Capítulo 20

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Jungkook

El miedo mantenía a Jungkook sujeto en su lugar y mantenía sus manos atrapadas a sus lados. El miedo de que si daba un solo paso adelante, de que si levantaba su mano y apartaba ese mechón de cabello blanco detrás de la puntiaguda oreja de Jimin, no se detendría ahí. Tomaría el rostro del elfo y lo dirigiría hacia él, y si Jimin no lo detenía, probaría esos suaves labios tal como lo había deseado hacer desde la primera vez que había visto al elfo encadenado. Y si todavía no lo detenía, exploraría esa boca y cuando hubiera terminado con ella, apartaría el cabello del elfo y probaría la curva de su cuello.

Jimin alzó su cabeza como lo había hecho minutos atrás y cerró sus ojos, y lo único en que Jungkook pudo pensar fue en cómo quería recorrer su lengua por su definida barbilla, morder sus bordes y hacer que el elfo susurrara su nombre.

Cuando Jimin se había quedado de pie frente la luz del sol, repentinamente tan lleno de vida y luz como una criatura divina, Jungkook sintió que el mundo daba vueltas por una razón diferente, por un nuevo sentimiento.

No estaba seguro de cuándo había ocurrido… Quizá fue desde que las espadas de Jimin habían colisionado con las suyas y habían peleado fuera de la habitación de la reina, o tal vez después, cuando probó la boca de Jimin y escuchó al elfo amenazar con matarlo. Quizá fue cuando lo liberó, quizá fue cuando lo salvó del bronce y observó a Jimin imponer su venganza, o cuando pasó hora tras hora limpiando esos terribles cortes —cortes que Jungkook había provocado—.

Tal vez era la suma de todas esas partes, o tal vez había comenzado muchísimo antes. Antes de que se conocieran y Jungkook solo había estado esperando a alguien que intentara matarlo para que él sintiera lo que realmente era estar con vida. Cualquiera que fuera el momento en que eso había comenzado, ahora lo percibía. Era una peligrosa necesidad, una disposición de proteger al elfo sin importar el costo.

Admiraba a Jimin, el estúpido elfo y su persistencia, pero era algo más… algo mucho más que la admiración.

Las palabras de su hermano lo hirieron cuando las volvió a recordar. Las de su madre también. Roto. Dañado. El sentimiento dentro de él cuando admiraba a Jimin, era tan malo, como una criatura con vida en su interior que lo estaba devorando, pero dioses, lo deseaba. Estaba cayendo directo a la locura y no tenía idea de si podría detenerse o si debería hacerlo. Mañana se iría a la costa, al nido de los bronce y tendría que dejar a Jimin, en las garras de Hakiru.

El pensamiento lo hizo querer arrancarse el corazón para dejar que doliera. Si mañana era el final, ¿entonces qué significaría un beso ahora? Un riesgo.

Su corazón se aceleró. Miedo. ¿Y si Jimin se sentía asqueado?

Pero solo era un beso.

Jungkook elevó su cabeza.

Una sombra pasó por encima de ellos, robando instantáneamente la luz del sol y disparó un gélido viento en el jardín.

—¡Deprisa! —Jungkook tomó la mano de Jimin y tiró de él hacia la entrada detrás de él.

Un rugido atravesó el pasillo como un rápido torrente de ruido. Jungkook intercambió una mirada con Jimin y asintió. La reina los había encontrado.





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Elfo Y Dragón #1 Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora