Jimin
Sus sueños sangraron por el crujido del látigo. Hervían y quemaban a fuego lento a su alrededor, pareciendo no tener fin.
Jimin no estaba listo para rendirse, no todavía. Soñó con una época en donde no conocía nada más que dolor, cuando la Orden lo había hallado, hambriento y desdichado, llorando bajo la lluvia. No se había rendido en ese entonces. Soñó cómo enviaba a orgullosos y feroces guerreros directo a su muerte y cómo sufría por traerlos de vuelta, para detenerlos. Pero no tenía fin en ese entonces y no podría existir alguno ahora.
—No puedes rendirte ahora. Todavía no has terminado —le dijo una voz, una voz que de alguna forma lo había hallado entre todas esas pesadillas sangrientas.
Soñó con unas manos sobre su piel, con latigazos abriendo sus músculos, con una boca probando la suya, con sus deseos y ansias, y las cosas que todavía debía conocer pero que añoraba al mismo tiempo. Soñó con un prìncipe de ojos verdes repletos de maravillas pero también de arrepentimientos. Y cuando despertó, el príncipe estaba sentado en el suelo, recargado contra una pared junto a la ardiente chimenea, su barbilla caía sobre su pecho que subía y bajaba, con los brazos cruzados y los ojos cerrados.
Jimin parpadeó, preguntándose si había convocado al príncipe en esta habitación. Ese pensamiento vagó libremente y sin ataduras.
—Te sentirás un poco desorientado, elfo. Es por la raíz valeriana. Pero vivirás.
Cambió de posición y reconoció a la mujer que estaba sentada en el borde de la cama. Olía a aguamiel y humo de madera, y tenía las líneas duras y rotas rodeando su cara que revelaban una vida difícil. El espectro de su curación picó en su espalda. Su pequeña sonrisa tocó esa parte desdichada y abandonada en el interior de él. Solo fue una sonrisita, pero hizo que se contrajera cuando la notó.
Movió su cabeza en dirección a Jungkook.
—Está exhausto. No habría sido capaz de salvarte si no fuera por él.
Pasó su lengua a través de su boca seca.
—Él… me hizo… esto. —Escuchó el golpe del látigo. Sintió su espalda arder.
—Estúpido elfo —murmuró Nari—. Él sufre, al igual que tú. Tal vez incluso más. ¿Crees que él nunca ha sentido ese látigo golpear su propia espalda? ¿En toda esa bruma curativa en la que te encuentras, en serio crees que Jungkook tiene la libertad de decirle que no a la reina?
No lo había pensado y cuando los primeros latigazos lo habían golpeado, los odió a todos, incluido Jungkook. Le gruñó a la vieja dragona mientras ella se levantaba y le tendía una copa. Sosteniendo su cabeza, ella lo ayudó a beber. Solo un par de dulces sorbos, pero incluso ese pequeño movimiento fue casi demasiado para que su cabeza diera vueltas. ¿Aguamiel? ¿Qué les sucedía a estos dragones? ¿Acaso nunca bebían agua?
—¿Intentas… emborracharme, anciana? —Su voz rasgó su lengua y garganta.
Ella puso los ojos en blanco.
—Intento aminorar tu dolor, elfo.
—Tengo… un nombre. —Se dejó caer sobre su espalda, o lo intentó hasta sentir que sus hombros escocían como si alguien hubiera rasgado su espina dorsal con un cuchillo. Soltando un quejido, dijo—: Park Jimin.
Dejó la copa en la mesa que estaba a un lado de la cama y acercó una silla.
—Si soy sincera, creí que morirías, Jimin.
Él parpadeó, mirándola, no era tan diferente a los ancianos de su aldea y esperó a que el dolor aminorara.
—¿Tú me curaste?
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Elfo Y Dragón #1 Kookmin
RastgelePark Jimin es un elfo criado y entrenado por la Orden para matar a la reina dragón y a todos los dragones que su espada pueda alcanzar, pero entonces se encuentra con el príncipe Jungkook Amatista un dragón diferente a los de su especie que lo hará...