Capítulo 6

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No logro distinguir de que es la carne en mi plato, preguntarle a Adina no es una opción. Ella está perdida en la palabrería de Helder, el coqueteo ya dejo de ser sutil cenas atrás.

Mis ojos se abren con asombro al ver como Helder acomoda un mechón detrás de la oreja de Adina, las mejillas de ella se envuelven con una rojez. Cuando giro mi mirada hacia el rey, él ya me está mirando con el mismo asombro, ninguno de los dos sabe que hacer, Adina no ha tocado su plato por seguirle a Helder.

Entretenida en los intercambios de palabras entre Helder y Adina. Llevó sin ver el tenedor a mi boca, mi cara de asco se hace notar cuando siento el sabor de la zanahoria.

El rey Zafir oculta su risa detrás de su mano al ver mi mueca, yo le respondo con una sonrisa de disgustó. Veo como mueve su tenedor haciendo un espacio en su plato.

—Dámelos. —Ordena.

No hago objeción a su orden y le hago casó, acomodo con cuidado las zanahorias en el espacio de su plato. Los dos estamos tan concentrados en mi acción que no notamos el silencio al otro lado de la mesa.

Cuando termino mi arduo trabajo me acomodo otra vez en mi asiento, frunzo mi ceño ante el silencio y volteo ver a la pareja, los dos nos miran sin parpadear.

—Ya actúan como una pareja de esposos, no saben cuánto espere esto. —Afirma Helder sin vergüenza.

Escucho a su majestad toser con pena, toma su copa de vino y bebe con rapidez. Yo no estoy en mejor condición, ya que un sonrojo cubre toda mi cara.

—Si nosotros parecemos esposos, ustedes están en plena luna de miel. —Contrataco.

El rey me apoya con una sonrisa orgullosa, Adina es más sonrojo que persona y por primera vez veo avergonzado a Helder.

Mis palabras parecen ponerle fin al festival de vergüenza y continuamos cenando en silencio, bueno hasta que Helder decide interrumpir nuestra paz.

—Propongo un plan. —Comenta Helder y su majestad solo atina a rodar los ojos. —Para encender las llamas del amor, su majestad y la princesa deben decir una cualidad o rasgo físico del otro.

Él se niega de inmediato y yo lo sigo, pero ellos no dan el brazo a torcer, por lo que ambos nos resignamos.

—Mm... Me gusta su cabello, se me hace especial. —Suelta con rapidez evitando mí mirada.

Una pesadez me invade, me parece divertido qué lo que le gusta de mí, es lo único que no es mío. Este es el cabello de Lenora, no el mío. Yo soy Lenora, no Trisha y me haría bien recordarlo más seguido.

—Lo agradezco. —Suelto con media sonrisa. —Lo que me gusta de ti, son tus ojos. Me parecen atrayentes, podría observarlos sin parar y aun no tendría suficiente, son la representación más clara de Zavidia. —Halago sincera sin poder contener mis palabras, o tal vez no lo quiero hacer.

Zafir me observa sin palabras, yo evito su mirada con mejillas sonrojadas. Mi arrebato de sinceridad me deja con una timidez ya muy conocida, escondo mi mirada en el plato y me encierro en una burbuja como de costumbre.

Adina parece entender y sigue la conversación con Helder para alejar la atención de mí.

Mis ojos giran con rapidez, cuando una mano destruye mi burbuja, esta se entrelaza con cuidado en la mía. Una sonrisa tranquila me recibe, no habla, solo me observa para continuar comiendo sin soltar mi mano.

Una calma me recorre y ese cosquilleo se hace presente en mi vientre, este seguro traerá más problemas, que soluciones. 

 

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La Princesa Impostora (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora