☆ diecisiete ☆

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Cuando Olivia despertó en el cuarto de invitados de Lebón junto a su hermana, el cielo estaba pintado de gris claro por las nubes que avisaban que habría lluvias altas, ella pensaba que el tiempo se veía casi como lo que sentía por dentro, gran vacío y frío.

Sé levantó con cautela tratando de hacer el menor ruido posible para ir al baño, al entrar y verse en frente al espejo sintió lástima de sí misma, tenía las ojeras más grandes que había visto en su vida, la piel pálida y reseca, también restos de maquillaje corrido y un raspón en la mejilla que no entendía de dónde es que había salido, abrió el grifo y dejó correr el agua caliente para lavar su rostro con cuidado, utilizó un jabón para quitar las marcas de maquillaje y después se secó con una toalla de las que Luis había dejado para que ocuparan.

—¿Cómo te sientes?—Le dijo Cata sorprendiéndola mientras se recargaba en el marco de la puerta tallándose los ojos, Oli volteó a verle por un segundo antes de continuar extendiendo la toalla mojada en el lugar designado para ello.

—De la mierda si soy sincera, pero aquí estamos, ¿no?—Rió amargamente, no sabía que otra cosa decirle—¿Tú qué tal?—

—No sé, me iba a México mañana, compré el vuelo antes de saberlo todo, pero necesitas ayuda extra ahora—Soltó la rubia con pena mientras veía hacia el suelo.

—No no, no te sientas comprometida en esto, tú tienes tus problemas Cata, yo tengo que enfrentar los míos sola, sí quieres puedes venir cuando es que va a nacer Aura—Le dijo con decisión, aunque en sus adentros sabía que no estaba siendo honesta con ella, tenía mucho miedo y no quería estar sola.

—¿Dónde te vas a quedar?—Preguntó con preocupación, la castaña la tomó de los hombros con delicadeza.

—Ya veré, tu tenes que irte tranquila, no te preocupes—Respondió mientras la veía directo a los ojos.

—Me pides mucho Olivia—Habló algo enfadada, su hermana pequeña agachó la cabeza al instante—Quiero que vuelvas conmigo a México, no puedo dejarte sin nadie aquí— Agregó en un tono más tranquilo.

—Tengo a Pedro—Dijo con seguridad mientras tenía una mano en el vientre, Cata se sorprendió.

—Tener a Pedro no garantiza seguridad, literalmente casi lo matan a golpes—Alegó mientras se alejaba en la habitación para sentarse sobre la cama.

—Charly estaba metido en líneas, obviamente lo iba a moler en golpes...—La rubia rodó los ojos apenas la escuchó, Oli no pudo verla ya que apenas había pasado por la puerta del baño—No sé Cata, no quiero que me juzgues, quiero arreglar las cosas aquí, no quiero huir como una criminal, quiero que Aura nazca acá en argentina como estaba planeado y necesito hablar con Charly—

—Sé veía muy herido, lo que dijo fue algo que diría alguien que está muy decepcionado—Señaló—Pero eso no lo justifica, dudó de su hija y pudo haberte lastimado más—

—No entiendo porque reaccionó así, sé que hice mal en ocultar lo del conservatorio y también lo de mi piso, pero no entiendo porque tanta ira y tampoco el odio repentino a nuestra hija—Suspiró.

—Lo que decidas esta bien para mí Oli, pero no permitiré que vayas a buscar a Charly sólo para que te haga daño—La más pequeña asintió ante esto con la mirada hacia el suelo, parecía derrotada, caminó hasta la cama y se sentó al costado de la rubia, ella la abrazó por detrás y le dio un beso en la cabeza —Te mandaré dinero para que ya no tengas que trabajar más y tomes descanso como lo dijo el médico, también puedes buscar un piso y pagaré el arriendo para que estén cómodas—

—Quiero estar en el estudio como hablé con David, no tendría que pagar nada, no necesito que te desgastes tanto cuando tienes más cosas para preocuparte—Rogó.

—Déjame ser la hermana mayor que jamás fui contigo Olivia—La castaña rápidamente se derrumbó entre lágrimas—Sí quieres estar ahí lo aceptaré, pero también déjame ayudarte con tus gastos—

—E-Está bien—Aceptó por fin.

Carlos había pasado toda la noche en casa de Óscar, no sabía en qué momento había llegado ahí ni tampoco como es que lo hizo, sentía una leve amnesia, le dolía todo el cuerpo y también tenía resaca, a pesar de ello recordaba cada una de las palabras que había usado contra Olivia y lo mal que se había sentido al hacerlo, un vago recuerdo de la cara de Pedro también transitaba por su mente, lo había cagado a piñas y de eso no se arrepentía para nada, aunque sí se lamentaba de no haberlo confrontado frente a la que era su novia. Cuando por fin logró convencer a Moro de que se encontraba consciente, tomó rumbo hacia su edificio para estar solo y desahogarse, subió las escaleras y corrió la puerta con la seguridad de entrar y ponerse a lloriquear por ahí mismo.

—Charly no podés estar dejando la puerta abier... ¿que tenés?—Páez salió del cuarto de baño al escucharlo y le veía con preocupación al notar que tenía los ojos aguados.

—No te esperaba aquí—Trató de disimular tallándose y sorbiendo, no le gustaba la idea de que le vieran llorar— Me olvidé de la puerta y de que teníamos lección hoy, no me llega agua al tanque últimamente—

—Ah sí... ya podés dejar de fingir que no estabas llorando, no soy ningún boludo—Se paró frente a él y trató de mirarle a la cara—Contáme, te escucho—

—Fito está bien, no tenés que hacerle de loquero, sos pequeño para esto—

—Che sos mi amigo, quiero escuchar qué pasa, no tendría que ser tan malo además—

—Me siento del orto, Olivia y yo ya no estamos más juntos, supongo que así tenía que ser pero, realmente la estaba queriendo tanto—

—¿Qué decis? No te creo, sí estaban re bien el otro día—

—Gracias Fito—Rió con dolor.

—Uy perdona, lo quería decir es qué, no entiendo que pasó para llegar hasta allá, es un montón—

—¿Recordas a mi amigo Pedro?—Fito asintió—Pues eso, también descubrí que me había mentido todo el tiempo con la escuela y que están por sacarla del piso—

—Pero ¿Por?—Preguntó tratando de entender.

—No sé, ni siquiera le di tiempo para una explicación, no tenía ganas de escucharla decir sus mierdas—El más pequeño se tapó ambos ojos con las palmas de las manos.

—¿Y sí tenía una buena razón para no decir nada? Digo, tenía que tener una razón loco, la gente no hace esas cosas así como así, menos ella, la conocés—

—Le rompí la nariz a Pedro—Respondió ignorándolo cabizbajo—Pero sólo eso, hubiera querido gritarle ahí mismo, pero yo también fui un mal amigo antes—

—Charly vos podes arreglar las cosas sí tenes intención—Lo tomó del hombro con la mano derecha—¿Qué va a pasar con tu hija?—

—No sé Páez, que no sé siquiera sí es mía—

—No Charly, deja de hacerte el mongolico, que vos sabes que sí, si tenes miedo y estás herido es mejor que lo digas así, sí Olivia y vos ya no tienen remedio esta bien pero pequeñita no tiene la culpa, ¿Sabes lo mal que se siente no tener a uno de tus viejos? disculpate y sean amigos por ella, posta que te lo agradecerá de mayor—

—Eres un pibito muy inteligente Páez pero no es así tan fácil—

—Vos que te complicas todo en realidad, sabes como son las cosas, no creo que vayamos a tocar ahorita así que sí no es molestia hay que dormir— Caminó y se recostó en el sofá para después bostezar, García sonrió más animado, inteligente para ser así de joven.

hola, gracias totales a todes los nuevos lectores por sus votos y comentarios! espero estén disfrutando mucho.

la grasa de las capitales 1979, charly garcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora