Capítulo 3

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La luz del sol choca contra mis párpados, mis ojos se abren aún con sueño.

—¡Mierda! —Me siento con rapidez al recordar la noche anterior. Pestañeo varias veces intentando aclarar mi mente.

<< Solo fue un sueño >> es lo primero que viene a mi cabeza, una punzada de dolor me recorre ante ese pensamiento.

—Necesitabas un buen descanso, por eso no te he despertado.

Pego un respingo al escuchar la voz de Lenora. Me observa desde el suelo en la cama improvisada, su cabello blanco está alborotado, no dejando ver la separación entre el blanco y negro.

—Yo pensé que solo había sido un sueño. —Murmuro con voz de la mañana.

—Mi presencia deja ver que no es así. —Dice indignada, como si no creyera que existiera alguien que la pueda olvidar. —Ya debemos empezar a arreglar tus cosas para irnos.

—¿Tenemos que marcharnos hoy? Sé que acepté, pero no sé si estoy preparada para irme ya.

—Trisha, si de algo carezco, es de tiempo. Escapé en el viaje para ir a conocer al rey Zafir, sin un plan. Todos deben estar buscándome, tengo que regresar antes de que todo empeore. No te preocupes, no estarás sola.

—¿Estarás conmigo?

—No puedo estar cerca de ti, apenas tengamos un pie en Kegesha me separaré de ti para no levantar sospechas. Te ayudará Adina, ella siempre estará contigo.

—¿Quién es Adina?

—Es mi sirvienta principal, realmente la única que tengo. Ella sabe todo el plan. Adina es la única en la que puedes confiar, te explicará y enseñará todo lo que necesitas saber.

—Si confías en ella, entonces estará bien. Hay algo de tranquilidad en saber que no estaré sola.

 Hay algo de tranquilidad en saber que no estaré sola

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Irme sin sospechas fue sencillo. Mamá no sospechó cuando le dije que entrar semanas antes a la universidad me ayudaría a conocer mis salones y facultad, me facilitaría todo a la hora de empezar. Yo me quedaría en los dormitorios de la universidad, haciendo todo más sencillo.

Mamá me creyó. No tenía razones para no hacerlo, pero en esta espontánea despedida no pude evitar llorar. Ella tampoco se guardó sus lágrimas, pensó al igual que yo tendríamos más tiempo juntas.

—Trisha solo te vas por un tiempo. No es para siempre, y puedes visitarme siempre que quieras. Yo siempre estaré aquí. —Aseguraba mientras acomodaba mi mechón blanco detrás de mi oreja.

Fueron sus últimas palabras antes de que se fuera a trabajar. Algo dentro de mí quiso abrazarla más, decir más, pero no lo hice. Solo la vi alejarse con un nudo en mi garganta, esperando volver a verla.

—¿Estás lista?

Miré mi habitación por última vez, una extraña sensación me recorre. Todo se siente como si fuera la última vez. Esto me asustó, pero algo muy dentro de mí, que aún me niego a admitir si desea que sea la última vez.

La Princesa Impostora (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora