Capítulo V

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Después de comer los amigos decidieron tomar un café con helado, amaban beberlo, le recordaba a su infancia y se la pasaban realizando travesuras, creyendo en leyendas o cuentos, jugando a ser algo fantasioso como caballeros, dragones, hechiceros

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Después de comer los amigos decidieron tomar un café con helado, amaban beberlo, le recordaba a su infancia y se la pasaban realizando travesuras, creyendo en leyendas o cuentos, jugando a ser algo fantasioso como caballeros, dragones, hechiceros. También algo un poco más realista, como grandes campeones de fútbol, artistas famosos, fundadores de una banda de rock, etc.

Compartieron su bebida sentados en el borde la fuente ubicada en el centro de la plaza, los pequeños corrían de un lado al otro, jugando entre ellos y estorbando a los adultos amargados que pasaban sus días en odiosas rutinas.

Por otro lado, Kid solo sostuvo su vaso con café y helado de vainilla derretido en su interior, ¿sería buena idea continuar yendo al mar por las noches?, ya le quedó claro que el tritón estaba dispuesto a matarlo por la perla rojiza, sudando frío reflexiono sobre sus encuentros con ese ser, aunque su gran duda era si poseía un nombre.

Pasadas un par de horas llamaron al celular de Kid para informarle que los restauradores llegarán en la noche y a la mañana siguiente se pondrían manos a la obra para reparar el barco lo más pronto posible. Al anochecer el cuarteto de amigos regresaron al hotel para dormir, Killer y Kid se mantuvieron despiertos, sumidos en un silencio que fue interrumpido por la voz de Eustass. — ¿Por qué no entraste con tu llave?

— tenso sus músculos y su mandíbula. — Porque no quería molestarte.

— Déjate de tonterías Killer, si tanto les preocupaba pudieron abrir la puerta fácilmente con tus llaves o solicitando al personal que abrieran.

— Sabes que yo jamás te obligaría a hablar de lo que no quieres, pero es la primera vez que te encierras y no pruebas bocado, sé cómo eres.

— No, solo me siento extraño, ya les dije los motivos.

— Kid, no importa lo que sea, incluso si crees que no entenderé, puedes confiar en mí.

Con esas últimas palabras, el baterista se giró para darle la espalda a su amigo y descansar. Un par de minutos fueron suficientes para que Kid se escabullera por la puerta silenciosamente, en pijama y mochila al hombro camino hasta la playa, por esa ocasión no ingresaría al agua, se mantendría a raya para mantenerse a salvo.

Mientras más caminaba, más se alejaba de las construcciones humanas, el movimiento ondeante del agua golpeando rocas y acariciando la arena eran la melodía más bella creada por la naturaleza o eso creía hasta que escucho un tarareo que hizo eco alrededor de la playa, hipnotizado por aquel dulce y melodioso cantar, a paso lento siguió la voz que lo guió detrás de varias palmeras llenas de cocos maduros y de arbustos frondosos; cruzando la vegetación tropical Kid pudo ser testigo de una escena digna de cuento de hadas. Un tritón de larga aleta negra con holanes adornandola, brillante gracias a las escamas y la luz lunar reflejada en ellas, de larga cabellera negra adornada con perlas de distintos colores y algas entrelazadas en forma de corona, sus manos finas sostenían un bello peine en forma de concha marina que pasaba por su cabello, sin dejar de tararear; sentado en una roca irregular localizada a 3 metros de la orilla.

Las serenatas provocan tsunamisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora