Capítulo 19💌

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Noah

Ya pasó un poco más de 24 horas y voy camino hacia la estación de policía, tanto yo como Alyshi no pudimos dormir bien anoche, aunque no quise la lleve al colegio, ya que tiene una práctica de una actividad del día de la madre.

— ¿Noah a dónde vas? — lo que me faltaba, Raquel, no estoy de humor para tratar personas ahorita.

— Hola Raquel, voy a la policía.

— ¿Y eso por qué? — no sé si es bueno contarle lo de Ashley, aunque de igual manera se va a enterar tarde o temprano.

— Ashley desapareció, voy a reportar eso para empezar una investigación.

— ¿Pero si se fue por voluntad propia? — la idea que más me ha estado aterrando en estas últimas horas.

— No creo.

— ¿Por qué? — primera vez que no tengo respuesta para una pregunta por parte de ella. Después de pensarlo mucho conteste:

— Ella no es así. Y en tal caso de que se hubiera ido por voluntad propia hubiese dejado una carta explicando sus motivos. — sonreí al recordar las cartas que escribió hace unos años.

— Bueno, si estás tan seguro de eso, espero que así sea, te acompaño. — suspire un poco y apresure más el paso, mientas más temprano llegue tal vez la encuentre antes.

— ¿No has pensado que la policía no hará nada?

— Sí lo pensé, pero con Intentarlo no pierdo nada, además que haré mi propia búsqueda si eso llega a pasar. No me quedaré de brazos cruzados.

— Vale, entiendo.

Al llegar a la comisaría, me dijeron que no al contar toda la historia, un no que por más que lo intenté no pude cambiar, ni con Raquel seduciéndolos.

— ¡¿Cómo que no harán nada? ¡Es de mi novia de la que estamos hablando!

— Lo siento, pero no podemos hacer mucho, de paso ella no es de México.

— ¿Eso que tiene que ver?

— Lo siento, pero no podemos hacer la búsqueda.

— Noah... Vámonos... — Raquel me tomo del brazo y me guio a la entrada.

— Haré todo lo posible para encontrarte Ashley ya verás. — susurre caminando perdido en mis pensamientos.

***

Unos toques hicieron que dirigiera mi atención a la puerta de metal, un hombre grande como un gorila, de esos porteros que están en las discotecas entro al lugar.

— Aquí está tu desayuno. — su voz gruesa me intimidó un poco, puso el plato en el suelo como si yo fuera un perro.

La apariencia del alimento no era buena, aunque hay algunos restaurantes que no les importa mucho la presentación, pero es delicioso el plato, en cambio, el que tengo frente a mí es gris como las nubes cuando están llenas de vapor, tiene una consistencia rara desde a mi perspectiva y como bonus tiene mosquitos a su alrededor. Definitivamente, no me comeré eso, ni aunque me esté muriendo de hambre.

— No me comeré eso — reté viendo con asco el plato.

— Como quieras, no me importa, en un rato viene la ama para acá. — un escalofrío me recorrió todo el cuerpo al saber que ella vendrá, no es que le tenga miedo o algo por el estilo, pero el saber que no la pasaré bien aquí y eso me preocupa.

Calorina llegó a la habitación con un martillo en manos, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo y mi mente empezó a sobre pensar una y mil razones por las que usará ese objeto y lo peor es que tengo un presentimiento que lo usará en mí.

— Hola hola ¿Cómo estamos el día de hoy? — empezó a dar unos pequeños martillazos en su otra mano, no respondí por un poco de miedo, al notar esto prosiguió — Parece que sin lengua ¿No? Creo que unos pequeños golpes te harán reaccionar ¿Verdad?

Retrocedí sentada en el suelo lo que más pude hasta llegar a la pared, mis piernas empezaron a flaquear y no como eso vez cuando Noah y yo hicimos sexo… Oh Dios como la estará pasando, lo extraño mucho, me hace falta sus abrazos, sus besos, su amor, todo de él.

Cada vez que Carol da un paso más recuerdo los momentos que pase con él y Alyshi, en mis amigos, mis padres, el miedo de no salir viva sé aquí me carcome cada puto minuto del día, cada segundo, hasta incluso cada microsegundo.

— ¿Podemos jugar un juego? —pregunto tan ingenuamente que me hizo recordar a Alyshi, la sonrisa al pensar en ella no termino de salir al recordar en donde estoy y con quien se sentó frente a mí escondiendo el martillo tras de ella. — ¿Quieres jugar un juego?

Me quedé callada, aunque ese fue una de las peores decisiones que puede hacer en mi vida, la primera vez que la me quedo callada y no respondo formando un lío en el intento.

— ¡TE PREGUNTE SI QUIERES JUGAR UN JUEGO! — arrugué la cara al sentir una gota de saliva en mi cara a la vez que niego repetitivamente la cabeza de un lado a otro.

— Bien entonces a jugar. — ¿Por qué pensé que cualquiera que fuera mi respuesta iba a hacerlo de todas formas? se levantó de con el martillo en manos y se fue un poco más hacia adelante agarrando mi mano encadenada. — Un dedito fue al mercado, un dedito fue al cine…

Mientras cantaba que hacían o iban cada dedo me daba con el martillo, provocando gritos en mí, tanto su fuerza como mis gritos fueron en aumento.

— ¡GRITA! — alzó la voz dándome con más fuerza el dedo pulgar, pero no le di el placer de gritar como ella quería. — ¡Ay! Ya sé acabo esta mano, bueno por lo menos queda una más y espero que esta vez sí grites. — suspire intentando calcular cuanto gastaría por las posibles facturas en los dedos.

Fue a la otra mano e hizo lo mismo, pero con mucha más fuerza, puedo jurar que escuche varios huesos partirse, solo espero que alguien haya podido escuchar mis gritos, porque han sido los más fuertes que hice en la vida.

— Espero que con esto aprendas a obedecer. — soltó mi mano sin cuidado alguno como si fuera algo sin importancia, aunque para ella dudo que algo sea importante. — ¡Ah! Y si no te comes eso no creas que mandaré otro plato mañana o los días venideros, ten eso en cuenta. No importa si te pones a gritar cuando no te esté maltratando, ya que estamos en un lugar totalmente apartado que ni un pobre perro callejero llega por aquí, así que es más probable que te quedes sin voz. — sigue su camino hacia la puerta y se vuelve a girar hacia mí. — ¡Ah! Nos vemos mañana con un nuevo juego. Dulces sueños. — el hombre me echo una mirada para después seguirla y dejarme sola en este sitio que parece hogar de ratas.

Cuando cerro la puerta mis lágrimas empezaron a salir como intrusas, están saliendo porque a no aguantan más la situación y los sentimientos me están sobrepasando cada vez más, hay momentos en el que pierdo la esperanza y en otros vuelven, porque sé que Noah me está buscando o eso es lo quiero creer.

— ¿Podre salir de esta? — mire mis muñecas completamente rojas y los dedos sin vida, la luz tenue empezó a titilar, haciendo que el lugar tenga un efecto como en las películas de terror, sus watts no llegaron hasta más se quemó, quedándome a oscuras…

Espero que les haya gustado el capítulo de hoy... O que bueno este a la altura de lo que es una escena de secuestro, sin más que decir...

Su pequeña escritora con ojeras de mapache🦝🦝🦝 se va, bye los amo un montón♥♥♥.

Cartas para mi ex Donde viven las historias. Descúbrelo ahora