Chapter Twenty One: Memory Loss

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En el momento en el que el lugar se quedó tranquilo, Matt que se encontraba terminando de acomodar los estantes, regresó pegándose a mi lado y dándome un leve empujón con su hombro llamando mi atención.
Esboce una débil sonrisa y lo miré. Su rostro estaba tan cerca del mío que pude sentir su respiración golpeando mi nariz. Se acercó pero no tanto pues aún esperaba tener mi consentimiento para cerrar el espacio que dividía nuestros labios. Sentí nervios y cuando sentí mi corazón acelerase de emoción me acerqué y le di un pequeño beso. Estaba confundida pero de lo único que podía estar segura es que le quería y lo segura que me hacía sentir.
Es cierto que sentía duda pero era más fuerte el cariño que me provocaba que el miedo. Sabía que lo que descubriera hoy no me haría cambiar lo que siento por él. Nunca temí estando a su lado porque jamás me hizo sentir que estaba en peligro, solo no sabía si estaba dispuesta a soportar la verdad.
—¿Qué sucede? —me preguntó una vez que se apartó de mi.
Me miró con suma atención.
—Yo... No quiero saberlo de otro lado por eso te quiero preguntar a ti.
—¿Qué cosa?
—La noche del bosque. En donde encontré aquel brazo... —hice una pausa y tragué grueso. Tenía las palabras en mi boca pero de pronto se me dificultaba poder expresarlas— ¿No era de Garret...cierto? —aunque quise que saliera como pregunta fue más una afirmación.
La expresión serena de Matt me indicó que estaba en lo cierto.
—No. No pertenece a él.
Mi corazón comenzó acelerarse ante la ansiedad.
—¿No fue un animal, verdad?
Matt negó.
—Y no fui yo —agregó de inmediato a lo que mi expresión se relajó.
—Lo siento... no quería ofenderte.
—No me ofendes. Es normal que sientas desconfianza —dijo esto sereno aunque pude notar en su mirada algo de tristeza.
—No desconfió Matt. Es solo que esto es nuevo para mi y...y
—Está bien. No me puedo ofender porque al fin y al cabo es lo que hago. Es mi naturaleza. Es solo que...me hace sentir avergonzado —confesó.
—No puedo decir que te comprendo por completo pero... No es la vida que elegiste —le dije mientras posaba mi mano sobre su espalda en signo de apoyo.
Matt me miró.
—¿Quieres saberlo verdad? ¿En serio quieres? —me preguntó serio.
Asentí.
Soltó un largo suspiro y después bajo la mirada.
—Hay más como yo. Por lo siglos nos hemos camuflado en la vida cotidiana de los humanos. Nuestra existencia va más de ser solo peones que siguen órdenes. No hay humanidad pues en el momento en el que nos alimentamos estamos condenados a cargar con las muertes de varios. Muchos de nosotros vivimos sin remordimiento pues hemos aceptado lo que somos. Si fuera lo contrario sentiríamos el enorme peso que conlleva quitar una vida.
—¿Pero como es que han podido mezclarse? ¿No les afecta la luz? ¿Los ajos? ¿Los crucifijos? ¿A caso no pueden vivir de animales? —pregunté esto último sintiéndome una tonta.
Al pensarlo sonaba bien pero al decirlo en voz alta me hizo dudar.
A Matt se le escapó una pequeña risa.
—No. No en realidad. Son datos inventados, incluso la idea del vampiro la distorsionamos con el paso de los siglos para evitar ser descubiertos. La idea que plantaron en pequeños pueblos fue una táctica para que creyeran que cumplimos con ciertos rasgos. Es cierto, bebemos de sangre pero...no es solo la sangre sino que tenemos que alimentarnos de las entrañas. Incluso disfrutamos más los cuerpo post mortem, en descomposición. Suena asqueroso, lo sé. Pero es lo que es. La luz no nos afecta al grado de convertirnos en ceniza, pero si revela la naturaleza de nuestros ojos. Si queremos salir tenemos que usar lentes oscuros o simplemente no hacerlo. El ajo por supuesto que no nos hace nada, el crucifijo menos. Eso solo le hicimos creer a los religiosos en su momento pero no es así. No vivimos en las cloacas o subterráneos —dijo esto último con gracia—, tampoco existe una secta de vampiros escondidos en mazmorras ni usamos capas.
—¿Sería algo muy obvio no? —pregunté con burla.
—Nos adaptamos a la época. ¿Qué idiota se continuaría vistiendo como en el siglo XVI? ¿Y vivir en la oscuridad? Si lo que queremos es pasar desapercibidos. ¡Dios! Eso es estupido. La gente, las creencias y la tecnología va evolucionando. Con cada siglo qué pasa se vuelven más listos, menos supersticiosos y más curiosos. Es por eso que hemos tenido más cuidado en donde llegamos.
—¿A que te refieres con eso? —pregunte curiosa.
—Pues hemos cometido errores, Theo. En nuestro modo de adaptarnos hemos cometido el error de confiar o de abusar de nuestra inmortalidad. Nos hemos creído invencibles, superiores... Pero solo tenemos un camino trazado. Solos. Ahora has la pregunta que realmente quieres saber y que te cuesta preguntarme.
Mi corazón comenzó a latir de nerviosismo
—¿Cómo has sobrevivido sin...alimentarte en este tiempo? —le pregunté al fin.
—Yo nunca dije que no me he alimentado —confeso mirándome fijamente para saber mi reacción.
Apreté mis labios y sentí como mi pecho se sintió pesado.
—¿Tuviste algo que ver con la desaparición de Garret?
Matt asintió.
En seguida solté un suspiro largo y pesado. El oficial Lane tenía razón en desconfiar de Matt.
Entonces me viene a la mente aquella noche.
—¿Eras... Eras tú el de aquella noche? Ese día sentí que había alguien más y... ¿Por qué él, Matt? —cuestione curiosa.
—Por varios factores creo. No me había alimentado, te había agarrado algo de cariño por ser mi amiga y porque estaba a punto de abusar de ti, aunque mis decisiones no tienen que ver contigo —me aclaró rápidamente—. Fue la excusa perfecta para yo comer y quitártelo de encima.
—Cuando me enteré de que había desaparecido al día siguiente —conté—, sentí alivio. Incluso cuando el oficial Lane llegó a nuestra puerta porque debía investigar me dije a mi misma que esperaba que nunca lo encontraran. ¿Eso...me hace mala persona?
Matt me miró con compasión y rápidamente tomó mi mano.
—No. Theo. No. Se que te cuesta decírmelo y está bien. Pero el tipo era un hijo de puta. No soy nadie para decidir quien vive y quien muere, ¿esta bien? No justifico lo que hago pero sabía qué si podía quitártelo de encima lo haría no me importa que. Al fin y al cabo yo estoy condenado desde hace siglos. Y esta bien si no lo entiendes. Pero solo para que lo sepas, desde que llegué fue del único ser vivo del que me alimenté.
—¿Único ser...vivo? ¿Qué quieres decir con eso?
Soltó un suspiro cansado.
—No querrás besarme.
Arqueo mis cejas.
—Oh —fue lo último que dije.
Él asintió.
—Si quieres terminar conmigo o quieres que me vaya, aún estás a tiempo. Solo quiero que sepas que jamás haría nada para lastimarte, Theo.
—No. Si estar a tu lado significa irme al infierno...lo haré. No quiero que te vayas nunca —apreté mi mano.
—No quiero que entres en un conflicto moral por mi. Quiero estar a tu lado y al mismo tiempo quisiera poder tener más auto control e irme.
—Recuerda que...a diferencia de ti, yo seré la primera que te abandone. En un punto moriré y tú continuarás con tu vida. Me olvidaras y conocerás a alguien más.
Matt negó.
—Nadie como tú, Theo. He esperado siglos para no temer y estar con alguien. Te quiero como no tienes idea porque me haces ser yo mismo. No soy mejor persona por ti sino por devolverme lo que soy en realidad. Matthew Bernard Sturniolo, un chico de clase media alta con aspiraciones y metas por cumplir. Alguien que trabaja, ve películas en sus tiempos libres, pasa el tiempo con amigos y con la chica que correspondió su afecto y aceptó lo que era.
Una lágrima resbaló de mi mejilla la cual fue limpiada suavemente por el pulgar de su mano.
Saber que podía ser la diferencia en la vida de alguien me hizo sentir orgullosa de mi misma. Siempre busqué sentirme valorada e importante para alguien. Lo quería incluso conociendo lo malo. ¿Esto era lo que se llamaba amor? ¿O solo estaba completamente loca como para no salir huyendo de él? No podía pedirle que fuera alguien que no era, no buscaba eso, pero si por su cuenta buscaba cambiar, aceptaría.
—¿Estas consciente que al estar conmigo dejas muchas cosas de tu vida que quieras tener en algún día? —me acaricio mi mejilla.
—Viviré el presente y no me preguntaré por lo que me depara mañana. La persona que soy ahora te quiere a ti y solo a ti. Así que, solo enfoquémonos en ponernos de acuerdo en qué nos vamos a disfrazar para Halloween.
Matt soltó una risilla y después me plantó un pequeño y corto beso.
—Oh, antes de que lo olvide. El oficial Lane parece tener los ojos puestos en ti. Sabe que el brazo que encontré en el bosque no es de Garret. Me da la impresión de que sabe algo.
—Escuché. Lo siento.
Arquea una ceja.
—¿Y? ¿No te preocupa?
—No. Desde que me contaste lo que viste sabía que se trataba de alguien más. El libro que le dieron a Maddie para que te lo ofreciera no fue coincidencia.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Que alguien más lo hizo.
—¿Hay más vampiros aquí además de ti? —cuestioné algo fuerte a lo que Matt abrió sus ojos en advertencia atrayéndome hacia mí en un abrazo— Lo siento —tapé mi boca.
—Creo que deberíamos hablar esto en otro lado —me sugirió con una sonrisa divertida en sus labios.
De pronto Maria irrumpió en la tienda.
—¿Cómo es posible que Will se dio cuenta antes que yo? —me reprochó.
—Hola a ti también Maria —saludé.
—Debiste de haberme dicho —insistió haciéndose la víctima.
—Si no hubieras faltado a clase —respondí encogiéndome de hombros.
—Ya sabía yo que el que viniera a "trabajar" era una excusa para verte —se dirigió a Matt.
—Fue una táctica para no dejar mi curriculum —bromeo él.
—Son asquerosamente tiernos los dos. —nos señaló— Will me contó que vendrás a la reunión de hoy, Matt.
—¿Es lo único que te contó? —arqueó su ceja con una media sonrisa.
—¿Significa entonces que los dos tendrán disfraces conjuntos? —sonrió emocionada.
Matt y yo nos miramos.
—A eso te referías —me dijo Matt divertido.
—En cuanto cierren los esperamos en la tienda de Will. La reunión será en la tienda en vez de su casa —nos avisó.
—¿Y eso? —le pregunté.
—Su hermano invitó amigos y tomaron el sótano.
—Podemos ir a mi casa si quieren —ofreció Matt.
El rostro de María se iluminó.
—¡Si! ¡Quiero conocer la casa embrujada! Sin ofender —agregó de inmediato a lo que Matt río y negó— Le dire a Will.
Tan solo asentimos, no nos dio tiempo de despedirnos cuando Maria ya se encontraba saliendo del video-club.
—¿Está bien —le pregunté.
—Si, por supuesto.
—¿No...les pasará nada a ellos, verdad? Digo, acabas de decir que podría haber alguien más.
—No. Vino y se fue. Su idea no era matar a nadie del pueblo sino tan solo jugar un rato conmigo. Debe de tratarse de alguien de un pueblo cercano o debió abordarlo en la carretera.
—¿Por qué te querría molestar? —le pregunté y a mi mente me vino el joven de cabello oscuro que conocí en su casa— Dacon.
Matt me miró de reojo con seriedad.
—Se podría decir que yo sé algo que se supone nadie más debería saber.
—¿Entonces el...? ¿El también?
Matt asintió.
—El fue a quien viste la noche del bosque —me hizo saber con la mirada baja.
Junté mis cejas y lo miré desconcertada.
—Ya decía yo que ustedes no eran amigos.
—Solo te digo esto porque ahora que estas conmigo necesito que sepas en quien puedes confiar y en quien no. Dacon no es uno de ellos. No creo que se atreva a regresar pronto pues tuvimos un acuerdo en el que yo me apartaría si él no se entrometía en mi camino. Así que, puedes estar tranquila.
Solté un suspiro y lamí mis labios asintiendo a su cometario. No sabía que más decir pero no había considerado la posibilidad de encontrarnos en riesgo por el resto de su especie.
—Pero no hablemos de esto ahorita, ¿está bien? —me pidió y me dio un beso en la mejilla— Por cierto, puedes quedarte el tiempo que quieras en mi casa. —me ofreció.
—¿Lo dices en serio?
Matt asintió.
—La verdad Jared no me agrada y no me gusta saber que vuelves a tu casa y yo no puedo hacer nada para ayudarte.
—Está bien. He sabido lidiar con él por varios años. Pero gracias —tomé su mano— Oye, ahora que lo pienso... Todos esos cuadernos que tienes en tu estante.
Matt sonrió divertido.
—Los he escrito con el paso de los años.
—Ya sabía yo que eran demasiados para haberlos llenado en tan cortos 7 años.
—¿Por qué crees que tengo 17? —me cuestiono esbozando una media sonrisa.
Abrí los ojos.
—¿No tienes 17 años? Pero vas a la escuela —reproche.
Arqueó sus cejas como diciéndome "¿en serio?".
—Asumí que tenías 17. ¿Cuantos años tienes? Bueno a los cuantos te quedaste —rectifique.
—20 años.
Abrí mi boca en sorpresa.
—¡Eres mayor!
—Theo, te sorprendió más que fuera tres años mayor que tú pero no tres siglos —reclamó por lo bajo.
—¿Esto se consideraría ilegal? —pregunté curiosa.
—Más que ilegal —reafirmo alzando sus cejas.

Cuando cerramos la tienda nos fuimos directo hacia con Will y María para ir los cuarto juntos hacia la casa de Matt. Mis dos amigos estaban emocionados por conocer la famosa casa del pueblo pero su decepción pronto se reflejó en sus expresiones al ver el hogar donde Matt se hospedaba. Era simplemente una casa común y corriente y no sabían si siempre fue así o hubo un cambio tras la llegada del castaño lo que cambió la percepción de mis amigos.
Ese día fue uno de los que jamás voy a poder olvidar y creo que Matt tampoco. Los cuatro comimos, reímos y jugamos como si nada de lo que nos perturbaba existiera. Solo éramos cuatro adolescentes pasando el rato. Noté como Matt miraba a cada uno de mis amigos como si en ellos viera la familia que alguna vez tuvo. El peso que cargaba ya no era en solitario sino que había tres personas más en las que podía inclinarse y ser ayudado. Creo que eso fue lo que siempre necesitó y que no sabía que podía ser digno de merecer.
Matt se estaba dando la oportunidad de no dejarse arrastrar por el miedo aunque eso conllevara a arrastrarme con él. Y estaba bien. Todo estaba bien mientras él estuviera a mi lado.

—Que cursi —dijo él con repulsión.
Parpadeé varias veces sintiendo como si acabara de salir de un micro trance. Sentí como si me punzara el lado izquierdo de mi cabeza. Mire a mi alrededor antes de volver a posar mi atención al frente y noté que sus ojos azules continuaban observándome con tanto desdén que no podía evitar sentirme incómoda y dolida pues era como verlo en él, aunque sabía que Matt jamás me miraría con aborrecimiento. No entendía por qué me odiaba tanto si ni me conocía. Su hermano quien se encontraba hurgando en el cuarto de Matt parecía no tener nada en mi contra, o eso me hacía creer. Estaba más sorprendida de conocer a los hermano de Matt que cuando este me confesó que era un vampiro.
—¡Nick! —Exclamó Chris sin despegar la mirada de mi.
—¡¿Qué?! —gritó el otro desde la habitación.
Se escuchaba irritado.
De pronto Chris se levantó de la silla y se acercó a mi tomando mi rostro con su mano. Su agarre no era para nada gentil.
Tan solo abrí mis ojos y de mi boca salió un gemido de dolor. Comenzó acercar su rostro y yo traté de alejarme aunque me era imposible por la fuerza sobrenatural con la que me tomaba, por eso no pude más que permanecer a su merced aunque tratara de alejar mi rostro del suyo.
—¡¿Qué carajos crees qué haces?! —le reprendió Nick mientras llegaba a nuestro lado.
Chris me soltó con tanta brusquedad que de haber usado más fuerza me habría roto el cuello.
—¡Imbecil! —solté mirándolo con ira mientras me cubría las mejillas apaciguando el leve dolor que me habían dejado sus dedos.
—Faltan piezas en sus recuerdos —me señaló con su dedo índice a lo que Nick lo miró con desconcierto para después pasar su atención de su hermano a mi, ahora adoptando una expresión de intriga.
Tragué grueso y miré a cada uno de ellos sin comprender que acababa de decir.
—No tienes ni idea —dijo al fin Nick como si acabara de comprender el problema.
Esbozó una sonrisa que no supe interpretar si era de ironía o genuino alivio.
—¡¿Idea de qué?! —cuestioné elevando mi voz ante la desesperación ante el secretismo de ambos.
—Que jugaron con tu mente y tú no lo sabías —dijo al fin Chris

CHANGES [Matt & Chris Sturniolo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora