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Le doy una última mirada a mi padre quien acaricia su mentón mientras le da un sorbo a su whisky, su mentón luce apretado mientras mira el video en donde alguien intento lastimar a mi madre, la vena en su cuello se marca haciendo que fije mi mirada en su cuello observando el tatuaje del nombre de mi madre ahí.

A pesar del tiempo, aún siguen ahí.

Como si cada uno de sus tatuajes representara su vida y sus heridas, escucho su chasquido por lo cual me levanto de su escritorio y camino para servirme un vaso de lo mismo que toma.

— Mandaste a cambiar a sus guardias?— pregunta y yo asiento mientras el toma su teléfono, por su forma de agarrar el celular se a quien llama.

— Ponme a tu madre.— sentencia, nisiquiera se molesta de tapar el enojo o de saludar a Malick, en cuanto sus hombros se relajan se que ya tiene a mamá de fondo. Ambos empiezan a hablar y nisiquiera tomo el tiempo de escucharlos, solo se que su última palabra fue exactamente su nombre, Nayla.

Ya no habían apodos.

Ya no habían miradas dulces, coquetas o deseo de acabar el mundo.

Ya no habían dos reyes que trabajaran. juntos.

Ahora había un ex mafioso participando como alcalde y una mujer, siendo lo que siempre será.

Una asesina.

La hija del Rey #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora