☆ ocho ☆

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Oli caminó lo más rápido que pudo, iba a llegar tarde al trabajo, se había quedado profundamente dormida con Charly y apenas logró salir sin despertarlo, eran las 9 y cuarto y ese día justo abrían a las 10, la cafetería en la que trabajaría estaba a una calle de la casa de Estela en una zona muy de ricos, seguro habría buenas propias, le emocionaba la idea de hacer algo nuevo y por fin sentir algo de estabilidad, esa misma mañana había tenido tiempo de hablar con David sobre vivir en una habitación en el estudio, él aceptó y hasta había ofrecido su propia casa en donde sólo vivían Luis y él, pero ella no había podido decir que sí a eso, ahora su única preocupación era la mentira con Carlos sobre el conservatorio, aunque sentía que era algo que seguro podría resolver con calma después.

Cuándo por fin llegó al lugar, observó a su nuevo compañero por el cristal de la puerta, él tenía un mandil puesto y estaba limpiando con cuidado las mesitas que tenía adentro del local, no lo conocía más que de vista por ser el hermano de su amiga así que tenía algo de vergüenza, tocó el ventanal para llamar su atención y rápido le reconoció ofreciéndole una sonrisa.

—Estela me había dicho que vendrías, buen día y bienvenida—Pronunció mientras le dejaba pasar, la cafetería olía a pan recién horneado y también a granos recién tostados, muy delicioso.

—Buenos días—Observó el lugar con detenimiento, era muy bonito y acogedor, tenía toques de madera por todos los muebles y plantas vivas— Está muy lindo aquí—

—¿Vos creés? Estela me había dicho que era tremendo quilombo, que debería ser más minimalista—Se sentó sobre una mesa, el hermano de Estela era muy guapo, tenía el cabello rizado y sus ojos claros brillaban con la misma luz del sol que entraba por todas partes—Mis viejos querían que lo manejáramos como pasatiempo para hacer plata, me está encantando—

—No, la verdad es acogedor aquí... oh disculpa, ni siquiera me presenté, soy Olivia, amiga de Estela, estábamos en el mismo conservatorio—Extendió la mano con vergüenza.

—Sí sí te vi varias veces en mi casa cuando todavía no nos mudábamos solos, Gustavo Adrián, pero me podés decir como vos quieras—Ambos se estrecharon las manos y sonrieron—¿Trabajaste en un café antes?—La castaña negó con la cabeza—Dale entonces mañana podés llegar más temprano para enseñarte a usar la máquina del café, hoy si querés toma las órdenes—

—¿Tendré algún uniforme o algo?—Pronunció nerviosa aún, jamás había tenido un empleo a decir verdad.

—No, vos te vestís como quieras aquí, no tengas tanta formalidad estamos en una cafetería, dale que empezamos a limpiar ya o no abrimos nunca—Rió.

Charly se despertó por fin a las 11 am, cuando los rayos del sol comenzaban a ser más fuertes y entraban sin cuidado por la ventana, había dormido como nunca o como tenía meses sin hacerlo, ya no sentía el dolor de espalda pero sí tenía mucha hambre, buscó a Olivia con la mano sin despegar el cachete del colchón, no la encontró, pensó que seguramente tenía alguna clase y se había ido muy temprano, cualquier otro día lo habría tomado bien y olvidado a los 5 minutos pero extrañamente ese día él esperaba poder abrazarla y despedirla antes de que se fuera, sé levanto triste y caminó descalzo hasta la cocina para desayunar algo, se encontró con lo que había traído para cenar recalentado y una notita.

"voy a estar ocupada y fuera la mayor parte del día, calenté el desayuno pero no creo que te despiertes cuando aún lo esté:(
espero tengas un buen momento hoy en el ensayo y sí quieres puedes quedarte en el departamento al volver.

te quieren, Oli y bebé"

Se sorprendió al notar que sonrió durante todo el tiempo al leer y sé maldijo a si mismo por caer en la basura cursi que era la "amistad" que estaba teniendo con ella, después de negarse totalmente a tener sentimientos de cariño por Oli (y fallar en el intento también) efectivamente comprobó que el desayuno estaba frío, lo calentó mientras se fumaba un cigarrillo y ponía a andar el tocadiscos que la castaña tenía en casa, estaba teniendo un momento de armonía y música hasta que escuchó que alguien llamaba a la puerta.

—¿Quién llama?—Gritó, pero nadie le respondió así que tuvo que abrir antes de enterarse quién era, para su sorpresa, se encontró con Pedro.

—Hola, ¿qué hacés acá? ¿te equivocaste de piso ahora?—Lo molestó al verlo, Charly frunció el ceño.

—¿Qué querés Pedro? rápido que me cago de hambre pelotudo—Prendió otro cigarrillo y le ofreció uno a Pedro, este lo aceptó y Carlos lo dejó pasar.

—Venía a visitar a mi mejor amiga antes de irme para el estudio y ver que necesitaba—Dijo mientras se sentaba en el sofá, el mayor se sentó a su lado.

—No está, estará en clase o algo, pero está bien no te preocupes, las cosas están mejorando entre los dos, nos llevamos mejor, hablamos de mucho—Sabía que Pedro gustaba de ella, pero también seguía siendo su amigo o al menos eso quería comprobar.

—¿Ah sí? ¿Qué te dijo a vos?—Soltó curioso, también estaba algo celoso.

—Que chismoso Pedrito, ¿no que sos su mejor amigo? tú ya tenés que saber todo sobre ella—Se burló.

—Sos insoportable, recuerdo cuando solías caerme bien—

—A mí todavía me caes bien, aunque escribas semejantes porongas y tengas ideas horribles, sos como mi hermanito—Ambos sé miraron fijamente mientras sonreían ligeramente, cómplices, y es que así había sido siempre, antes de Olivia— Nos falta poco para acabar y empezar con los recitales y lo demás, quiero pensar en eso como algo bueno para mantener todo en pie—

—¿Querés dejar a Oli sola aquí?¿O la llevarías con nosotros?—Cuestionó, quería saber que diría.

—La llevaría conmigo che, todavía faltan dos meses para eso, en cualquier momento nace la nena y no me perdería su nacimiento—Respondió al instante.

—Carlos decime la verdad, ¿la querés en serio o no?—El antes mencionado se sobresaltó, pero no dijo palabra alguna.

—Pedro vos...—

El teléfono comenzó a sonar interrumpiendo la conversación, el crespo corrió para contestarlo lo antes posible, ¿Por qué Oli lo tenía tan lejos del sofá? la maldijo internamente.

—Aló—Atendió.

—¿Quién habla?—Una voz femenina no conocida apareció en la línea.

—¿Con quién querés hablar? porque estás llamando vos acá—

—Es el número de la residencia de mi hermana Olivia—Carlos palideció, que vergüenza tenía,  estuvo apunto de insultarle—Ah ya sé, que eres Charly, bien que bueno que respondes tú, iré a visitar a Olivia un par de días y quería que estuviera al tanto, no quisiera llegar de sorpresa—

—Ah ya, que le doy tu mensaje entonces, chao—Colgó sin decir más palabra, no estaba listo para eso, Pedro le miró confundido al divisar su expresión, cuándo las cosas parecían ir para mejor alguna estupidez las empeoraba.

la grasa de las capitales 1979, charly garcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora