☆ siete ☆

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—¡Olivia ya llegué!—Gritó el crespo mientras intentaba cerrar la puerta del apartamento con un pie, se la había pasando haciendo encargos por la mañana a cambio de dinero y le dió clases extras a Fito por la tarde, estaba exhausto pero satisfecho, generó una buena cantidad de dinero en su día de descanso, mismo dinero que gastaría en su hija y Oli, de regreso a casa había pasado por la fonda mexicana que estaba cerca y se detuvo para comprarle a la castaña algunas cosas que había estado diciendo se le antojaban.

Charly recorrió todo el living y la habitación sin encontrarla por ningún lugar, después de rendirse en la búsqueda recordó que él se había llevado las llaves así que era imposible que la chica entrara al llegar del conservatorio por la tarde, tomó algo para cambiar su ropa sucia, la comida y cruzó a su puerta de enfrente, estaba abierta, entró y dejó la comida sobre la barra, luego siguió el camino de la luz procediendo del cuarto de baño.

—Así que aquí estás—Dijo en voz alta mientras se recargaba en el marco de la puerta—Pensé que ya no te iba a encontrar—Rió, la chica quién se encontraba en el agua de la tina abrazando sus rodillas con mucho esfuerzo, levantó la cabeza y le miró, él se acercó y se puso de rodillas por un lado— Podés tardar el tiempo que quieras ahí pero, te traje comida y me pinta comer caliente por lo menos hoy—

—No tengo hambre—Respondió bajito.

—¿Cómo no? vos estuviste rompiendo las bolas con ese tal pozole o que sé yo como se llame—Dijo en un tono molesto, a Olivia se le salieron las lágrimas en seguida y comenzó a llorar, Carlos no dijo nada, simplemente sé quedó ahí acariciando su espalda mojada hasta que se tranquilizó un poco, se estaba acostumbrando al llanto de la nada con ese embarazo—Perdón no quería que lloraras, más bien intentaba hacer algo bueno por vos, nunca me sale eso—Rió nervioso en la última oración.

—Está bien, no eres tú Charly, es sólo nostalgia—

—¿Por qué sentís eso? ¿Extrañas a tu familia o algo?—Parecía interesado pero apenado, se sentía extraño verlo así.

—Algo supongo, pero ellos a mí no y estoy segura—Suspiró acomodándose el cabello mojado en los hombros.

—¿Te crecieron las tetas?—Olivia soltó una carcajada aún sin poder recuperarse totalmente de las lágrimas—Lo siento no trataba de interrumpir, sólo quería decirlo, que mierda que soy—

—Creo, según yo es lo normal para alimentar a un bebé... ¿quieres bañarte conmigo?—Sugirió.

—¿Me estás diciendo sucio?—

—Sí—

—Ah como sos—La chica sonrió divertida—Dale haceme espacio entonces—

Charly se quitó las prendas sucias que llevaba encima, dejó los lentes en el lavabo y se metió a la bañera, gracias a dios la bañera era grande, quedaban algo apretujados pero ambos cabían, el agua caliente le relajaba los músculos y las burbujas le daban tranquilidad, tenia semanas con un dolor en la espalda insoportable, grabación tras grabación y eran los gajes del oficio.

—¿Te fue bien hoy?—Preguntó la chica para romper el hielo, el ambiente era algo incómodo de repente, tenían algo de tiempo sin tener un momento íntimo y ahora estaban apenados.

—Sí sí, tengo un alumno y estuve dándole clase un rato por la tarde, va bien porque tiene buen oído, 16 años tiene, le gusta el teclado también—

—Que lindo, yo empecé a tocar a los 13, mi papá compró un piano para mi abuelo y él me enseñó—Recordó en voz alta—Creo que me haría bien enseñar a otras personas también, lo consideraré—

—¿Tu abuelo vive?—Preguntó a secas, Olivia agradecía que Charly fuese tan imprudente, así podía reírse y olvidar las desgracias que le pasaban.

—No, murió antes de que viniera para acá—Sé encogió de hombros.

—No te preocupes yo tampoco tengo abuelo—

—Uy menos mal—Rió—Que tonto que eres—Lo salpicó con burbujas, él se sonrió—El caso es que él me enseño y estaba muy feliz de que por fin podría expandirme más rápido en la música acá en Argentina, pagó una o dos colegiaturas y me llamaba seguido para ver como me iba, hasta que un día me llamaron mis padres para decirme que ya no estaba, quise ir a despedirlo pero me lo avisaron dos meses después de que falleció, en este punto creo que estaría decepcionado—

—Pero que decis si sos buenísima —Admitió, cosa que para Charly era difícil de hacer—No admiten a cualquier persona en dónde estudias—

—No digas eso, que me la voy a creer y no va a ser divertido—Quería llorar y decirle que ya no estudiaba más ahí, pero todo estaba en paz y sentía que no era un buen momento.

—Tenés muy poca confianza en ti misma, eso es muy problema muy grave en la música y en cualquier lugar—La miró fijamente esperando una respuesta inteligente.

—No es eso, sólo soy vulnerable, el papá de mi hija merece conocerme al menos un poco—Charly, quién esperaba cualquier respuesta menos esa, se sorprendió—¿No crees? sí vamos a criar un bebe juntos mínimo nos quitaremos las máscaras y hablaremos con la verdad—

—Supongo, aunque yo no tengo ninguna máscara, sólo no me gusta hablar sobre mí—

—Yo quiero saber sobre ti, ¿puedo preguntar?—

—Eso ya es una pregunta—

—Carlos—Frunció el ceño.

—Bueno dale, preguntame—Suspiró rendido.

—¿Tienes hermanos?—

—Sí, 3 pero no somos amigos, mi familia no es  unida ni en pedo,  desde que me mudé a este piso olvidaté—

—Yo tengo dos hermanas mayores, una tiene tu edad ahora que recuerdo—

Conversaron durante un rato en la bañera hasta que sintieron que ya estaban lo suficientemente remojados, después se vistieron y continuaron la conversación en la cama, ella se sentó cerca de la cabecera sobre las almohadas para darse altura mientras Charly estaba boca abajo a su lado, hablaron sobre sus papás, las escuelas en las que habían asistido, su niñez, un poco de su adolescencia y otras cosas hasta que él se quedó dormido, se veía tan tranquilo y respiraba profundamente mientras ella le acariciaba la espalda con cuidado, Olivia no encontró valor en toda la conversación para contarle lo que había pasado con sus padres esa tarde, el momento había sido tan perfecto que había temido arruinarlo con las malas noticias, nadie podía culparla por ello, el escuchar a Charly era algo diferente, Pedro siempre decía que no se podía conversar de manera normal con él, pero era una mentira, el crespo era como uno de esos libros abiertos que nadie se atrevía a leer.

Y ella lo estaba leyendo.

la grasa de las capitales 1979, charly garcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora