☆ catorce ☆

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—Deberías arreglar el departamento de tu novio—Soltó Cata sin vergüenza mientras veía las cortinas que tenían puestas, no eran las mejores sin duda pero tenían un color verde claro muy bonito que daba luz natural a la casa—No tiene buen gusto, tampoco veo en dónde es que van a meter al bebé aquí—

—Lo pensaremos después... pero por lo pronto mis cortinas se quedan ahí—Le quitó las telas de la mano con amabilidad y la guió para que se sentara, habían estado llevándose mínimamente mejor cuando no hacía comentarios así.

—Mamá me llamó para decirme que ya no estás en la escuela, ¿Para que sales en las tardes entonces?—Dijo en voz alta mientras se sentaba en el sofá colocando una pierna sobre la otra, Olivia puso el dedo índice entre sus labios indicándole que guardara silencio, Charly todavía estaba en la habitación durmiendo y era muy probable que escuchara sí discutían— ¿No sé lo haz dicho? Que mentirosa eres Olivia—Contestó en voz baja, su hermana pequeña le vió con evidente molestia.

—No he encontrado el mejor momento, estoy trabajando por las tardes para ahorrar algo y tú no dirás nada sí vas a seguir aquí—

—Ah sí, claro yo también tengo que ser una mentirosa—Sonrió sin ganas, después tomó una de las revistas que tenían en la mesa de centro, era una revista de maternidad—¿Tu compras esto?—Le preguntó más tranquila, Olivia que estaba acomodando los vinilos en su lugar volteó para ver de qué se trataba.

—A veces yo, a veces Charly las trae para mí, la mayoría del tiempo leo libros sobre el tema, solamente quiero saber que hacer cuándo nazca la nena, no quiero ser de esas que no tienen idea ni de como cambiarle el pañal—Su hermana mayor asintió y hubo un pequeño silencio de varios minutos antes de que siguieran hablando.

—Sergio no me dejaba comprarlas... me decía que de igual forma nunca voy a ser mamá—Dejó la revista en la mesita de centro y se cruzó de brazos, fatigada tiró la cabeza hacia atrás, su hermana pequeña le miró extrañada.

—¿Ya no estás con Sergio?—Se sentó a su lado con prisa, tenía curiosidad y quería saber que había pasado.

—Pues supongo qué ya no—Suspiró.

—¿Por? —Continuó preguntando.

—Seré sincera contigo—Tomó aire, era difícil lo que quería decir—Mamá me mando a rogarte que me dieras a ese bebé y a cambio seguiría pagando tu piso y la escuela para ti, Sergio me dijo que no seguiría conmigo sí no le daba un hijo en dos meses —La castaña se desconcertó pero continúo escuchándola—Y estaba planeando hacerlo cuando recién llegué, pedirte que me lo dieras... pero, sé que jamás lo harías y no eres la adolescente tonta que pensó mamá que serías, y tampoco quiero pedírtelo en sí, parece que eres muy feliz desde que lo esperas—Sollozó, Olivia se acercó para abrazarle.

—No puedo creer que te haya sugerido eso, ¿en qué mundo tiene la cabeza—Bufó con molestia mientras reconfortaba a la rubia, sentía que la única responsable de esa estupidez era su madre, a Cata  jamás se le habría ocurrido.

—Sé que no tiene sentido pero en el momento que lo sugirió me dio esperanza—Dijo con despecho, su hermana pequeña le veía con pena y le limpiaba las lágrimas con los dedos—Perdón por esto, en verdad quería hacer las cosas mejor—

—Está bien, el problema es mamá, no tú, a ti te perdono, te entiendo—Tomó su mano para que la sintiera aún más cerca, por primera vez realmente estaban siendo hermana de la otra.

la grasa de las capitales 1979, charly garcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora