Capítulo 43: La cagaste...

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Alejandra.

Debería estar enfadada, debería querer partirle la cara, pero como una estúpida me alegro de que me haya contestado al mensaje. Ni siquiera me paro a limpiarme las lagrimas. Debo tener los ojos rojos y la cara hinchada de tanto llorar, pero me da igual.

Salgo deprisa de casa y subo los escalones de dos en dos. Cuando abro la puerta de la terraza, él esta de espaldas a mí. Se gira despacio y en su cara puedo ver la respuesta a mi pregunta.

- lo hiciste – le acuso, él baja la mirada.

- Estaba enfadado.

- ¿te enrollaste con mi mejor amiga, por que estabas enfadado, cuando acababa de descubrir que te habías liado con Estela? - el cierra los ojos con fuerza - ¿cual es tu excusa ahora? - le grito y las lágrimas inundan mis ojos.

- No llores – me pide con la voz entrecortada.

- Que te den – suelto y me giro para marcharme, por que verlo duele, duele mucho.

- Peque – me llama y corre a detenerme sujetándome del brazo, yo me aparto de su agarre y sus ojos se llenan de dolor – no se que te ha contado, pero deja que yo me explique.

- Te mandabas mensajes guarros con ella, mientras tu y yo hacíamos cosas.

- Espera ¿qué? - ahora parece enojado – eso no es verdad.

- Te abalanzaste sobre ella en el cumpleaños y luego viniste a buscarme – niego con la cabeza.

- Yo no me abalance Alex, ella lo hizo.

- Pero si ibas tan borracho que ni te acuerdas.

- No recuerdo a partir del puñetazo a ese tío, pero sí recuerdo lo de antes y yo no inicié el beso.

- Pues aclárate – suelto gesticulando mucho con los brazos – por que antes has dicho que sí lo hiciste.

- Lo que he dicho es que...yo le seguí el beso, por qué pensé que ibas a enrollarte con ese tío. Me volví loco ¿vale?

- Todo ladrón se cree de su misma condición.

- ¿qué significa eso?

- ¡que yo no soy tan promiscua como tu! - le grito – que para mi un beso es importante, las caricias significan algo y hacer el amor lo es todo – Bosco da un paso atrás – que te lo he dado todo y tú lo consideras nada.

- No es verdad – me dice – estas enfadada, cuando estas enfadada...

- ¡No estoy enfadada! - aseguro – estoy dolida, me has hecho daño – lloro.

- No me digas eso, por favor – intenta acercarse, pero alzo mi mano para impedírselo – perdóname, pero tienes que escucharme – me sujeta por los brazos, antes de que pueda decir nada – No hagas como la otra vez, déjame explicarte.

- Esta bien – sorbo por la nariz – esta bien – repito.

Necesito despertarme y que esto no este pasando, necesito que me diga que todo lo que ha pasado entre nosotros, que todos nuestros sentimientos eran de verdad.

Es que...yo lo quiero...

Bosco se queda callado, me mira y se queda callado. Niego con la cabeza.

- ¿te liaste con ella?

- Solo fueron un par de besos, lo juro – me dice con voz temblorosa.

- Y así es como será esto? - pregunto, él me mira confuso - ¿cada vez que nos enfademos iras a buscar a otra tía?

- No, no...

- ¿por qué con mi mejor amiga? ¿por que sabiendo el daño que eso me haría? - Bosco no responde - ¿no pesaste que eso podría romper nuestra relación de amistad?

- Alex, que fue ella, que fue ella quien me beso – se excusa.

- Y tú no la paraste.

- Iba borracho – noto como se le crea un nudo en la garganta, como la emoción llega a sus ojos.

Nos miramos a los ojos unos segundos.

- La cagaste – le digo y él abre los ojos mucho, sorprendido.

Niega con la cabeza, apretando los dientes con fuerza, mientas yo afirmo, sin dejar de derramar lagrimas.

- La cagaste – repito.

- ¡No! - grita sorprendiéndome – no estábamos juntos.

- Siempre vas a tener una excusa, por que tú siempre encuentras una justificación para tus actos.

- ¡Tienes que escucharme!

- ¡Pero es que no estas diciendo nada!

- Joder, mierda...

Bosco empieza a caminar de un lado a otro.

- Te pido que no vengas esta noche.

- ¿por qué no me crees? - pregunta ignorándome, ahora muy cabreado – ¿por qué te la crees a ella?

- Da igual, que fuera ella o tú quién lo iniciara, eso no importa.

- Eso lo es todo. Me pillo desprevenido – asegura.

- ¡Os enrollasteis! ¡Llevabais tonteando semanas!

- ¡no es cierto!

- Tiene los mensajes – le digo, ya cansada de esta conversación.

- ¿pero qué mensajes? ¿¡Qué mensajes!? - me grita.

- ¿Te escribías con ella?

- Sí – y aunque ya lo sabía, me duele – pero solo hablábamos, ósea, sí, ella tonteaba y yo...no...yo... – balbucea y a mi se me rompe el alma.

Y como siempre hago, cuando algo duele demasiado, me coloco ese muro de frialdad.

- Suficiente – le digo, él me observa de reojo.

- No, no, no – me dice – no hagas eso. Vale voy a contártelo todo, pero necesito tiempo y...

- ¿tiempo? - niego con la cabeza – necesito calmarme, por qué no quiero volver a decir algo de lo que me arrepienta – confieso.

- No quiero que dejemos las cosas así – me pide.

- Mañana hablamos.

Él me mira consternado, frustrado y yo....yo solo quiero irme a casa a llorar. Por que la realidad es que sabía que liándose con mi mejor amiga, me haría el peor de los daños y aún así lo hizo y, por desgracia, él es el único que puede hacerme ese daño y no quiero, no quiero tener que pasar por cosas así, por que de verdad que duele como nada en mi vida.

Y da miedo que una persona pueda llegar a ser tu mayor felicidad y al mismo tiempo tu mayor desdicha y hay que ser valientes para afrontar que a veces el amor duele y yo...yo no estoy preparada para eso.

* * *

Bosco no vino a mi cumpleaños, sé que se lo había pedido, pero esperaba que apareciera y no podía evitar pensar que a saber con quién estaba ahora, porque el funcionaba así ¿no?

Achaque que mi estado de animo se debía a que estaba cansada. Alegre la cara por mi familia, intenté estar animada, alegrarme por las zapatillas de deporte super chulas que mi padre me había regalado, por el libro nuevo, que tanto tiempo estaba pidiéndole a mi madre y no me costo mucho fingir que estaba emocionada por las entradas al parque Warner, que me regalo Patri.

Cuando sople las velas, este año no pedí que mis padres volvieras, ya que eso ya se había cumplido, deseé poder perdonarlo algún día, poder dejar el rencor, olvidar que había querido hacerme daño de esa manera, pedí dejar de ser yo, por que yo jamás podría perdonar algo así.

El juego del pañuelo [Saga: NOSOTROS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora