Chapter five: It is better if you do not know them.

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Cuando las clases terminaron y expuse (no como yo hubiera querido) fue un peso menos. Se que pude haberlo hecho mejor de no haber sido porque la presencia de Matt en la clase me hizo que los nervios no solo de verlo sino por hablar frente a la clase se duplicara. Hubo palabras que me comí o párrafos que dije antes de tiempo haciéndome terminar antes de lo previsto. No estuvo mal pero a como lo había ensayado esperaba que fuera mucho mejor. Aún así, mi amiga y Will me felicitaron por haberlo hecho bien. Eso me animo algo, la verdad. Ellos sabían que mis exposiciones nunca eran las mejores y que me felicitarán significaba que pudo haber sido peor. Aún así, sentía como si hubiera hecho el ridiculo no solo frente a la clase sino frente a Matt, que aunque me hubiese escuchado parlotear por media hora el mismo discurso una y otra vez, era diferente pues ahora no estaba rodeado de estatuas sino de mis compañeros.
Me consolaba diciéndome que ya había pasado lo peor y que ahora podía enfocarme en el ensayo para la clase de historia que era hablar sobre  algún tópico interesante del pasado de algún pueblo que fuera de nuestro interés. Hasta el momento no me había dado la oportunidad de ir a la biblioteca y buscar algo que me interesara y de lo que escribir por enfocar toda mi atención en la exposición, pero ahora que había acabado, podría dedicarle mi tiempo.
Los lunes siempre estaba solo porque la mayoría estaba en el trabajo o avanzando tareas por lo que el video-club estaba tranquilo a excepción de los mismos que venían a sólo devolver películas. Los días en que se dejaban venir era los viernes y fines de semana pues era cuando aprovechaban los días de descanso para rentar películas y verlas en casa con amigos o en familia. Como no tenía mucho que hacer más que acomodar las nuevas películas que habían llegado en los estantes y quitar carteles para remplazarlos por los nuevos, me puse a escuchar música en mi walkman. Will que trabajaba los fines de semana en la tienda de música era quien me mantenía al tanto de los nuevos álbumes y las buenas canciones. Si yo quería pedirle canciones de diferentes discos él me quemaba un cassette y me lo entregaba al día siguiente, era más sencillo cuando él tenía todo a la disposición para lograrlo.
La lista consistía de Rage Against The Machine, Nirvana, Judas Priest, Seal, Coolio, Metallica, Ramnstein, Toadies, No doubt, Bryan Adams, Heart, Pet shop boys, Guns N' Roses, Men at Work, Madonna y este nuevo grupo que acababa de sacar su primer álbum este año llamado Deftones. En otro cassette contaba con música más de disco o dance como ABBA, La Bouche, Haddaway, SNAP!, A-ha, Madonna, Michael Jackson, Billy Joel,  Kenny Loggins, Rick Astley, MC Hammer. Dependiendo como me sintiera reproducía el cassette.
Acababa de terminar Kiss From a Rose para después reproducirse Rain la cual no dude en tararear en voz baja en lo que avanzaba tarea de otras clases. A mitad de la canción vi como una mano dejaba frente a mi una película haciéndome saber de su presencia. Rápidamente deslice los auriculares de mi cabeza hasta dejarlos en mi cuello. Me incorporé y cuando miré al frente vi parado a Matt con una dulce y débil sonrisa pintada en sus labios.
—¿Ocupada? —bromeo y yo solo sonreí torpemente.
—Mucho —respondí y baje la mirada hacia la película. Creí que ya la había regresado.
—Espere a que estuvieras, ¿recuerdas que te lo dije? —dijo como si acabara de leer mi pensamiento.
—Si, eso creo —respondí no tan segura.
—Quería que me recomendaras otra. Si no es mucho pedir —agregó de inmediato.
—Para nada. Será un placer. Siéntete libre de molestarme —le hice saber aunque después de soltarlo me arrepentí.
Escuché como se le escapaba una pequeña risa.
Que idiota. Me recriminé.
—¿Has visto IT? —le pregunto a lo que él negó.
Apoya sus manos en el mostrador y se mantiene atento.
—¿Es de terror no? —preguntó no tan seguro.
—Si, de hecho es de un payaso —le digo con una sonrisa— Pero el payaso solo es una de sus tantas formas. Es otra de las historias de Stephen King. Tal vez pases un rato entretenido. La película solo se transmitió en la tele en vez del cine y fue dividida en dos partes; una donde se centran en los niños y en la otra cuando ya son adultos. —le informo como si fuera una vendedora de colchones.
—Confió en ti. —es lo único que dice con una sonrisa, la cual me hace sentir un cosquilleo en mi estómago.
De inmediato desvío mi atención de su lindo rostro a la pantalla de la computadora para ingresar al sistema la película que ha traído y buscar la otra para que se la lleve.
—¿Estabas avanzando la tarea de la clase de español? —me pregunta y asiento— ¿No es pesado?
Lo miro de reojo. Su mirada se mantiene fija en mi, curioso por saber mi respuesta.
—Realmente no. Avanzo y cuando llego a casa ya no tengo ningún pendiente —esbozo una amarga sonrisa pues que más daría por poder llegar a casa y descansar pasando tiempo con mi madre o cenar en familia sin ningún pendiente.
Musita.
—Fui al cine para ver los horarios de la película que me recomendaste. Y hay una sola función a las 8:30.
—Si, ya no tardan en sacarla de cartelera. No estoy segura si hoy o mañana sea su último día.
—Me preguntaba si te importaría volver a verla —me pregunta y entonces me atrevo a despegar mis ojos de la pantalla y posarlos en sus ojos azules que me miran con una expresión seria—  Esta vez te prometo acompañarte hasta la puerta de tu casa —agrega.
—¿Quieres que te acompañe? —cuestioné elevando mis cejas sorprendida.
—Se que ya la viste pero pensé que...
—¡Si! No hay ningún problema. Yo salgo a las 8:00. —dije demasiado emocionada— ¿Pero que harás en todas estas horas? —le pregunté preocupada por saber.
—¿Seria tomarme mucha confianza si te hago compañía aquí? —me preguntó.
Abrí un poco mi boca y negué.
—Igual puedes entrar y tomar asiento, si quieres —le ofrecí y el sin dudarlo aceptó.
—¿Sabes que es la segunda vez que pasamos el día juntos? ¿Esto nos hace amigos no? —me pregunta una vez que se puso cómodo en la silla de al lado mirándome con una sonrisa divertida como si fuera un niño haciendo su primer amigo.
Eso me desconcertó un poco pues, aunque me hacía feliz saber que me consideraba su amiga, me pregunté si esto era una buena señal o mala.
—Pensé que ya tenias amigos hoy —dije honesta.
Matt arqueó una ceja y esbozó una media sonrisa pícara.
—Así que si me viste —me reprocha y caigo en cuenta que la he cagado— ¿Por qué pretendiste no verme en clase? —me cuestiona y después pasa sus dedos sobre su cabello castaño llevándolo hacia atrás.
—No soy buena acercándome a las personas a menos que ellas se acerquen a mi.
—Creí que el pasar toda la tarde en una iglesia maldita y escuchar tu exposición al menos 37 veces nos había hecho amigos.
—Supuse que solo había sido algo fortuito. De una vez. No creí que quisieras volver hablar —confesé con una sonrisa nerviosa.
Él juntó sus cejas sin comprender mis palabras.
—¿Por qué? No te hago mi amiga pero te sigo pidiendo recomendaciones de películas —dice sarcástico y una risa se me escapa— Eso me haría en un maldito imbecil —reniega.
—¿O sea que solo son por las películas? —brome y Matt negó con una sonrisa divertida.
—¿Sería tonto de mi parte no hacerme amigo de la persona que trabaja en el video-club no? La idea es luego tener películas gratis —bromea haciéndome reír por segunda vez consecutiva.
—Mucha suerte con ello —arque ambas cejas.
—¿Qué es lo que escuchas? —me señala mis audífonos.
De pronto recuerdo que no he pausado la canción desde que Matt llegó. Saco el walkman de mi bolsillo trasero y presiono el botón de pausa. Me quito los audífonos y dejo el dispositivo sobre el mostrador en lo que tomo la caja del cassette para después entregárselo al castaño. Este curioso comienza a leer la lista de mi reproducción. En eso veo que entra Will con una gran sonrisa que se va disminuyendo cuando se da cuenta quien se encuentra a mi lado. Su expresión divertida se transforma en una de confusión.
—Will —Lo saludo tratando de distraerlo de desviar su atención del elefante en el cuarto.
Después de dar una rápida mirada a Matt para después posar su atención en mi. Entendía por qué estaba confundido pero no quería que incomodara al castaño.
—Theo, vine a saludarte porque pensé que estabas aburrida y sola pero veo que no.
—Soy Matt —se presenta de repente. Claro que se ha dado cuenta.
—Will.
—Will es quien me hace el favor de hacerme las cintas, él trabaja en la tienda de discos a una cuadra de aquí —le hago saber a Matt quien mira con una débil sonrisa al rubio y luego a mi.
—Mucho gusto —saludó el castaño.
—No tenía idea que ustedes se conocieran —dice Will mirando al castaño y luego a mi— ¿Cuando fue que llegaste? —le pregunta.
Luce algo desconcertado no por él sino porque no he dicho nada al respecto.
—Antier —respondió Matt con una débil sonrisa.
—¿Y ustedes desde cuando...?— nos señaló a cada uno.
—¿Will, qué es esto? ¿Un interrogatorio? —le reprochó colocando mis manos en mis caderas.
—¡Lamentó si mi curiosidad te molesta! Pero si hubieras comentado que eras amiga del nuevo
—Matt —corrigió el chico a mi lado con una sonrisa divertida.
—Matt, claro. Lo siento —se disculpó Will por su error— Habría sido un gran tema del que hablar hoy en el almuerzo —me recriminó y lo único que hice fue poner los ojos en blanco y restregar mi mano sobre mis rostro.
—No seas entrometido —le digo y este me mira ofendido.
—Recuerda que aún no te entrego la última pista que me has pedido —me recuerda y abro mis ojos de sorpresa.
—Y recuerda quien te presta las películas sin cobrarte —recrimine por lo bajo para evitar ser escuchada, sin embargo, Matt suelta una risita.
—Bueno. Bueno. Te lo dejaré pasar. Como sea, realmente vine para entregarte la pista de lo contrario no habría venido —me aclara y enarco una ceja y tras indagar en su mochila saca un pequeño cassette entregándomelo.
—Gracias, William.
—De nada, Theodora. —me imita y luego se dirige a Matt— Luego deberías pasar por la tienda de música, yo estoy los fines de semana —lo invita y Matt sonríe.
—Por supuesto, gracias, Will —se despide.
Una vez que mi amigo se despide, tomo asiento al lado de Matt quien me mira con una media sonrisa.
—¿Qué? —le pregunto nerviosa por su expresión.
—¿Desde cuando son amigos? —me pregunta curioso.
—Desde primaria. Él y Maria son mis mejores amigos. Son grandiosas personas —le informo con una sonrisa al recordarlos.
—¿Y ellos saben que vas seguido a la iglesia abandonada?
—No. Se supone que nadie debería cruzar. Por eso lo mantengo guardado —explico.
—¿O sea que soy el único que sabe? —asiento— No le diré a nadie —me asegura.
—Lo se, no tienes que decírmelo —sostuve, esbozando una dulce sonrisa, entonces Matt bajo la mirada de nuevo hacia la pequeña caja que aún sostenía entre sus manos volviendo a leer la lista de canciones— ¿Tu tienes algún secreto que yo pueda guardar? —bromee.
Elevó su rostro y con una sonrisa irónica respondió:
—Tengo muchos pero es mejor si no los sabes.

CHANGES [Matt & Chris Sturniolo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora