Capítulo 46: Cobardes.

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Bosco.

Observo, desde el balcón, como Alex le tiende una caja a su padre, que luego este sube a la furgoneta. Tres días, tres días han pasado desde que Alex me abofeteo delante de todos. Tres días desde que me bloqueo. Tres días desde que la perdí...

No la he buscado, no he intentado hablar con ella, explicarle que cuando le dije donde se escondía el pañuelo no lo hice en calidad del topo, que no estaba pensando en el juego, que no tenía intención de sacar a la luz que yo era el topo y que le había dicho aquello, por que era verdad que me importaba una mierda, que lo que yo quería era estar con ella.

Tampoco voy a repetirle que no fui yo quien dio el primer paso con Lena. Estuve revisando los mensajes, sí, había un contento, pero se veía claramente que era medio en broma y que si hablaba con ella era para sonsacarle información, que lo máximo que le dije en plan insinuación fue llamarla "Milenita" y decirle que le recompensaría por la información, una recompensa que constaba de una invitación a tomar algo, no a follármela, joder, que ni siquiera me atrae, que yo solo tengo ojos para Alex...

Se que no va a perdonarme, se que tendría que a verle dicho que Lena me beso, ¿le segui el beso? Sí y fue una puta estupidez guiada por el enfado monumental que tenía, por los celos que me invadían al pensar en Alex con "el muy guapo", ni siquiera recuerdo su nombre...

Pero fue solo eso, un beso que seguí, que luego la aparté, que me senté en la cama y me cubrí el rostro, hasta que escuche el teléfono de Lena sonar sin parar. Fue un beso, un puto beso que ella no perdonará.

No perdonará la mentira, no creerá que la información que le dí del pañuelo no era parte de un plan para ganar el juego, ella no cederá, por que se trata de mi y nunca permitirá quedar por debajo de mi.

Sé como se siente, engañada y traicionada, pero sigue siendo muy injusta.

¿por que no puede creer que no fui yo quien lo inició? ¿por que se ha rendido tan fácil con nosotros? ¿por que vuelve a huir?

No sé si espera que vaya detrás de ella, que le pida que se quede, que me perdone, ¿que empecemos de cero?...no lo haré, yo ya le he demostrado todo, durante este tiempo le he dicho mil cosas para supiera que lo era todo y ella sigue desconfiando de mi y la realidad es que siempre lo hará. Que en el fondo siempre seguirá siendo esa niña resentida.

Alex mira hacía arriba y me ve, ni si quiera me digno a ocultarme, la observo con enfado, con rabia, ella es la que ha decidido no luchar por lo nuestro, la que se ha rendido.

- ¿no vas a despedirte?

- No – respondo a mi madre sin apartar la mirada de Alex, no sé cuanto tiempo lleva aquí fuera.

- ¿no vas a pedirle que se quede? - su pregunta me sorprende, la miro a los ojos, ella me devuelve una mirada consternada.

Claro que mi madre sabía que estábamos juntos...a ella no se le escapa nada.

Ella me abofeteo delante de todos – me defiendo.

- ¿te lo merecías? - No respondo, aprieto fuerte la mandíbula. Joder, sí, me lo merecía – entonces ve a pedirle perdón. Arreglarlo.

- Ella no me cree, mamá.

- Haz que te crea – niego con la cabeza – Bosco, nene, hijo...- me sujeta de los hombros – se va a marchar a Madrid y puede que no vuelva jamas ¿entiendes eso? - me zarandea con suavidad.

- Es su decisión, ella a decidido no luchar – me mantengo firme – ya sabes cómo es.

- Sí, claro que lo se – asegura molesta - ¿y sabes lo que siempre he sabido? Que detrás de cada una de sus trastadas, que detrás de cada venganza que llevaba a cabo contra ti, había una cagada tuya – junto mis cejas confuso – y que cuanto más grande era la venganza, más la habías cagado.

- ¿crees que se va, para vengarse de mí?

- Creo que se marcha por que le has hecho mucho daño y aquel que rompe algo tiene la obligación de arreglarlo – dice señalándome con el dedo y con la emoción inundado sus ojos – voy a bajar ahí a bajo, a hacer una de las cosas más difíciles de mi vida; despedirme de mi mejor amiga y de la niña a la que quiero como una hija y, espero, que bajes a tiempo para impedir que tu "peque" se vaya – abro los ojos mucho por la sorpresa. He intentado no llamarla así delante de ella, por que ella es la única que sabe el motivo por la que la llamo así – No dejes marchar al amor de tu vida.

Con esas palabras se gira y sale del balcón. No tardo mucho en verla salir a la calle y lanzarse a los brazos de Mari, ambas llorando a moco tendido. Cuando Enrique se acerca a consolarlas, mi madre lo señala con el dedo.

- ¡Ni te acerques! ¡Maldito secuestrador! - la escucho gritar, Enrique pone los ojos en blanco y Alex corre a abrazarlas, llorando también, no dudan en recibirla y abrazarla.

Me gustaría contar que bajé, que esperé hasta el último momento, que corrí tras la furgoneta, que la furgoneta se detuvo y que Alex bajo de ella y vino corriendo hacía mi, que le pedí perdón, le pedí que creyera en mi, que ella lo hizo, que nos besamos como solo nosotros sabemos besarnos, que no nos importó que nuestros padres nos vieran, que la miré a los ojos y le dije que le amaba, que ella fue a pasar unos meses a Madrid, pero luego volvió a mi...

Veo la furgoneta desaparecer por la esquina de la calle...

Podría decir que fue el orgullo el que no me hizo detenerla, que estaba demasiado enfadado por todo, resentido por que ella no quisiera escucharme, que ella tampoco había actuado bien, que ambos la habíamos cagado, pero la realidad era, que fue por miedo, no miedo al rechazo, miedo a lo que Alex significaba para mi, miedo a lo que significaba que ella se quedara, que tuviéramos una relación sería, que nuestras familias estuvieran metidas por miedo, tener un compromiso tan grande, tan delicado...miedo por lo inseguro que me volvía a su lado, lo celoso, lo posesivo, lo controlador...miedo a que un día se canse de mi por alguna cosa, a que deje de quererme, por que se que yo la querré eternamente, miedo a no ser suficiente para ella...

Mi madre levanta la mirada y clava sus ojos en mi, por primera vez, decepcionados.

- ay Bosco...- suspira mi madre, negando la cabeza.

La realidad, es que nos hemos guiado por el miedo y eso nos convertidos en unos cobardes. Soy un cobarde que se arrepentirá el resto de su vida por no haber luchado más por ella, un cobarde que jamas encontrará a nadie como ella, que nunca amara con tanta pasión, que nunca adorará con tanta devoción, que nunca se sentirá completo.

Soy un cobarde que la ha cagado, y caigo en la cuenta que quizá, hoy, haya sido la última vez que la vea, que quizá ya no vuelva a verla jamas...

El juego del pañuelo [Saga: NOSOTROS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora