Viejas historias

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Pete POV

No sabía que me mantenía aferrado a Vegas, él no iba a darme lo que quería sin importa cuanto lo pidiera, nunca dormiría en su casa, jamás aceptaría más que tomar mi mano y habíamos tenido la peor primera cita que era capaz de imaginar, éramos como el agua y el aceite, podías ponerlos en un mismo recipiente y mezclarlos bien, igual terminarían por separarse.

Y, sin embargo, seguía aquí, porque algo en el fondo me decía que no era una mala persona, que, en medio de su mar de negativas, encontraría el sí, descifraría el enigma detrás de sus ceños fruncidos y él vería que no era tan malo tenerme a su lado, con todos mis defectos, igual podía ser una buena compañía.

Lo miraba trabajar cada tarde en silencio, iba a cada práctica del equipo, en su primera competencia del semestre fui a apoyarlo con un cartel idéntico a los que el resto del público llevaba para los otros participantes, escuchaba atento cuando lograba hacerlo hablar, buscaba el atardecer perfecto cada que el sol bajaba, incluso comencé a leer uno de sus libros sin saltarme al final, quería agradarle, mostrarle que no era un niño ruidoso que arruinaba sus días.

Esperaba que viera que lo estaba intentando y quizás eso lo hiciera tratar también, porque creía que si ambos trabajábamos encontraríamos el punto medio y entonces podríamos funcionar.

Había días buenos y días malos, a veces me dejaba acercarme y otros parecía correr lejos de mí. Nunca sabía que me esperaba cuando nos encontrábamos en aquella esquina, pero en esos breves momentos en que me daba una pisca de lo que podíamos llegar a tener, quería seguir intentando.

Deseaba que tuviera la suficiente confianza en mí para que dejara de alejarse, pero Vegas era como el bendito gato fuera de su casa que salía huyendo cuando creía que lo tenía en las manos.

― ¿Estás seguro que no pueden llevarnos a la cárcel por robar un gato? ―Pol era el único que estaba libre esa tarde, Vegas y Porsche tenían una junta privada con su equipo para la siguiente competencia, Big trabajaba y Arm se reuniría con uno de los profesores después de clases.

Así que lo convencí de que me ayudara a atrapar al gato, Vegas sabía que había estado alimentándolo y que estaba decidido a llevarlo conmigo, se negó a ayudarme a hacerlo, pero dejo de quejarse al respecto, solo le importaba que no lo llevara a su casa y que la comida estuviera en el callejón y no en su ventana.

― ¿Por qué nos llevarían a la cárcel?

―Vegas dijo que podía tener un dueño, podrían acusarnos de secuestrar el gato de otras personas. ―negué colocando la cajita para transportarlo en los escalones para entrar al edificio de Vegas.

―Solo quiero llevarlo al veterinario, lo he seguido y creo que vive en un templo. ―expliqué mirando al felino sentado encima de los botes de basura de siempre, meneando su cola en alto.

―Si vive ahí, seguro está bien, deberíamos dejarlo tranquilo.

―Está muy delgado, le doy de comer todos los días, incluso vengo los fines de semana cuando no veo a Vegas para asegurarme de que tenga comida, pero sigue siendo delgado y pequeño. Podría estar enfermo. ―murmuré caminando alrededor sin acercarme, dejando a Pol frente al animal y yo detrás. ―Trataré de atraparlo y si corre debes detenerlo.

― ¿Y si me ataca?

―Solo mantenlo agarrado, tengo banditas en mi casa. ―me miró preocupado y sonreí. ―Lo más que puede hacer es rasguñarte y tienes brazos largos para que no llegue a tu cara, y en cuanto lo tengamos lo pondremos en la caja.

―Bien, pero trata de agarrarlo tú. ―asentí volviendo a mirar al gato, estiré los brazos moviéndome tan silencioso como podía y justo cuando estaba a punto de tomarlo, saltó en dirección a Pol.

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