DIECIOCHO

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Splinter despertó un par de horas después dándose cuenta que la telenovela ya había terminado, al mirar al rededor se dio cuenta que sus hijos se encontraban completamente dormidos abrazados a el; trato de levantarse para buscar unas frazadas para cubrirse el y sus hijos, pero al estar casi aplastado por sus 3 hijos adultos no pudo ni siquiera mover su brazo.

Sonrió al ver a sus pequeños hijos (no tan pequeños) acurrucándose a el como cuando eran mas pequeños, volvió a cerrar los ojos con una sonrisa tierna y de felicidad en su rostro;  y aunque ya eran adultos, los amaba como el primer día en los que los conoció, su día de nacimiento.

el primer día que vio a sus 4 retoños casi murió de felicidad, sus pequeñas caritas, sus manitos y piecitos regordetes

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Leonardo revisaba uno de los miles expedientes que llegaban de otras comisarias cercanas, muchos documentos de delitos anteriores, de los integrantes de bandas peligrosas que ya estaban encarcelados y otros que aun estaban prófugos de la policía; suspiro pesadamente al ver que la banda criminal que lo hizo volver a nueva York estaban todos sus integrantes en la cárcel, no habría problema de que alguno de ellos salieran, ya que le habían dado mas de 30 años de prisión a cada uno. pronto tendría que volver a parís a unirse con los demás oficiales casi retirados, Leonardo había sido enviado solo para ayudar a atrapar aquella banda criminal que les quito a un miembro de la policía; sabia que su tiempo se estaba acabando, que debía muy pronto regresar a parís. pero aun no quería irse. 

-no puede ser- susurro cubriendo su rostro con sus manos, no quería ponerse a llorar como magdalena para llamar la atención de sus compañeros

trato de contener las lagrimas de sus ojos, de regular su respiración y tratar de calmarse para no largarse a llorar incontrolablemente; cerro el archivo corriéndolo hacia un lado con una de sus manos, seco una pequeña lagrima que caía de sus ojos.

-sabia que esto tenia que pasar en algún momento- suspiro 

ya eran las 6 de la tarde y aun no se daba cuenta que la hora de la comida se le había pasado, su estomago no le había avisado la ausencia de comida; se sentía cansado pero no tenia sueño, pensó también que quizás ese cansancio era algo espiritual. cuando llegara a casa meditaría antes de dormir. Dieron las 8 de la noche cuando Leonardo decidió regresar a su casa, se despidió de sus amigos y salió del edificio; decidió irse caminando a casa, así de tenso no podía manejar bien y se evitaría un posible accidente. Camino lentamente mirando a su alrededor el paisaje nocturno, el aire era frio a pesar de que aun no eran las 10:00 de la noche, respiro con una sonrisa en su rostro.

Le faltaban unas pocas calles para llegar a su casa, cuando una fuerte punzada le atravesó su cabeza; se detuvo de inmediato, puso sus manos en la cabeza haciendo masajes sobre sus sienes, tratando que calmar su dolor de cabeza.

-¿que diablos?-se pregunto así mismo, cuando el dolor se fue yendo poco a poco, bajo los brazos y continuo caminando rumbo a su casa

Al abrir la puerta inspecciono todo desde la entrada, se sorprendió al no ver a nadie; luego miro hacia el salón encontrándose con toda su familia reunida en uno de los sillones, todos sus hermanos estaban amontonados abrazando a su padre. y su progenitor estaba con una sonrisa en su rostro. algo en su corazon dio un vuelco, era una hermosa escena familiar. camino hacia el closet donde guardaban ropa de cama para las visitas, saco una gran manta que servía para taparlos a todos de la fría noche. al verificar ya que sus hermanos y su padre estuvieran bien tapados con la frazada, los miro por ultima vez para después comenzar a caminar hacia su habitación; meditaría un rato para relajarse, luego se daría un baño y después finalmente después de un día agotador, se iría a dormir


TOMAR NUESTROS CAMINOS  [TEMPORADA 2]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora