Capítulo 10

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Se escucha los carruajes y el galopeo contra la tierra de los caballos, las trompetas suenan haciendo eco en el castillo, anunciado a las primeras personas en llegar: son el rey Gerard y la reina Zenobí. Mis padres biológicos, esos que solo desean verme muerta.

Una presión y peso se acomoda en mi espalda, espero en la entrada con mi mejor postura. Los veré por primera vez en mi vida y no sé cómo sentirme al respecto de que se quedarán con nosotros durante tres días.

Veo sus dos figuras entrar por la gran puerta, y solo los puedo describir con una palabra: majestuosos. El rey Gerard camina con paso imponente y su postura es recta, su cabello blanco está peinado pulcramente y lo decora la singular corona dorada con blanco de Kalaria.

La reina es belleza pura en todo su esplendor, una larga cabellera castaña suelta en una cascada con una hermosa tiara que parece hacer juego con la del rey Gerard. Ella sostiene el brazo del rey como una esposa perfecta y una sonrisa agradable se mantiene en su rostro.

—Le doy la bienvenida a sus altezas a Zavidia. —Reverenció con delicadeza y gracia, esa qué Adina construyó en mí. —Espero y su viaje haya sido tranquilo, y sin inconvenientes.

Adina está a unos pasos detrás de mí en silencio, su mirada baja, pero atenta a nuestro intercambio de palabras.

—Hija mía ¿cómo has estado? Has pasado mucho tiempo lejos de casa, no me acostumbro a estar separadas. —Suelta con una voz que desborda cariño.

Toma mis manos entre las suyas y me atrae a ella, me abraza con una fuerza gentil, esa única de una madre. Mis músculos sé tensan, no esperaba un abrazo de ella hacía a mí, ni la sonrisa que me da.

Los imagine de una forma diferente; malvados y crueles, ahora veo que me equivoque. Un dolor en mi pecho se hace presente, si eran crueles, podría engañarme creyendo que era mejor que me hayan abandonado.

Logró controlar mi cuerpo y emociones, correspondo su abrazo con la misma fuerza. El dolor en mi pecho no se alivia, la situación me llena de pensamientos tormentosos.

Su cariño no es dirigido hacia mí, es para Lenora, como lo ha sido todo desde que llegué.

—He estado bien, madre. Su majestad Zafir ha sido muy amable. —Me separó de su abrazo, miró detrás de ella donde está el rey Gerard.

Su expresión es sería, me mira de arriba a abajo. Su mirada solo me aterroriza, pero no apartó mi sonrisa, él se parece más a lo que imagine.

—Padre, me alegro volver a verlo. —Suelto con voz gentil, pero el simplemente me ignora. —Permítanme mostrarles su alcoba. Está en el ala sol, la escogí yo personalmente. —Declaro evitando el silencio de Gerard.

Zenobí toma mi brazo y lo entrelaza con el mío, durante toda la caminata ella no para de hacer preguntas sobre Zafir y su trato hacia mí. Gerard esta callado en todo momento, solo nos sigues desde atrás al igual que Adina.

—Te ves preciosa, hija mía. Como una verdadera reina. —Halaga Zenobí.

Los guardias en las puertas de la alcoba hacen una reverencia con rapidez al vernos y proceden a abrirlas sin nosotros decir nada. La habitación es parecida a la que anteriormente era mía, pero en está predomina el blanco y es un poco más pequeña.

—Te lo agradezco, madre. Aunque mi belleza la herede de la suya-. Digo sincera. —Espero que sea de su agrado la alcoba, Zafir debe estar por v...

Mis palabras se detienen abruptamente, mi rostro se queda estático a un lado y el ardor en mi mejilla empieza a crecer. Son segundos en los que todo se queda estático, y yo aun intento descifrar lo que sucedió, mientras la palma de mi mano se apoya en mi cachete intentando aliviar el dolor.

La Princesa Impostora (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora