026.

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—No puedes viajar —Ao'nung tomó el antebrazo de Askari, ella se soltó bruscamente—. ¡Por Eywa, Askari!

Hizo caso omiso a las palabras de su compañero, moviéndose rápidamente por la pequeña carpa, siendo seguida por Ao'nung.

—Hay lluvias, puedes sufrir un accidente —volvió a intervenir el primogénito.

La preocupación en la vos de él era evidente, no quería arriesgarse a perder a Askari, y más si existía la posibilidad de que aquel bote demonio estuviera en sus aguas.

Por un momento ella se detuvo, tratando de pensar con la cabeza fría. Sus ojos aún lagrimebaban con constancia, entonces llevó su mano a su cara, ahogando un quejido de dolor.

—Se que es egoísta de mi parte pedirte que te quedes, pero me preocupa que sufras algo —Ao'nung se acercó a ella, tomando con suavidad su muñeca—, si el bote demonio está cerca, también pueden atraparte a ti.

No respondió, sintió el leve apretón en su muñeca que le brindó Ao'nung, sintiendo el dolor de la voz preocupada de él penetrando en el pecho de ella. Fue entonces que finalmente Askari se desmoronó, cayendo en la maya que separaba sus cuerpos del mar.

Ao'nung se agachó con ella, abrazándola con fuerza, permitiendole llorar en su pecho. Pues de alguna manera a él también le dolía, sentía de algún modo ese piquete en el pecho que seguramente Askari lo estaba sintiendo también.

—Cuando la tormenta pase, yo mismo te acompañaré a tu hogar.

Ella soltó un suspiro ante aquellas palabras, asintiendo y aferrándose un poco a su acompañante.

Por un momento se sintió en paz, su llanto cesó considerablemente, con el sonido de la lluvia golpeando la pequeña carpa, logró encontrar la tranquilidad junto a Ao'nung.

Y el primogénito sentía que estaba ayudando un poco en la calma de ella, eso lo hacía suspirar sus preocupaciones.

Y el primogénito sentía que estaba ayudando un poco en la calma de ella, eso lo hacía suspirar sus preocupaciones

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Ao'nung movía su cabeza con estrés, se sentía inquieto desde que salió del pequeño hospedaje de Askari.

Ella había logrado quedar dormida después de un tiempo de dolor, Ao'nung estuvo con ella en todo momento, y aunque no hubo palabras de por medio, el ambiente no se sintió incómodo.

La casa de sus padres estaba extrañamente oscura, se adentró con cuidado sin decir nada, pues no tenía porqué si estaba vacía.

Por algún motivo sintió el ambiente pesado y un tanto tenso en el momento que entró a la oscuridad de este, esa sensación lo hizo chasquear la lengua, pues no se sentía capaz de soportar ese sentimiento de estrés y pesadez en sus hombros.

Aún así, su semblante cambio al escuchar un débil sollozo proveniente de la oscuridad, frunció su ceño al no comprender la situación.

Con su cola inquieta, se acercó al lugar en el que según él había alguien, y efectivamente, así era.

Su hermana menor se abrazaba a si misma, mientras con su mano parecía querer ocultar su llanto. Sus orejas estaban levantadas, pues se había alertado al escuchar la llegada de su hermano.

—¿Tsireya? —murmuró con suavidad, pero con preocupación de por medio.

Se agachó, empujando sutilmente para que ella quedara de frente, su ceño se frunció aún más al ver el estado de su hermana, al parecer había llorado por algunas horas.

—¿Que sucedió? —cuestionó en un tono demandante.

Su hermana tartamudeó, desviando su mirada mientras se preguntaba para si misma si contarle a su hermano era la mejor opción.

Pues quizá él era el único que la podía ayudar, pero eso significaba sacrificar al otro, independientemente de la situación.

—Tsireya —volvió a hablar, su mirada profunda pero a la vez preocupada.

—Padre dijo —empezó con su voz suave, quebrada— que tengo que casarme con alguien para asumir cargos que tú no quisiste asumir.

El mayor se tensó, mirando como su hermana bajaba las orejas. La conocía muy bien, Tsireya no era alguien que le agradase mucho la idea de casarse con algún desconocido.

Aunque ella era alguien apegada a las tradiciones, esa era una que hasta algún punto no había tenido que preocuparse, pues era responsabilidad de Ao'nung, no de ella.

—¿Te negaste? —preguntó él, ella asintió, apretando sus labios para evitar llorar.

—Me dijo que no.

Ao'nung desvío su mirada, cerrando sus ojos mientras gruñía por lo bajo, se sentía justo ahora entre la espada y la pared.

El silencio reinó por un tiempo, el cual finalizó con la llegada de los actuales líderes.

Tonowari miró a sus hijos, la menor aparentemente desmoronándose por su última conversación, ella no era capaz de sostener la mirada justo ahora.

Todo lo contrario a su primogénito, quién tenía una mirada frívola, Tonowari no tuvo reacción ante eso, cortó esa unión de miradas para adentrarse a su hogar, sintiendo como la mirada de su hijo parecía seguirlo en todo momento.

—No tienes porqué mirarme así —habló, sin dirigirle la mirada a sus hijos—. En parte es tu culpa.

Ronal miró a sus dos hijos, su rostro se suavizó al ver el semblante tan contrastivo de ambos. Pues a pesar de la situación, eran sus hijos.

—No puedes hacer esto, no con Tsireya —replicó el mayor de los nacidos.

—Oh, ¿entonces quieres esperar a que tu futuro hermano nazca y asuma los cargos que tú no pudiste asumir por tus caprichos?

Tonowari se cruzó de brazos,  demostrando por primera vez ante los menores aquel aura de lides, más no de padre.

—Se que la felicidad de ustedes es importante, pero su felicidad no va a sostener a un pueblo, a toda una región de islas.

—A veces, eligiendo lo que ustedes creen que es felicidad, puede condenarlos a un sufrimiento —Ronal tomó el hombro de su esposo—, y hemos tenido un gran ejemplo de esto.

Tsireya mordió sus labios, escondiendo su rostro entre sus piernas.

Ao'nung había cambiado su semblante uno de molestia mezclado con tristeza.

—Ao'nung —su padre lo miró con aparente serenidad pero profundidad en sus ojos, extendiendo su mano—, tienes una última oportunidad.

El primogénito miró la mano de su padre, en ella se encontraba aquella joya que de pequeño le habían inculcado que sería de él cuando tomase su cargo de líder.

—Se que amas a Askari —Ronal tenía una mirada suave a su primogénito—, pero sus caminos se separaron hace tiempo y no hay nada que pueda unirlos nuevamente.

Ao'nung abrió sus labios, dispuesto a decir algo, sin embargo los cerró de inmediato.

Con sus orejas bajas, escuchó como su hermana susurraba su nombre, tomándolo del hombro.

—No tienes que hacerlo, yo puedo tomar ese cargo —le murmuró la menor.

El dolor en la voz de ella era evidente.

—Decide Ao'nung —su padre se agachó a la altura de sus hijos, quedando así la mano de él más cerca a Ao'nung—. Una última desición, definitiva.

Conceited - Aonung (Avatar) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora