Bosco
- ¿Vas a darte la vuelta o quieres seguir pretendiendo que esto no esta pasando? - veo como su cuerpo se tensa.
Doy un paso hacía delante y ella se gira deprisa con los ojos muy abiertos y la cara coloreada. Levanto mis cejas, esperando una respuesta. Alex me ofrece una de sus sonrisas de niña buena y se encoge de hombros. No me lo puedo creer...
- A esto se le llama jugar sucio peque.
- A esto se le llama utilizar todos los recursos al alcance.
- Por eso estabas tan tranquilita cuando nos cruzamos en la escalera y tan sudada; viniste a toda prisa, esperando tu oportunidad.
- ¿Cuándo me dijiste que olía mal? - se hace la ofendida.
La verdad es que no olía mal, pero cuando tuve la genial idea de interponerme en su camino y ella pasó a mi lado rozándome, temí hacer alguna estupidez y decidí desviar mi atención.
La descarada, aprovechando mi silencio, hace ademán de escabullirse de la habitación.
- Eh, eh - la freno, poniendo mi brazo de barrera entre ella y la puerta - ¿a dónde te crees que vas?
- Bueno, he sido descubierta, como es obvio, y me voy a casa.
- El pañuelo, peque - mi tono suena más divertido de lo que pretendo. Alex arruga los labios y mira despistada a un lado, con sus manos detrás de la espalda - Lo digo en serio, dame el pañuelo - esta vez intento parecer que voy en serio.
- Ahora el pañuelo esta en mi poder - da un paso hacía atrás con una sonrisa de superioridad - no puedes quitármelo.
Esto...no va a acabar bien.
- ¿Tal y como lo has echo tú? - ladeo la cabeza. Espero que no se note lo mucho que esto me divierte.
- El pañuelo estaba tirado por ahí.
- Sí, dentro de mi macuto, en mi casa - le recuerdo - donde, por cierto, te has colado.
Ella hace morritos y se encoge de hombros de nuevo. Fijo mis ojos en esa boca de escandalo que tiene.
Definitivamente, esto no va a acabar bien.
- Alex, lo digo en serio, devuélveme el pañuelo.
Mi vecina se muerde la mejilla por dentro y niega con la cabeza despacio.
- ¿O qué?
- Alex - le pido. Ella vuelve a negar con la cabeza y da otro paso atrás - A la mierda - me acerco deprisa a la puerta, arrastro con el pie el sujeta-puertas en forma de oso y la cierro dando un portazo.
- ¡Oh! has cerrado la puerta - se burla - ¿sabes que solo tengo que abrirla para salir, verdad lumbrera?
- ¿Sabes que el pomo esta roto, listilla? - le informó con la misma entonación que ha utilizado ella.
- ¿Qué? - su rostro de autentica felicidad se esfuma. Pasa a mi lado, dándome un pequeño empujón e intenta abrir la puerta comprobando que tengo razón - ¿te has vuelto loco? ¿y ahora qué vamos a hacer?
- Pues...esperar a que mi madre vuelva de trabajar.
Me acercó para guardar las zapatillas de deporte que tengo encima del escritorio. Debido a las prisas, se me había olvidado meterlas en el macuto de baloncesto y me ha tocado volver a por ellas. Menos mal que he vuelto.
- Espera, tu madre tiene turno de noche, no volverá hasta mañana - ahora soy yo el que me encojo de hombros - un momento... - la cara de felicidad ha vuelto - Como hará falta que llamen a un cerrajero, si faltamos mañana a clase...¡incumplirás el plazo de esconder el pañuelo!
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El juego del pañuelo [Saga: NOSOTROS]
Teen FictionQue difícil es aceptar que sientes una indecente y colosal atracción por el chico al que has odiado toda tu vida. Qué complicado es estar enamorado locamente de una chica, pero no sentirte preparado para tener una relación seria. Bosco y Alejandra...