Capítulo XXII

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♫ Stirb Nich Vor Mir ---- Rammstein 

Cuando el aire falto Kid apretó uno de los brazos de Law, él entendió lo que quería decir, por lo que lo abrazo fuerte y ascendió hasta dejar sus cabezas fuera del agua

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Cuando el aire falto Kid apretó uno de los brazos de Law, él entendió lo que quería decir, por lo que lo abrazo fuerte y ascendió hasta dejar sus cabezas fuera del agua.

— No sabes cuanto te extrañe... — dijo Kid respirando agitadamente.

— mantuvo su boca cerrada, la idea acerca de que él era el único culpable aun lo atormentaba, solo había deseado verlo una vez más, aunque se extrañó al ver que Eustass-ya no lo despreciaba, de hecho, nunca lo hizo...

— Gracias por la hermosa canción, fue lo más hermoso que he escuchado, te amo Law, te amaré hasta mi último aliento.

— sus labios temblaron ante esa frase "hasta su último aliento", la muerte le respiraba en el cuello, y no solo al humano sino también a él, ¿qué sería de la vida de Kid? ¿Cómo vivirá ahora? Cerró los ojos con fuerza, bajó la cabeza, evitaba llorar, pero era imposible...

— No, no me gusta verte llorar, entiendo que crees que tu fuiste el culpable, pero no, no tuviste la culpa de nada, el erizo solo me paralizo por unos días, mi problema es más complicado, pero no quiero perder tiempo en explicártelo, mi enfermedad se llama Esclerosis Lateral Múltiple, aun no se sabe por qué surge, pero muchos médicos dicen que es hereditario... mi vida puede alargarse con los medicamentos, podemos alentar los daños, pero moriré, y no quiero hacerlo; solo quería que supieras que no fue tu culpa, así que deja de hacerlo... — acarició sus mejillas con ternura, no lo forzó a alzar la cara.

— ¿Enfermedad? ¿esas enfermedades que solo les dan a los humanos? — preguntó levantando su cabeza y mirando con tristeza los ojos de Kid.

— Si, no hay una cura para muchas de estas enfermedades, solo nos ayudan a llevar una vida lo más normal posible, es complicado... — confesó torciendo los labios y arrugando el entrecejo, era un tema deprimente, la muerte, muerte por enfermedad, muerte por asesinato, por un accidente, suicidio... todos dejaban el mismo vacío en aquellas personas que aun vivían.

— No debí huir sin que me lo explicaras antes, todos esos síntomas eran por una enfermedad que te está matando y yo solo... sufrí por haber encontrado la felicidad y pensar que era el destructor de esta, por ser quien destruyera tu vida, pensé mucho en ti... — expresó con cierta culpa.

— Ya no quiero hablar de esto, si he de morir lo haré, pero viviré al máximo como siempre lo he hecho hasta antes de enterarme, quiero compartir mi vida contigo y con todos aquellos que me quieren. — habló con determinación y una pizca de emoción.

— ¿No estas molesto por mi huida? — preguntó calmado y con una expresión más serena.

— Herido tal vez, pero ahora no, estás conmigo y... — analizó su rostro, en especial sus mejillas, tenía un par de costras, como si alguien hubiese rasguñado profundamente esa piel. — ¿Qué ocurrió? ¿Quién te hizo esto? — preguntó entre dientes.

Las serenatas provocan tsunamisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora