Cita improvisada

1.1K 157 153
                                    

Pete POV

El sol se postró sobre el maldito tragaluz para impedirme seguir durmiendo, era la primera noche en semanas que podía dormir en una cama y lo último que necesitaba era que el clima me sacara de ésta en plena madrugada. Prefería pasarme toda la mañana aferrándome a Vegas, era sábado, teníamos todo el día para nosotros y era un milagro que se hubiera quedado, como para arruinarlo con el maldito sol molestándome tan temprano.

Fruncí el ceño negándome a abrir los ojos y me giré buscando las sábanas para cubrirme el rostro, pero al estirar el brazo sobre la cama no encontré a nadie al otro lado y me levanté de mala gana para confirmar que estaba solo. El enojo de que se hubiera ido en mitad de la noche me duro apenas unos segundos antes de que una sombra se moviera frente a la cama y la vergüenza me invadiera al ver lo que sostenía en sus manos.

― ¿Por qué tienes pornografía al lado de la cama? ―preguntó, con el peor de todos los manhwas que podía haber recogido del piso, entre sus manos.

―No es pornografía. ―exclamé negando sintiendo mi rostro arder y traté de llegar hasta él para quitárselo, pero las malditas sábanas tenían mis piernas enredadas.

―Son dibujos de hombres desnudos teniendo relaciones en cada pagina ¿qué otra cosa podría ser?

Podía haber encontrado la historia censurada, en la que ni dejaban ver un beso de los protagonistas, pero no, había levantado el que marcaban con un montón de sellos de advertencia sobre la edad que debías tener para leerlo.

―Es solo un tomo, es como un capítulo de tus libros, los demás tomos no son así. ―me defendí sacando mis piernas de entre las cobijas y arrebatándole mi cuestionable literatura de las manos. Tenía que empezar a guardar esa clase de cosas si iba a invitarlo a dormir.

―Ninguno de mis libros tiene esa clase de capítulos. ―musitó levantando una ceja. ―Creí que solo querías dormir acompañado, no que eras un pervertido.

― ¡No soy un pervertido! ―tome el resto de mis cosas del piso y las metí en el cajón de ropa interior tan rápido que incluso Vegas parecía luchar por no reírse de mí. ―Vamos a olvidar que viste eso.

―Jamás voy a olvidar que consumes pornografía antes de dormir.

― ¡Vegas! ―grazné mirándole angustiado y sus labios formaron una sonrisa casi traviesa, quizás había roto a mi novio finalmente. ―No puedes contarle a nadie de esto, es un secreto.

―Es más probable que se lo cuentes tú por error a que lo haga yo. ―advirtió sentándose en la orilla de la cama, me acerqué a él colocándome entre sus piernas y tomando su rostro con ambas manos para obligarlo a mirarme, y aun cuando pase la mitad de la noche abrazándolo por la espalda, sus ojos se clavaron en mí con el resto del cuerpo petrificado por la repentina cercanía.

Estaba jugando con fuego, quería extender mi pase para tocarlo tanto como fuera y sabía que podía explotarme en la cara en cualquier momento.

―Promete que guardaras mi secreto. ―demandé entornando los ojos con toda la severidad que podía expresar.

―Te veías más enojado cuando te pedí que dejaras en paz al gato. ―farfulló sin moverse al menos un poco, incliné la cabeza impaciente.

―Si no lo prometes te seguiré a todos lados colgándome de tu cuello y abrazándote a donde sea que vayas, hasta que vivas con el miedo de adivinar de dónde saldré y cuándo. ―murmuré esforzándome por verme amenazante y lentamente elevó una ceja entre atónico e incrédulo por mis palabras.

―Ya me sigues a todas partes.

―Oh mi amor, no conoces ni la mitad de empalagoso que puedo llegar a ser. ―continué llevando una rodilla a la cama para elevarme sobre su regazo quedando a horcajadas y ladeando la cara como si fuera a besarlo, solo entonces su manos me sostuvieron por la cintura impidiendo que siguiera moviéndome. ―Promételo.

BabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora