☆ veintitrés ☆

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—¿Te habían dicho que sos muy linda?—Le dijo Aznar mientras le peinaba el cabello recién lavado, el disco de la grasa por fin estaba terminado y tenían más o menos una semana saliendo formalmente, gracias a que tenía más tiempo Pedro sé quedaba por las noches después del laburo para dormir y cuidar de Oli, la cercanía les hacía bien, ella apenas se estaba acostumbrando, él era muy diferente a Charly.

—No, no me lo habían dicho —Rió jugando.

—Ah pues ahora lo diré más veces para que no te olvides—Le advirtió mientras se ponía frente a ella y le tomaba de la barbilla para besarla—Sos la más linda—La besó.

El ambiente sé tornó muy romántico entre besos y abrazos, esto hasta que alguien fuera llamó a la puerta, eran más de las 10 pm así que no tenían idea de quién podía ser, rápidamente Olivia sé levantó de la cama y abrió sin pensarlo más ante la insistencia con la que tocaban, encontrándose con un Fito que lloraba desconsoladamente con las manos repletas en sangre.

—Fito, ¿¡Que pasó!?—Le dijo mientras se acercaba, el chico ni siquiera podía pronunciar una palabra entre tantas lágrimas, ella tomó sus manos entre las suyas tratando de encontrar las heridas—¿¡Quién te hizo esto!?—Preguntó angustiada mientras también se empapaba en sangre.

—Y-Yo fui—Dijo en un sollozo, Oli lo tomó de los hombros y lo acercó hacia ella para reconfortarlo, después recordó que en la habitación también estaba Pedro muy confundido.

—Pedrito, ¿Me dejas con Fito? Trae algo de alcohol y algo para vendarle las manos, por favor—Suplicó, el antes mencionado asintió sin decir nada y salió tratando de no avergonzar al más pequeño—Ahora sí Fito, entra—

Paez entró aún sin poder decir palabra y se sentó sobre la cama de la castaña, ella sé acercó y lo abrazó con fuerza dejándose ensuciar la pijama con las manos que la tomaban por la espalda, después de unos minutos en sollozos el antes mencionado habló.

—M-Mataron a mi viejo, lo m-mataron Oli—Soltó Fito con mucho esfuerzo, ella no podía creerlo—M-Me han llamado mis abuelas para decirme que ya no está y yo no estaba bien con él, soy tremendo trolo mongolico que no puede hacer más cosas bien, no sé—

—Fito, no sé qué decir ahora mismo pero estoy aquí, ¿Podemos revisar tus manos? Estoy muy preocupada por ti, ¿Dónde está Charly?—Le dijo mientras se separaba de él para poder ayudarlo, la bebé estaba comenzando a patear de forma constante, tan constante que dolía, justo como solía hacerlo en sus mayores momentos de estrés.

—Salió al l-laburo y no volvió, e-estoy asustado, p-por favor no me lleves a donde Charly, quiero estar con vos—Lloró mientras intentaba secar sus lagrimas escurriendo con las manos.

—Está bien Fito, podes quedarte aquí el tiempo que quieras pero necesito curarte las manos por favor—Suplicó tratando de mantenerse en pie, Fito asintió así que ella corrió como pudo a la cocina por agua y un recipiente para lavarlo, ahí mismo encontró el botiquín que su novio no había podido encontrar.

Olí lavó sus manos en silencio para hacerle sentir un momento mínimo de paz, al escurrir el agua y dejar descubiertas sus manos pudo notar las heridas que tenía en los nudillos, parecía que había pegado a algo durante un rato hasta que se había cansado, tenía marcas en los dedos y más partes de la mano además de una cortada en la palma que posiblemente necesitaría alguna puntada.

—¿Por qué te hiciste esto niño? Tu no eres así, simplemente tú no te lastimas a ti mismo—Preguntó con tristeza evidente en la voz.

la grasa de las capitales 1979, charly garcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora