Huidas

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Vegas POV

La vida siguió su curso, regresamos a nuestras propias rutinas y una brecha se abrió entre nosotros, nos consideraba líneas paralelas que podían verse en la lejanía, íbamos a los mismos lugares, salíamos con las mismas personas, incluso tomábamos el mismo camino a casa y, sin embargo, nunca llegábamos a cruzarnos.

Fue extraño, dejar una rutina siempre lo era, debía abandonar las nuevas costumbres para retomar las que eran solo mías, aún me toma un segundo seguir caminando al bajar la calle hasta nuestra esquina de encuentro, por mera inercia me detenía y miraba el lugar donde esperaba por mí, las primeras veces incluso estiraba el brazo antes de levantar la mirada como el reflejo de mis manos esperando encontrar las suyas.

Aunque, hablando las manías llegaban desde mucho antes de salir de casa, me di cuenta que revisaba el reloj antes en mi teléfono justo antes de poner un pie fuera, para hacerme una idea de a que hora llegaría a la escuela, solía hacerlo desde hacía tiempo, pero ahora era distinto, porque si iba unos minutos tarde imaginaba a Pete murmurando que si durmiéramos juntos él me habría sacado de la cama a la hora correcta. Y si iba temprano lo visualizaba cargando una bolsa de panecillos para desayunar juntos antes de ir a clases. Incluso me preguntaba si la banca frente a mi edificio estaría libre o si tendríamos que movernos más lejos.

Luego al llegar a la esquina él no estaba ahí y mi mano caía sola a mi costado, agitaba la cabeza tratando de sacarme todos esos pensamientos y me obligaba a seguir caminando, fingiendo que nada de eso había pasado, repitiéndome que en unos días más la rutina sería distinta.

En la escuela dejamos de pasar el almuerzo todos juntos, Pol nos explicó que Pete y Arm estaban ocupados con las maquetas para el final de semestre y no querían desperdiciar tiempo viniendo hasta nosotros, cuando podían comprar la misma comida en su cafetería, no dije nada, asentí en silencio y continue comiendo escuchando vagamente sus conversaciones, pero aun tenía que controlar mis movimientos cada que escuchaba una risa parecida a la suya en la fila para comprar.

Los entrenamientos volvieron a ser silenciosos, llegué a sentirme aliviado cuando me lancé al agua y me desconecte de todo lo que pasaba alrededor, ninguno de mis compañeros tenía comentarios sobre el chico en las gradas que venía a verme y cuando tenía oportunidad de llegar más temprano no había nadie sentado en la orilla queriendo hablar conmigo. Mi lugar seguro regreso.

Todo lo demás volvería a sentirse así antes de que me diera cuenta, solo esperaba que fuera pronto porque cada que miraba a mi costado buscando verlo ahí, me tachaba a mí mismo de loco y temía que las personas se dieran cuenta si continuaba.

No estaba seguro si era así como funcionaban las rupturas amistosas, nunca tuve una igual, a veces me preguntaba si él estaba evitándome o si era solo yo confundido por su repentina ausencia, los cambios no eran mi fuerte.

El viernes, dos semanas después, tuvimos un fin de semana largo, la mayoría de los estudiantes regresaban a casa para reunirse con sus familias, incluso Macao iría a quedarse con papá, yo prefería pasarlo en mi apartamento. El sábado se cumplían dos años de la muerte de mi madre y no era fanático de sentarme a remorar todo lo que extrañaba de ella, porque no eran solo cosas al azar, lo extrañaba todo y no podía lidiar con el peso de las emociones en casa, el año anterior había tenido que salir de ahí sin dar explicación. Este año planee mi propia manera de recordarla y mi familia parecía entender, les pedí que no trataran de comunicarse, ellos aceptaron, pero igual enviaron un mensaje por la mañana preguntando mi estado, les aseguré que estaba bien antes de apagar mi teléfono por el resto del día.

Después del desayuno me arreglé para ir al templo, no me consideraba muy religioso, pero ir ahí me daba cierta paz y quería hacer algo por ella, incluso si solo iba a rendir méritos por mi cuenta. Estaba listo para salir cuando abrí la puerta y choque con una persona parada justo enfrente, fruncí el ceño y di un paso atrás.

BabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora