Jungkook
Jungkook corrió las pesadas cortinas de Donghae y entró en los aposentos privados del líder de los bronce. Los destrozos esparcidos brillaban en los rincones de la habitación, una roca ahuecada con agujeros en el techo se usaba para la ventilación. Las antorchas iluminaban la alcoba y como si su calor no fuera suficiente, una chimenea palpitaba en una esquina, lanzando ola tras ola de aire sofocante.
—Desnúdate —ordenó Donghae.
El bronce estaba sentado en un gran trono ornamental, construido con metales oxidados y retorcidos. Se parecía a algo que la madre de Jungkook habría usado para torturar a sus prisioneros. Rápidamente alejó sus pensamientos de su madre y estiró su mano por detrás del cuello para desabrochar la camisa de lamé.
—¿Y la elfo? —preguntó, comenzando a caminar lentamente por la habitación.
Donghae no le quitó los ojos de encima.
—Ella se queda. —Sus pupilas dilatadas se tragaron la viva imagen de Jungkook.
En su interior, Jungkook se estremeció. Aún le quedaba algo de orgullo, un pequeño núcleo que su madre no le había sacado ni a golpes, y había confiado en que la elfo se libraría de ser testigo de todo esto.
—¿Miura? —volvió a preguntar.
La mirada del bronce destelló con molestia.
—Mi hija está ocupada con las reparaciones. Como yo lo he estado… —Se inclinó hacia adelante, haciendo traquetear su armadura y sus brazaletes, y movió sus grandes hombros—. Elfo, ven aquí. —Sin embargo, mantuvo sus ojos en el lento vaivén de Jungkook.
Leah se movió a su lado y Jungkook se quitó la camisa, usando el movimiento para distraerse de lo que el bronce podría haber planeado para la elfo. El líder no la tocaría. Habían hecho un trato y no había manera, incluso con la lujuria tan cruda en el rostro de Donghae, que se arriesgara a perder la cooperación de Jungkook.
—Quítame la armadura del pecho —ordenó el líder.
Leah obedeció sin dudarlo. Bien. Desenganchó las pesadas placas traseras y las quitó, revelando la piel de bronce del pecho de Donghae con sus grandes y poderosos hombros. Cuando lo dejó a un lado de la silla del trono, sus ojos se dirigieron a Jungkook. Mantuvo una mirada fija y firme ante la de Donghae, y contuvo sus estruendosos nervios.
Jungkook prefería que sus hombres fueran más delgados, formados para la resistencia, no para la fuerza. De hecho, preferiría no estar aquí, pero siendo la mitad de un dragón y sin una armada, solo le quedaba su lealtad y su cuerpo para negociar. Su madre ya lo había hecho pedazos, en sentido figurado. ¿Qué diferencia había en esto?
Donghae acarició suavemente su cabeza y la parte posterior de su cuello. Mientras Jungkook se acercaba a su toque, el bronce se acomodó en el trono, vagando su hambrienta mirada donde pronto sus manos podrían seguirle. El calor de sus ojos no fue rechazado completamente y los propios deseos de Jungkook comenzaron a despertar. Podía ayudar si devolvía a su mente el recuerdo de un poderoso y terco elfo atado bajo su cuerpo.
—Detente. —Donghae chasqueó sus dedos, dándole fortaleza a la orden. El hombre alargó los segundos. El calor le robó el aire y secó la garganta de Jungkook. Pero la intensidad de la mirada del adulto hizo que se le pusiera la piel de gallina y contrajo la respiración de Jungkook. Hace mucho, mucho tiempo, Donghae había sido una tormenta de destrucción en un mundo indefenso. Esa bestia aún acechaba en su interior, escondida tan profundamente, que Jungkook se preguntaba si se imaginaba su presencia en la habitación. Su madre se lo había advertido, pero no había dicho nada más. Era claro que nada podría ser peor que ella.
ESTÁS LEYENDO
Elfo Y Dragón #1 Kookmin
RandomPark Jimin es un elfo criado y entrenado por la Orden para matar a la reina dragón y a todos los dragones que su espada pueda alcanzar, pero entonces se encuentra con el príncipe Jungkook Amatista un dragón diferente a los de su especie que lo hará...