La hija del Rey #3

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Esto contaba como traicion?

Miro a mi padre en la cama acostado, la tableta a su lado sigue prendida pero la apago. Me tomo el tiempo de quitarle los zapatos junto con sus prendas para taparlo con la colcha una vez entiendo el cuarto está demasiado frío, dejo un beso en su mejilla para salir de su habitación. 

Voy a la mía mirando por última vez mi atuendo, salgo de la mansión hasta uno de mis autos en donde tengo todo lo necesario para lo que haré, enciendo el coche escuchando el ruido que hace al encender, una sonrisa natural cruza mis labios para salir de ahí apretando el acelerador, esa era una de las cosas que amaba de esta mansión, mi padre tenía un amor igual que yo por los autos, por lo cual mi madre arreglo muchas cosas de la mansión mientras el estaba en coma, por ejemplo.

El área de guardar los autos es tan grande que necesitas un mismo auto para elegir cual usar, esta debajo de la casa por lo cual mi madre puso dos entradas en la casa junto con el elevador y otra que deja salir el auto por el jardín por si tienen que salir sin ser notados. Mientras, el camino de enfrente tiene un gran espacio para usar el auto o maniobrar con el.

Antes de pasar por el gran portón miro al guardia con su arma, retiro los lentes de sol por lo que baja su mirada rápido.

— Mi padre esta dormido, cualquier cosa me llamaran a mi y no dejaran entrar ni al mismo Espíritu de mi abuela.— mencionó y el asiente, yo solo termino por arrancar mi auto hundiendo el acelerador.

Llegar a la ciudad es fácil, el problema es cuando entro a las oficinas de mi padre y todos empiezan a hablar por el hecho de verme aquí. Intento hacerme oídos sordos hasta que llego a su oficina viendo como hay algunas personas velando esta, suspiro un poco para aprovechar que este lugar casi no está lleno.

— Soy Caeli Morreti, hija del candidato Max y deseo entrar a sus oficinas en busca de uno de sus documentos, permitanme pasar.— puedo ver la duda en sus ojos pero al alzar mi vista un poco más retante me dejan pasar, se alejan bastante de la oficina pero yo entro.

Camino hasta su escritorio encontrando una foto que me llena de sentimientos, observo como en la foto salen mis padres abrazados a nosotros de pequeños, hago una mueca al notar que en la foto estoy sonriendo bastante y me faltan algunos dientes. Un sentimiento de nostalgia llega al ver como abrazo a mi madre mientras descanso mi cabeza en su mentón. Mi padre abraza a Malick y a nosotras dos siendo el papá oso de la situación.

El nudo en mi garganta baja para mirar su computadora, tomo el dispositivo que escondí mientras empiezo a buscar la fecha de aquel día, observo cada uno de los videos hasta que doy con el correcto. Observo a mi madre dispararle fríamente en el pecho a aquel chico, una lagrima resbala por mi ojo pero la limpio rápido al ver como dejo su cuerpo ahí.

Cada video se pasa al dispositivo de forma correcta hasta que noto que pasa otro video que no tiene nada que ver, miro a mi padre hablar con una chica de las de su campaña, se miran demasiado lindos pero alzo mi ceja un poco. Dejo el video en mi teléfono para irme dejando todo como estaba, salgo de aquella oficina rápido como si buscafan mi alma provocando que choque con un pecho no tan duro ni tan marcado.

— Por qué tanta prisa, señorita Caeli?— mencionan, alzo mi vista siendo un pequeño dolor de cabeza que me trae un pequeño recuerdo de mi infancia que bloqueo rápido.

— Por qué siento que te conozco?— pregunto mirando a aquel hombre que ahora resulta ser socio de mi padre.

— Qué haces aquí, Caeli?— pregunta seco y sin importarle mi pregunta, yo solo lo ignoro para pasar por su lado. No miro atrás hasta que llego al elevador y lo miro, la forma en la que deja sus mangas subidas sin sentir vergüenza por sus tatuajes me hace cuestionar si de verdad es alguien normal.

El bando serpiente es el significado de traicion.

Y no hay nada más feo que ello.

Sonrió de lado para dejar que las puertas se cierren, miro mi teléfono con un poco de diversión para crear una cuenta falsa, publico el video de mi padre dejando que el mundo arda. Este mismo no tarda en hacer caos en su oficina por lo que solo camino por él pasillo con la cabeza en alto, en cuanto llego a la salida subo mi cabeza viendo a  Ian de brazos cruzados con una sonrisa de lado mientras me observa.

Le doy una última mirada para subir a mi auto, en cuanto estoy en el tomo mi teléfono llamando a la única persona que solo aparece los martes.

— Sea lo que sea que tengas en mente para hoy, me apunto.— le digo escuchando su risa y luego la dirección en donde está. No pierdo tiempo en conducir hasta ese lugar notando algunos autos, me adentro al lugar viendo como están montando un ring.

— Quieres competir? Están promocionando una nueva droga en el mercado. Se dice que son caramelos con algunas sustancias que alteran la mente.— la veo contar el dinero uno por uno mientras sostiene el cigarro en su otra mano, me encojo de hombros.

— Necesito vestirme para la ocasión pero acepto, donde esta tu camerino? Quiero dormir antes de esto.— hablo y ella señala unas escaleras que dan hasta el segundo piso. Empiezo a subirlas viendo otras puertas y topandome con una persona, su piel morena brilla en una capa fina de sudor mientras sigue golpeando la pared a su lado, su cabello da pequeños saltos por los rizos pero yo solo me fijo en su técnica. Sonrió de lado para entrar al camerino y tirarme en el sillón de cuero.

Me quito mis zapatos junto con todo lo que me molesta para intentar dormir pero siendo sincera, solo logro dar vueltas en la cama mientras imagino el dolor que debe sentir mi madre por ver aquella noticia.

Tal vez estaba siendo demasiado ruda, pero no pararía mi venganza hasta saber si ella era la culpable de esto.