Capítulo 5

116 30 31
                                    

Su primera reacción al verme es de sorpresa, pero esta se va con la misma rapidez. Queda sin expresión alguna, él se vuelve impecable y mantiene su mirada fija en mí.

—Princesa Lenora no esperaba su presencia. —Responde simple. —Veo innecesario una presentación de mis títulos, ya debe usted saberlos. —Hace una reverencia impecable a modo de saludo.

Su mirada es pesada y fuerte, me hace querer retroceder. Su rostro es afilado con pómulos altos, cualquiera lo pondría en la categoría de guapo, pero lo que lo hace inolvidable son sus ojos; uno de ellos tan dorado y radiante como el oro, el otro tan oscuro que la pupila no se logra distinguir. Sus ojos son la clara prueba de la sangre que recorre sus venas, ya entiendo por qué lo reconocieron de inmediato.

No es parecido a lo que uno imagina por rey; un anciano con el ceño fruncido, el parece estar en plena flor de su juventud. Aunque su aura y porte es el que uno esperaría de un rey.

—Con el poco tiempo que lo observe, se puede ver que es muy bueno con la espada, majestad. —Cambio el tema con rapidez. —Ya veo porque lo prioriza antes que a su prometida. —Suelto aun con rencor de la vergüenza pasada.

No apartó mi mirada de la suya, hay una valentía que nuca antes había sentido. Es como si fingir ser Lenora fuera un escudo, yo hubiera aceptado su falta de modales con la cabeza agachada.

—La espada me puede salvaría en una batalla, mi prometida huiría. —Dice con el mismo filo de mis palabras anteriores. —Además, entendía que el recorrido no pasaría por aquí. —Su mirada pasa de mí a la de Helder.

—Perdona Zafir. Se me ha olvidado. —Se disculpa con un muy mal fingido arrepentimiento.

—Su majestad le ruego otra vez su perdón por lo que hice, tenía miedo de que mi esposo prefiriera una espada antes de que a mí. Agradezco que ese no es el caso. —Me burló sin poder controlar mis palabras.

—Veo que mi prometida tiene un gran sentido del humor. —Murmura con sarcasmo. —Pero pensé que la princesa compartiría mi amor por las espadas ¿no es usted una gran espadachín? —Su ceja se arquea. —Los rumores dicen que es la mejor de su reino.

Mantengo mi rostro neutro, pero en mi interior quiero matar a Lenora y a Adina por no decirme ese gran dato. Reprimo mis ganas de voltear a mirar a Adina.

—El rey Zafir y yo deseamos ver su talento desde que escuchamos los rumores. Un combate con usted sería un honor. —Dice Helder con emoción.

—Me encantaría, pero creo que hoy no podría dar mí máximo, el viaje y recorrido me tienen exhausta. —Me excuso lo mejor que puedo.

—Princesa es hora de que cené. —Declara Adina. —La princesa tiene un horario muy específico para sus comidas. —Explica Adina ayudándome.

—La princesa y su majestad deben cenar siempre juntos, es una tradición en Zavidia. Se me olvido comunicarles esto. —Explica Helder.

Un remolino de nervios se hace presente en mi pecho al entender las palabras de Helder, el rey Zafir y yo tendremos que cenar juntos, solo nosotros dos. No creo que sea capaz de no equivocarme, aun me falta mucho por aprender de Kegesha y de Lenora. Lo de la espada es una prueba de ello, si el rey Zafir se da cuenta del engaño ¿Qué es capaz de llegar a hacer?

—Si lo desea nos puede acompañar lady Adina. —Exclama su majestad interrumpiendo mis pensamientos.

Mis músculos se relajan por la sugerencia del rey Zafir, me salvó sin querer hacerlo.

—Me parece una gran idea. —Agradezco con sinceridad.

—Yo también los acompañaré. —Declara Helder sin dejar paso a la objeción.

La Princesa Impostora (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora