Capítulo 11

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—No te encontraba. —Comenta Zafir.

Él está sentado a mi lado, donde antes había estado Keria. Yo no respondo a su mirada, lo evito observando el cielo y sus estrellas brillantes.

—Pensé que estabas muy entretenido bailando. —Murmuró sin querer.

Veo de reojo la expresión de desconcierto en el rostro de Zafir y la calentura en mi rostro crece, quiero arrepentirme de mis palabras, pero no sé qué decir.

—¿Lo dices por mi baile con la hija del duque Stefan? —Pregunta dudoso.

—¿Has bailado con más personas está noche? —Menciono, levantando una ceja.

Deseo quitar ese tono irritado de mi voz, pero mis palabras salen sin pensarlas.

—¿El tono de su pregunta suena a reproche, le molesta? —Suelta con una modestia cómica.

—Claro que no. —Reniego indignada, apartando mi mirada de él. —Usted está en su derecho de bailar con quien deseé.

La necesidad de querer cruzar mis brazos y darle la espalda, es fuerte. Intento ocultar en mi expresión, esos celos que me están comiendo viva y que yo misma son sin sentido.

—Tal vez a la princesa no le importe, pero a mí si me importa cómo te sientes ¿así que princesa Lenora, me permite ser su último baile de la noche? —Su mano se ofrece para mí.

Veo su palma sin hacer ningún movimiento, me estoy haciendo la difícil, pero mi intento es horroroso. Acepto la mano que me es ofrecida, yo también deseó ser el último baile de Zafir.

Los dos nos levantamos de nuestro asiento quedando uno frene al otro, no hay música, solo el silencio absoluto de la noche nos ilumina. Pero eso no parece importar, porque Zafir me guía en un suave compás imaginario.

Ninguno de los dos habla haciendo el baile cómodo, tal vez no es extravagante o llamativo, pero es perfecto. Se siente íntimo y seguro, sus brazos en mi cintura se sienten correctos, al igual que los míos en sus hombros.

—Si me lo pides, no volveré a bailar con nadie más. —Declara con seguridad.

Sus palabras me hacen sentir tonta por mi estúpida escena de celos, pero hay un susurro en mi cabeza que me ruega por pedírselo, sin embargo, para mí hay más detrás de esa petición. Pedirle que no baile con alguien más aparte de mí, es también pedirle que se quedé, qué me elija a mí, aunque no sea la princesa heredera que desea.

—No puedo pedirte eso. —Confieso con más verdad de la que deseó.

—No lo hagas, no necesitas hacerlo. —Susurra rozando mi oreja. —Siempre serás mi primer y último bailé.

—También serás mi primer y último baile. —Prometo también en un susurro, pero el mío no suena romántico, si no desesperado.

El silencio después de nuestros susurros nos une, es cómodo y tranquilo. Deseo que este baile no acabe nunca, sentir ese hormigueo en mi vientre con mii corazón caliente es algo que quiero eternamente. Y aunque el baile acaba yo no puedo dejar de admirar la belleza de Zafir.

La corona es tan singular que podrías quedarte horas detallándole, echa de aventurina negra en su base, pero esta no es completamente oscura ya que también su base se combina con citrino haciendo un hermoso diseño que se entrelaza entre sí y el brillo de sus diamantes parecen ser mágicos. La corona tiene décadas, pero parece como si fuera creada para Zafir, la forma en que combina tan mágicamente con la heterocromia de sus ojos es surreal.

El traje de Zafir es de un clásico blanco, pero en el bordado de su chaleco tiene las mismas flores de mi vestido en color ámbar, haciendo que estemos a juego. Tiene unos hermosos gemelos de oro, no utiliza joyas, dejando toda la atención a la corona.

La Princesa Impostora (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora