☆ tres ☆

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Caminaron por las calles de Buenos Aires tomados de la mano, era la primera vez que hacían eso, por los nervios del momento Charly intentó prender un cigarrillo pero recordó por la mirada matadora de la chica a su lado que no era una buena idea, tomarse de la mano se sentía extraño, aún más para él después de tanto tiempo, había cogido con tantas antes pero jamás las había tomado de la mano ni había tenido una cercanía similar, poco pasó para que llegaran al ensayo y es que ambos sentían tantos nervios que caminaron a paso rápido.

—Pensé que ya no vendrías Carlos—Soltó un enojado Aznar al abrir el portón antes de percatarse de quién lo estaba acompañando—¡Oli! ¿qué hacés acá? no puedo creer lo que creció  la barriguita—Pronunció dirigiendo su mano hacia la antes mencionada, el de bigote bicolor se sobresaltó y se la tomó antes de que pudiese tocarla.

—Pero ya llegué y mucho cuidado con tus manitas chancho—

Ambos se encogieron de hombros y Pedro les dio paso hacía adentro con algo de pena, Lebón y Moro también estaban ahí, sentados en el sofá boludeando y fumando un par de cigarros.

—De ahora en adelante los puchos están prohibidos acá, Oli estará acá ayudándonos y el humo no le háce bien, ¿correcto?—Anunció retirando los que sus compañeros tenían en la mano.

—¿Papá Charly?—Los tres chicos rieron al unísono ante el comentario de moro—Sos un pelotudo, que eran los últimos—

—Si si que soy papá, y es nena, 5 meses tiene— A Olivia se le aceleró el corazón cuándo Charly por fin habló sobre su hija y sinceramente, a Pedro también.

—¿Vos estás haciendo una broma verdad? que es un chiste—David no lo podía creer.

—Yo creo que sí, Olivia quítate la barriga falsa—Ella se levantó el blusón para que pudieran ver la barriga mejor— ¿a? ¿que no podés? pues no, no es una broma—

—Bueno, supongo que habrá que decir felicidades, tener una nena más en el grupo será diferente—Sonrió un optimista Moro.

—Felicidades Oli sos una mamá muy bonita—Agregó Aznar, Pedro no podía ocultar por mucho que quisiera la manera en la que la veía, la amaba incluso sabiendo que estaba embarazada de uno de sus mejores amigos.

—Gracias de verdad, perdón porque van a tener que dejar de fumar aquí por mi—

—Tranqui, todo sea por la nena y que no salga igual de mongolica que el padre, pero dejando de lado eso, nos gustaría que grabés algo en el teclado y sí querés podes descansar en la habitación que más te guste al terminar—

—Está bien—Sonrió la castaña.

El grabar no fue muy pesado para ella pero atendió la sugerencia de David quedándose en el primer cuatro libre que encontró en el estudio, cuándo finalmente tuvo un momento de soledad se sentía paranoica, podía jurar que Pedro la veía con especial amor.

•1978•

—¡Pedro ya déjame en paz!—Olivia no podía dejar de reír, se estaba retorciendo en el suelo mientras Aznar, quién estaba arriba de ella le hacía cosquillas.

—¡Está bien pero sos una chillona!—Sé quitó de encima y se recostó a su lado en el pasto explotando de la risa, Pedro y Olí se habían conocido en el conservatorio, en una clase de piano, ella estaba de intercambio en Argentina y el chico le había caído como ángel del cielo, era su único amigo y ella estaba pasando a considerarlo un hermano, por el contrario, él solamente podía derretirse al escucharla reír.

la grasa de las capitales 1979, charly garcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora