☆ seis ☆

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Pasaron algunas semanas y el disco de Serú estaba yendo bastante bien, gracias a esto Pedro podía tomarse el tiempo de ir al conservatorio con más calma y tomar sus clases, tenia ya dos semanas asistiendo a prisa para sólo hacer exámenes y es que a todos les parecía importante tomarle demasiado tiempo al grupo, y no era para menos, era muchísimo trabajo para adelantar, afortunadamente él era bueno organizando sus prioridades así que dejó sus clases de lado durante unos días, sus padres le sugerían constantemente dejar la escuela para dedicarse de lleno a la música (irónicamente) pero fuera de sus responsabilidades como bajista le gustaba muchísimo el tomar clases y aprender de sus maestros, el rodearse de gente de su edad interesada por la música le daba confianza y eso era algo que no estaba dispuesto a abandonar. Caminó por los largos y vacíos pasillos cuándo terminó su última clase del día, saludó a varios amigos y también fue al baño que quedaba de pasada para lavarse la cara, le faltaba poco para salir del edificio cuando Olivia entró por la puerta principal, tenía tiempo sin poder verla por el estrés que tenía encima, la chica llevaba puesto un blusón blanco largo y un suéter tejido en café, él pensaba que se veía bastante tierna.

—Vas a volver, ya estaban preguntando por ti—Dijo Pedro al acercase, después sé percató de que ella estaba llorando.

—En realidad no... hablé con mis papás sobre el bebé, no salió tan bien y han decidido que no pagarán más nada del intercambio... voy a dejar el conservatorio y también me quedo sin departamento, es injusto pero así es, dijeron que ahora soy responsabilidad de Charly—Sollozó, el mayor la acogió entre sus brazos.

—Vos no te preocupes—Le tomó la cara con ambas manos y limpió sus lágrimas salientes con el pulgar—Podés vivir conmigo y por el conservatorio hablaremos después, sos muy inteligente, hay como aplicar para una beca más adelante, no llores más yo estoy contigo—Ella se aferró a su cintura como sí jamás hubiera sido abrazada por alguien, el estar cerca de él siempre la reconfortaba mucho.

—Pedro no tienes porque ofrecerme tu casa, conseguiré trabajo he intentaré ver si David puede rentarme un cuarto en el estudio, supongo que es lo que queda—Soltó sin separarse de Aznar.

—¿Y Charly? ¿Que dijo él?—

—Aún no lo sabe, acabo de hablar con mis padres hace unas horas, sé que no le va a agradar todo esto—Dijo ahora más tranquila.

Pedro la veía como sí fuese una niña pequeña entre sus brazos, para él, Olivia apenas entendía que es lo que estaba haciendo y con quién se estaba metiendo, le enojaba pensar que Carlos no estaba y nunca había estado ahí para apoyarla en sus momentos más difíciles, ni siquiera cuándo comenzaron a salir, ella le daba su confianza ciega y a cambio él solamente le traía mal y tristeza, ¿cómo hacer para sacarla de ahí sin salir tan herido? ¿por qué ella no podía ver quién era el que siempre había estado ahí? no quería seguir preguntándoselo pero tampoco quería abandonar la ilusión de que algún día se daría cuenta.

Salieron del lugar después de realizar los trámites necesarios para que Olivia no estuviera más matriculada dentro del conservatorio y caminaron desanimados con dirección al estudio mientras platicaban de otras cosas que habían pasado durante esas semanas para distraerse, la castaña hablaba sobre su vida como mamá y lo mucho que se movía la bebé ahora, el chico hablaba sobre las nuevas canciones grabadas para "la grasa de las capitales" y como había mejorado considerablemente en el bajo, incluso Charly estaba cediendo a sus ideas y le tomaba más en cuenta, estaban por llegar pero para la sorpresa del mayor ese parecía no ser su destino, no dijo nada y ambos continuaron caminado en línea recta hasta que pudieron llegar a un edificio bastante grande con lo que parecían ser apartamentos, entraron en el, subieron y por fin pararon frente a una puerta de madera con el número 707, Olivia dió dos golpes a la puerta con seguridad y una voz femenina apareció gritando un claro "ahora voy".

—Boluda pero ¿que hacés acá? no esperaba que caminaras tanto para verme—Sonrió la chica alta que apenas abrió la puerta, reconoció quien tocaba, la abrazó como saludo y después observó al chico alto que la acompañaba—Trajiste a tu amigo guapo además, hola—Pedro correspondió el saludo y se sonrojó al reconocer quién era, era Estela que iba una clase abajo de ellos, sabía que cantaba o algo así,  era bastante buena—Pasen—

—Ya no estudiaré más—Soltó la chica como primer comentario para introducir la plática dejándose caer al sillón con confianza, Estela quién traía dos mates para sus invitados casi logra tirárselos encima por la impresión.

—Mierda, ¡casi hacés que me los tire encima!—Pedro trató de no reír, pero se notaba una expresión divertida en su rostro—¿De qué poronga estás hablando? no lo podés dejar, el piano profesional es tu vida entera—

—Hace 6 meses que mi vida entera es otra cosa—Dijo con seguridad mientras se ponía una mano en el vientre.

—Ya que si te entiendo pero, pensé que seguirías con eso, trabajaste bastante para entrar... lo siento creo que no estoy ayudando perdón, solo me da mucha impresión que derrepente lo hayas decido así de la nada—

—Así como decidir, decidir no —Interrumpió Pedro, ambas chicas le miraron con el ceño fruncido, se sintió como un chismoso, en realidad no quería decir eso, simplemente salió de su boca al pensado.

—Metiche—Se burló la más alta, ambas rieron mientras al chico se le caía la cara de la vergüenza.

—Mis papás querían que Charly lo pague, que soy responsabilidad de él ahora—

—Ese pelotudo no va a pagar nada supongo—Dio un trago al mate que tenía entre las manos—¿Tenés laburo ya?—

—No en realidad—Se encogió de hombros.

—Bueno, Gus está administrando la cafetería de mis viejos, consideraté contratada, sólo lo tenés que soportar diario con sus flasheos de artista—

—Estela eres una chingoneria—La más pequeña se levantó en un segundo para abrazarla, su amiga la recibió y le dio un apretujón.

—Sos como mi hermana Oli, te quiero montones aunque hables así re raro—Aún en el abrazo, la pelinegra observo con atención al callado chico por el hombro de su amiga, con el mate entre las manos tratando de no entrometerse, cuándo por fin se separaron encontró valor para decirle algo—Y vos que, ¿te comieron la lengua los ratones?—

—Eh nono, yo estem uhm—Tartamudeó mientras la veía acercarse, Oli sonrió cómplice.

—Dale dale no te asustes,  si querés te puedes quedar callado, igual te ves bonito—Le dijo sin ninguna gota de vergüenza, posteriormente le despeinó el cabello jugueteando como si se conocieran desde hace tiempo—¿Cómo te llamas?—

—Pedro, Pedro Aznar—Intentó sonar amistoso, pero se le caían los pantalones del terror.

—Quédense a almorzar, que justo cocinaba y me muero de hambre—

Continuó bastante apenado durante el almuerzo pero sin duda con más confianza, Estela era muy amistosa y cálida, ella podía tratarte como si te conociera de toda la vida aunque ambos tuviesen 30 minutos de conocimiento de la existencia del otro, ambas chicas platicaban sin conciencia del tiempo mientras él se sentó en silencio y tenía un revuelo de emociones en la cabeza, una mujer le había dado un cumplido y hacía tanto no recibía uno, se sentía muy extraño, algo muy dentro de él no podía recibirlo o aceptarlo, comprendió en ese momento que desde sus adentros le era incondicional a Oli, aunque ella no lo quisiera.

Realmente estaba muy jodido y no hacía falta que se lo dijeran.

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la grasa de las capitales 1979, charly garcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora