La hija del Rey #3

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Narra Max.

Todo estaba hecho un caos, podía jurar que todos corrían a mi alrededor desesperados mientras una chica con bata blanca gritaba. Yo solo me quedo en la silla sintiendo como mi mundo se desmorona poco a poco mientras veo la sangre de mi hija en mis manos y ropa, los recuerdos me invaden pensando en como Nayla antes de irnos se detuviera cubriendo mi espalda resiviendo un impacto de bala justo en el medio del pecho, las lágrimas invaden mis ojos mientras paso mi mano por mi cabello desesperado.

Los siguientes recuerdos son de mi hija llorando por el dolor, mientras intentaba tapar su herida ella misma, yo solo puedo levantarme de la silla y caminar sin rumbo sintiendo como todos los hombres vestidos de negro me siguen, la mayoría de mis hombres estaban aquí o muertos.

Pero lo más que me dolía era que tanto mi hija como mi mujer, estaban al borde de la misma muerte.

Salgo de mi mente cuando observo a Malick en una esquina llorando, mientras mira hacia una habitación en donde solo hay un cuerpo tapado. Lo veo con un collar en sus manos mientras lo sujeta con fuerza, cierro los ojos cambiando a otra habitación viendo a Linda en una cama igual solo que dormida mientras Simone esta acostada en la misma camilla pero sin tocarla. Entre cierro mis ojos un poco cuando observo como pone su cabeza sobre la frente de Linda mientras murmura algunas cosas que no puedo escuchar. 

Desvio mi vista a la chica en bata blanca que camina de lado a lado mientras habla por teléfono, a mitad grita en varios idiomas que se me complican pero solamente me fijo en su cabello cortado a la mitad y el anillo en su mano.

— Soy la doctora Mía, directora y jefa del hospital San Basilio. Tengo dos pacientes con heridas de bala, ambas se encuentran en sala de operación, la mayor tiene orificio de entrada y salida de la bala. Se le cauterizo toda la parte en donde no paraba de sangrar para luego cerrarla, perdió mucha sangre y entre eso está siendo tratada por envenenamiento. Su nombre es Nayla Morreti, si. La señora Morreti. Quiero me traigan su tipo de sangre, un hematologo para que le haga pruebas a su sangre y encontrar la cura de su veneno. —

Me sostengo de uno de mis guardias cuando siento que el aire me empieza a faltar, ella solo sigue hablando.

— La siguiente paciente es difícil. Sus pulmones colapsaron y esta sujeta a un ventilador respiratorio. Su herida no tiene orificio de salida y la están buscando, quedo atrapada en su fémur. Quiero al mejor cirujano en esa sala, no. No es una maldita pregunta porque la paciente es Caeli Morreti, si. La hija del señor Morreti. Quiero que la trabajen sin tocar sus nervios para que no cause problema su caminar, esto ya no es vida o muerte. Esto es tu vida o la de tu familia.— menciona y cuelga.

Trago duro viendo como se voltea dejando ver su barriga, un frío corre mi columna cuando la veo tocar su barriga por dolor.

— No debes preocuparte, estoy casi por dar a luz y no debería estar bajo estrés. Eso causa el dolor.— menciona mientras camina a la parte del escritorio mientras hace papeleo, su rostro no refleja ningún tipo de emoción y es aquí en donde me pregunto si realmente le importa quienes están adentro.

— Como puedes estar tan tranquila?— pregunto, odiando como todo mi cuerpo tiembla sin control.

El miedo a perder a hija.

El miedo y dolor incontrolable a perder el único amor en mi vida.

— Estoy tranquila porque se que, si mi hermana muere, estará feliz porque te protegió. Hace mucho tiempo dejé de pensar en Nayla cuando me di cuenta que ella no le importa su vida, solo le importa que los demás estén vivos. A diferencia tuya, que la dejaste por una idiotes.— ataca, sus ojos se retiran del documento para mirarme.

— Cuando Caeli despierte, es posible que sus traumas despierten a la vez y con ello, el invento idiota que hicieron para bloquear su trastorno de personalidades. Ahora vendrá más fuerte y más cargado por el simple hecho de, estar aquí.— menciona y todo en mi grita alerta.

Lo había olvidado por completo.

— Escucha Maximiliano, no tengo ningún problema contigo. Eres el esposo de mi hermana, padre de mis sobrinos pero eres un idiota. Tienes a tu hijo que perdió a su novia, a tus guardias cansados y heridos. Qué pasó con el gran rey? — su pregunta hace hueco en mi mente.

Qué pasó con el gran Rey?

Murió.