dejaban la puerta abierta para mí, quizás por eso se volvieron sobreprotectores de cada paso que daba.

Esta sería la primera vez en años que dormiría verdaderamente solo, no había más cuartos a los cuales escabullirse, nadie que hablara hasta callar mis propios pensamientos, ni un chico de cabello negro lanzando su almohada al otro lado de la cama diciendo que era mejor si él se quedaba en mi cuarto antes de quedarse dormido a que lo despertara cuando me metiera bajo sus cobijas más tarde.

Ahora solo estábamos yo y el maldito tragaluz.

Vegas se negó a dejarme dormir en su casa, su cama era para una persona y no me conocía lo suficiente para permitir que eso pasara, sus amigos se rieron todo el camino preguntando quién de ellos podría quedarse en su casa primero de acuerdo a cuanto tiempo llevaban de conocerlo. Porsche dijo que la oferta de su sofá seguía sobre la mesa, pero tuve que declinar, necesitaba probarme a mí mismo que podía pasar la noche ahí.

Me puse una pijama, lave mi rostro y cubrí mis ojos con un antifaz, confiando en que, si no veía el cielo sobre mí, sería más fácil de ignorar que estaba ahí. No funciono. En la mañana desperté por culpa del antifaz que se deslizó durante la noche y el sol golpeó mi rostro al amanecer, necesitaba mejorar mi horario porque en unos días más estaría de regreso en la escuela y me costaría levantarme de la cama a una hora decente a este paso. Tenía las ojeras marcadas y los ojos hinchados por la falta de sueño.

La cocina estaba vacía todavía, así que después de darme un rápido baño, decidí buscar un lugar para desayunar y buscar una tienda para hacer el super, no conocía muy bien las calles, tuve que usar el teléfono para encontrar ambos sitios y ya que quería aprenderme los caminos, fui andando. Era diferente a Bangkok, menos abarrotado y ruidoso, agradable.

Mi primera parada fue en una cafetería, conseguí una bebida dulce y un pan para llevar, quería algo más pesado, pero era temprano y todo lo que se me antojaba seguía cerrado. En cuanto dejara todas mis compras en casa, llamaría a Porsche para ir a comer juntos, si tenía suerte quizás llevara al resto de sus amigos, o solo Vegas.

Llené el carrito con las cosas que sabía preparar a la par que terminaba mi bebida, en todos estos años nunca había vivido solo, sería interesante crearme una nueva rutina con la comida y los quehaceres de la casa. Una vez terminé con la comida pase a la sección de blancos, necesitaba algo para tapar la cosa en el techo. Elegí un par de cortinas oscuras, no sabía como las pondría arriba, pero bien podría pedirle una escalera prestada a los amigos de Porsche o llamar a mantenimiento en el edifico, con que lo que debía costar la renta dudaba que no hubiera una persona encargada de esas cosas.

BabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora