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Askari miraba el cuerpo de su padre descender, todo su pueblo tenía un semblante triste mientras su madre dirigía aquella ceremonia.

Contrastando, Askari tenía un semblante neutro, sus ojos se encontraban más oscuros de lo habitual, su orejas caídas y su cola estaba sin movimiento alguno.

Sentía sus extremidades congelarse, casi se podía sentir a sí misma petrificada, un movimiento y sentiría un dolor desgarrante empezar en ella.

El canto del pueblo se hizo nulo ante ella, aunque estaba a lado de su madre, Zìoä no se atrevía a interrumpir el estado de su hija, pues trataba de entender todo el golpe que seguramente recibió en este tiempo, aunque no sabía con certeza lo que había ocurrido en aquel arrecife, si sabía que debía darle el tiempo necesario para que se acople a la nueva situación que la estaba esperando.

—Vamos —Zìoä tocó con suavidad el hombro de su hija, notando de inmediato lo fría que se encontraba.

Una expresión de preocupación adueñó el rostro de la mayor, apretando sus labios pensando en las palabras que podría decirle a su niña.

Askari miró a su madre, unos ojos llenos de dolor pero que no derramaban ninguna lágrima. A pesar de todo, Askari se había caracterizado desde su niñez por ser alegre, a pesar de la amnesia que había adquirido en un pasado y que Zìoä pensaba que seguía presente, Askari siempre había sido alegre.

La primogénita observó como la ceremonia había terminado, su pueblo se estaba yendo ahora, suspiró, creyendo que en aquello se iría todo el dolor que estaba sintiendo, pero claramente no era así, sus malestares aumentaron, y por primera vez, desde que había regresado a su hogar, se permitió llorar en los brazos de su madre.

Esta situación contrastaba de gran manera con lo que pasaba en las islas del Metkayina, pues mientras en el Ta'unui se lloraba la muerte y se preparaban para el ascenso de la primogénita, en el Metkayina se celebraba el compromiso de su primogénito y se preparaban para la guerra.

Esta situación contrastaba de gran manera con lo que pasaba en las islas del Metkayina, pues mientras en el Ta'unui se lloraba la muerte y se preparaban para el ascenso de la primogénita, en el Metkayina se celebraba el compromiso de su primogénit...

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Ni Ao'nung volvió a saber de Askari, ni Askari de él. Vagas noticias llegaron a las islas Ta'unui, un enfrentamiento con los botes demonios, tal como sus pueblos los habían nombrado.

Pero a Askari ya no le correspondía, pues no eran sus islas, y más allá de eso, Zìoä no había esperado más de dos días para dar inicio a la ceremonia de ascenso de su hija, pues el pueblo necesitaba sentirse seguro, que había un líder, y Askari debía brindarle aquello.

Quizá esos últimos días, esas últimas semanas, la habían hecho sentir mas irritable de lo habitual, una molestia que no era habitual en ella, y aunque era amable y suave con su pueblo, su madre notaba sus cambios de humor.

Aunque quizá se debía al estrés sometido últimamente.

Ao'nung, por su parte, se encontraba igual, sintiéndose más irritable de lo habitual, aunque para sus cercanos ya era algo normal, pues no es como si él fuera especialmente alegre.

—La comida se enfriará, Ao'nung —la suave pero firme voz de Ronal rompió el silencio.

Tsireya dejó de masticar, bajando sus orejas mientras miraba el semblante ido de su hermano, su preocupación por él era evidente, e incluso ella misma podía sentir como el malestar de su hermano mayor se transmitía a ella.

—No me siento muy bien.

Confesó él, haciendo el plato al frente, tomando una postura de frustración y tristeza, cubría su rostro con sus manos mientras sus codos estaban apoyados en sus muslos, suspiró con pesadez.

Ronal miró a Tonowari, quién ya tenía la mirada en ella, claramente estaban preocupados por la actitud de su hijo, pero no dijeron nada, se limitaron a seguir comiendo.

Pues había sido Ao'nung quien había aceptado la propuesta, más allá de que hayan puesto a Tsireya en eso, Ao'nung mismo habló con sus padres aclarando todo e incluso, agregando algunas cosas.

Pero a pesar de eso, se notaba que no era lo que quería.

Sumándole la pesadez de la muerte de uno de sus amigos en la batalla que habían tenido, conversaciones entre los forasteros del bosque y los líderes del Metkayina, en las cuales Ao'nung ahora estaba presente, y por ende, cargaba un aura de estrés y era mas fácil de irritar.

O quizá había algo más.

Quizá la unión que había formado con Askari, más allá de lo físico, era tan fuerte que la ausencia del otro los mortificaba, pues quizá ahora se veían incapaces de unirse a alguien más, y más allá de eso, sus sentimientos de alguna u otra manera se encontraban en el otro, atribuyendolos ellos mismos a las responsabilidades que estaban teniendo actualmente.

Askari comía con más ganas de lo usual, aún así, manteniendo su postura. Zìoä, su madre, la miraba atenta, la mayor aún era la Tsahìk del pueblo, y no iba a pasar por alto el comportamiento de su hija y las señales que había recibido de la misma Eywa.

—Desde pequeña siempre te inculqué y te enseñé los valores para ser la próxima Tsahìk del pueblo —comenzó Zìoä con suavidad, manteniendo la mirada en su hija, quién levantó la mirada rápidamente.

—¿A qué viene eso?

Preguntó la joven con curiosidad, había dejado de comer para prestarle atención a su progenitora.

—No te enseñé todo —Zìoä volvió la mirada a su plato—, me faltó lo más importante, el vínculo entre dos personas.

Askari asintió, tensando sus labios y volviendo la mirada a su plato, al igual que su madre.

Su cola se inquietó, ahora masticaba con dificultad.

—Askari, mírame.

La joven levantó su mirada, curiosa y atenta, sus orejas se enderezaron al escuchar su nombre.

—¿Desde cuando tienes vida en tu vientre?


Conceited - Aonung (Avatar) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora