☆ once ☆

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El ruido de la puerta de Charly siento golpeada bruscamente se escuchaba por todo el piso, eran las 9 de la mañana y parecía que estaban apunto de tirarla con toda intención, el desastre había comenzado a enfadar a los vecinos y tenía mil llamadas perdidas en la contestadora por lo mismo, era muy molesto el tener que dar explicaciones tan temprano, el antes mencionado sé levanto de la cama furioso, sé puso los primeros pantalones de casa que encontró cerca y caminó hasta la puerta, no podía entender quién tocaría con esa fuerza he insistencia para que le abriesen pero sin duda lo iban a escuchar.

—¿Qué queres mierda? no compramos nada y tampoco ayudamos al gobierno dejá de tocar hijo de puta—Dijo al abrir de prisa, había una chica alta parada tras la puerta, con el cabello rizado y rubio, una expresión de molestia adornaba su rostro, era más o menos de su edad y se parecía mucho a Olivia.

—Así que tú eres Charly, imaginaba que te veías diferente..., soy hermana de Olivia, he venido a visitarla como dije, pero al parecer no está en su piso sí no en el tuyo, tuve que preguntar a los vecinos—

—Ah sí mucho gusto, que bueno que tuvimos impresiones similares, yo pensaba que serías más delgada vos—Ella rodó los ojos sin disimulo, pero él no le vió—Pero bueno sí acá dormimos, nos mudamos de piso en piso con los días, sí queres entrar al mío aquí es—Evidentemente no se llevaría bien con ella, eso era una realidad.

La chica sonrió falsamente y pasó junto con su equipaje de mano que era bastante en realidad, tenía maletas como si fuese a estar ahí un mes, Charly sentía que las cosas irían mal en peor.

—¿Charly quién llamaba con tanta insistencia? En fin que bueno que llamaban que se nos hacía tarde—Gritó la castaña mientras salía de la habitación calzándose, no le había tomado mucho tiempo arreglarse y sabía que a él tampoco le hacía falta tanto, normalmente lo hacía en 5 minutos, sintió sus piernas flaquear cuando por fin se pasó al living y vio a su hermana mayor parada justo al lado del sofá, Charly no podía adivinar la expresión de su rostro pero estaba seguro que eso no era una cara de felicidad.

—¡Hermanita que linda estás!—Corrió al verla para abrazarla, Olivia le abrazó con mucho esfuerzo, jamás habían tenido ese tipo de relación, mucho menos desde que ella se había casado con un empresario más importante que su padre y fingió que no los conocía en aquella reunión de ventas, lo último que supo de ella por su madre fue su triste situación de infertilidad y como no pudo darle los hijos que tanto quería a su marido —¡Wow que grande que está la panza! ¿Cuántos meses tienes ya?—

—Estoy cumpliendo 7 hoy—Tocó su vientre inquieta, la bebé estaba despierta y pateaba con fuerza, ella pensó que Gus habría dicho que seguro sintió una mala vibra—No te esperaba aquí Cata, ¿no decías que Buenos Aires estaba horrible? me lo recuerdo del viaje que papá nos regaló por las vacaciones hace tiempo—

—No es mi lugar favorito, pero quería visitarte para estar cerca de ustedes y sí tenía que venir aquí...—Observó el piso de Charly con algo de disgusto en su expresión—Pues bueno, además le dije a tu novio para no ser importuna, hace una semana o algo, que pienso quedarme aquí por unos días—

—Si sí, que gusto que vengas acá al lugar más feo del mundo pero no podes quedarte en este piso, sí queres te podes instalar en el de Oli que por el momento no estamos ocupando, así tenemos cada quien nuestra privacidad ¿sí entendés como?—Dijo García con un toque de sarcasmo mientras se amarraba el cabello y después sé colocaba los anteojos.

—Sí gracias, la verdad es que siento que estaré más cómoda allá, teniendo espacio y un poquito de otros aires—Comentó pasivo agresiva, parecía que era una competencia entre ambos para ver quién le estaba cayendo peor a quién.

—Te puedo dar mis llaves sí quieres, porque nosotros estamos preparándonos para salir y vamos algo tarde—Rebuscó rápido en el mueble que tenían a un lado del sofá en el living, sacó su llavero y se lo entregó en las manos.

—¿A donde irán? digo sí puedo saber, que son muy misteriosos ustedes—El crespo tenía ganas de arrancarse los cabellos uno por uno con lo inoportuna y chismosa que era.

—Tengo cita con el médico y con Charly quedamos de ir juntos, en privado, no tardaremos nada—

—Sí que ya nos tenemos que ir y tú a dejar tus cosos, un gusto Cata—Se despidió el de vitiligo, sin esperar la respuesta corrió hacia la habitación para cambiar sus pijamas por ropas con las que pudiera salir.

—¿Ese es el único noviecito que pudiste conseguirte? ¿Qué se supone que tiene en el bigote?—Le cuestionó Catalina en voz baja.

—No hables mal de Charly frente a mí Cata, que igual no entiendo qué haces aquí si ambas sabemos que nunca nos hemos llevado lo suficiente para que me extrañes y seas amable conmigo—Eso era verdad, ni siquiera de niñas fueron lo suficientemente amigas o algo así, siempre había parecido que Cata la odiaba.

—Ay Oli no te lo tomes así, me hacía ilusión verte y eso es todo—Le tomó la mejilla para jalonearla fingiendo dulzura, la castaña le retiró el brazo al instante—Bueno, que iré a instalarme en tu piso, suerte con el médico— Oli bufó al verla salir, quería que se fuera ya mismo.

Se paró en silencio unos minutos y después terminó buscando algo para comer en la cocina, estaba dándole una mordida a una tostada cuando los cables se le juntaron y la conversación con su hermana había cobrado sentido.

—Carlos, ¡ven acá!—Gritó como regaño, el crespo apenas sacó los bigotes por la puerta, sabía que estaba en problemas—¿Por qué no me lo dijiste? ahora tenemos una loca en el otro apartamento, yo conozco a Catalina y esto es la peor idea que haz tenido sí creíste que me alegraría o me ayudaría—

—Mi amor que no fue mi idea, lo que sí es verdad es que llamó y me olvidé, perdón—Explicó arrepentido mientras la alcanzaba en la cocina, él ni siquiera había notado que le había soltado un apodo, era la primera vez que la llamaba así.

—¿Cómo me llamaste?—Sonrió olvidando totalmente el enojo que sentía, Charly se sonrojó al instante y le dio la espalda.

—No podés hacer esto conmigo che, olvidaté si continuas burlándote de mí—Se defendió.

—Fue tierno, hazlo más veces—Lo abrazó por detrás para reconfortarlo haciendo que él mismo decidiera voltear para verla, ella inmediatamente se paró en puntitas y se colgó de su cuello para atraerlo y quedar a su altura, posteriormente le plantó un besito en los labios—Me gustaría darte uno mejor, pero vamos ya 15 tarde—

—La puta madre, vámonos—

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la grasa de las capitales 1979, charly garcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora