CHANGES [Matt & Chris Sturniolo]

Chapter Forty One: The End of the Beginning Part. 1

Año 2001, New Jersey

No estaba segura si lo que estaba escribiendo estaba bien pero, no deseaba regresar a releerlo pues me conocía y sin duda alguna lo reescribir, lo cual me impediría finalizar con el borrador. Le di un sorbo al café y dejé a un lado la pluma para poder echar un vistazo a uno de los cuatro libros que tenía esparcidos en la mesa de madera. Lo tome en mis manos y comencé a leer para continuar subrayando con el lápiz los párrafos importantes además de hacer pequeñas anotaciones con post it. Me acomode en el asiento, recargando mi espalda en el respaldo y tras unos largos minutos leyendo y extrayendo la información necesaria continue escribiendo con las ideas más aclaradas.

Debí de haber durado alrededor de dos horas en dicho café pidiendo tres tazas pues, ya se había vuelto costumbre llegar aquí, beber, buscar y escribir en mis tiempos libres para avanzar trabajos y entregas. A veces pasaba que los minutos avanzaba tan rápido que perdía noción del tiempo, era cuando recibía un mensaje de él, entonces cerraba los libros y comenzaba a recoger para salir del lugar con mi café en manos.

Iba absorta sumida en mis pensamientos al tiempo que la música de mi reproductor de música. No hace mucho me entregaba cassettes con diferentes y nuevas canciones que había descubierto y ahora aunque seguía haciéndolo, lo quemaba en el CD. Cada mes era un disco diferente al anterior y era algo que adoraba de él. Tenía una manera dulce de expresarme que continuaba pensando en mi. Yo siempre lo abrazaba cuando me lo entregaba y este me depositaba un beso en mi mejilla con dulzura.
A veces durábamos varios minutos abrazados pues, eran en esos pequeños momentos en los que me sentía segura, como si ambos conectáramos y comprendiéramos la necesidad del uno del otro. Después nos alejábamos pero sin separarnos, no aún, y acariciaba con delicadeza mi rostro con su pulgar mirándome con un brillo en los ojos como diciéndome lo mucho que me amaba en ese silencio. Yo imitaba su acción y al final siempre terminábamos tumbados en la cama mientras tirábamos nuestras prendas al suelo.

A veces pasaba que, cuando mi atención se enfocaba en un cierto lugar o paisaje, simplemente me perdía y detenía mi camino pues, aunque no entendía el por qué, yo le decía a él que sentía una extraña familiaridad. El no me cuestionaba tan solo mantenía entrelazada su mano a la mía hasta que volviera en si o estuviera dispuesta a retomar el paso.
Casi siempre solía pasar cuando pasaba por algún parque. Cuando él se encontraba ocupado yo salía a caminar llevando mi discman y me sentaba en una banca bajo la sombra de un árbol mientras escuchaba música y observaba el lugar, tal vez era una loca pero, era como si esperara algo o a alguien...

Tras unas horas me levantaba y me iba.

Había otros días en los que salíamos y teníamos esta cosa de ambos en la que tomábamos fotografías a los lugares y a nosotros mismos solo por diversión y como una tradición de guardar nuestras memorias en lugares, deseábamos poder guardarlos en álbumes y ver el progreso de los años junto con los buenos, tristes y extraños momentos que pasábamos y como nuestro alrededor cambiaba al igual que uno. Era extraño pero me reconfortaba ver esos escenarios en una imagen pues, por raro que parezca, podía sentir que era real. Que en serio había estado ahí y que lo había vivido.