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Doy un fuerte suspiro sintiendo como los latidos en mi pecho empiezan a calmarse, odiaba este lugar.

Era el peor sentimiento de mi vida, la sensación de ser observada por todos lados, la inquietud de que algo salga de la nada y el olor horrible que se quedaba en mi piel por horas.

— Puedes darte prisa? Me congelo.— mencionó, veo a Malick dar una última reverencia para colocar un incienso en la tumba familiar. Los cuerpos de mis abuelos maternos, es decir.

La mamá y papá adoptivos de mi madre,  habían sido cambiados de lugar al cementerio de la familia Morreti. Un lugar grande, en donde se encuentran todos los que sirvieron a esta familia y ahora mis abuelos cuya creencia sigue aferrada a mi hermano.

— Ten respeto, al menos, demuestra que te importa algo en esta vida.— habla, su tono de voz es fuerte y directo. Me acomodo el abrigo sintiéndome dolida por su comentario pero lo ignoro, observo la canasta a su lado por lo que tomo el whisky y un incienso. Lo dejo con sus oraciones notando como la chica nota que me voy pero no dice nada, solo mira a todos lados cuidando la espalda de mi hermano menor.

Camino por entre las luces del suelo sintiendo una ligera nostalgia de cuando era pequeña y mi madre nos traía aquí a rezar por suerte a nuestros muertos, según ella.

Solo muere quien es olvidado.

— Tumba seca, no crees?— mencionó mirando aquella tumba, algunas hierbas crecían entre ella dañando las letras que estaban en ella, empiezo a quitarlas una por una mientras destapó la botella y empiezo a beber. — Debe ser duro que nadie te recuerde, tu tumba toda sucia.— digo mientras siento el ardor del alcohol en mi garganta.

Un pequeño nudo se hace en mi garganta mientras una ráfaga de viento mueve mi cabello, respiro hondo.

— Lamento ser cruel y fingir que no te conozco. Debo admitir que perdí un poco el control y sabes bien, que odio perder el control pero te juro que no lo soporto. Intento vivir cada día, cada segundo, cada minuto pero el dolor me inunda tanto que creo voy a morir. No sabes cuanto me duele, cuanto me quema ser así. — Doy un suspiro pequeño sintiendo las lagrimas caer junto con los mocos de mi nariz.

— Todos dicen que soy la Hija del Rey, la hija de la Madame que lidera un ejército ruso de mujeres asesinas. Soy la heredera de la Mafia Morreti pero estoy jodidamente perdida desde que no estás. Aún siento tu corazón latir débil, tus manos frías, tus ojos sin vida y te juro me duele pero más me duele saber que mi madre acabo con tu vida.— grito.

Aquella confesión libera mi alma, sin embargo siento la amargura en mi boca como si tuviera mercurio en ella.

— Te amo, mi amor. Pero no puedo vengarme sin lastimar a los que amo.— miro la tumba seca mientras sostengo la botella, le doy un último trago para tirar el restante en signo de despedida mientras enciendo el incienso que tiro observando como se vuelve uno con el licor del suelo. Observo el pequeño fuego en el suelo mientras escucho pisadas a mi espalda, miro a Malick en una esquina que me mira sin ningún tipo de emoción.

— Mamá no lo mato solo porque si, Caeli. Debes ser demasiado tonta como para creer que la persona que te tuvo por meses y sufrió dándote a luz, sería  capaz de matar a la única persona con la que lograste hablar luego de nuestro secuestro.— habla, yo solo siento la necesito de pegarle para que cierre la boca.

— Tu no sabes nada.— espetó. Paso por su lado chocando hombros hasta llegar a mi moto ignorando como grita mi nombre, aun así lo ignoro.

Me coloco el casco y enciendo la moto, no espero nada así que solo arranco tan rápida como la moto lo permite. Ignoro el pánico en mi corazón y solo sigo, sintiendo la adrenalina silenciando todas las voces en mi cabeza. Freno en una de las últimas luces para llegar a mi casa sintiendo mi manos temblar, un sollozo sale de mi boca mientras las nauseas empiezan y empiezo a sentir mis pulmones picar. En cuanto la luz cambia arranco a la misma velocidad que antes llegando a la casa rápido, dejo la moto al lado mientras tiro el casco y los guantes

Mi vista se nubla de momento por lo que me sostengo del mueble de la sala en donde veo algunas fotos familiares, veo la foto en donde beso la mejilla de mi madre y otra en donde sonrió feliz con mis padres, sin medir mi fuerza tomo una haciendo que por mi pánico se caigan al suelo.

Ese es tu problema, Caeli.

Todo lo que tocas.

Todo lo que tienes.

Todo lo que eres.

Lo haces mierda.

Las lágrimas salen de mis ojos por sí solas así que solo dejo los cristales en el suelo, empiezo a subir las escaleras poco a poco debido a que cada vez veo menos. El dolor en el pecho me impide hablar así que llego a mi cuarto como puedo, camino hasta mi cajón tomando mi inhalador.

Era totalmente irónico tener padres sanos y tener que usar uno, pero solo lo usaba cuando tenía ataques de pánico que me bloqueaban tanto que olvidaba como respirar.

Aprieto el botón una vez esta en mi boca pero no funciona, el dolor en mi pecho se vuelve tan profundo que el llanto se vuelve más fuerte. Mis recuerdos empiezan a salir de por sí, me hago caer al suelo yo sola mientras grito de dolor. Golpeo el suelo con fuerza intentando calmar el dolor que me consume por dentro

Sonaba como una niña.

Pero ya no aguantaba, necesitaba a mi mamá.

Quiero volver a abrazarla y sentir su cuerpo cálido junto al mío, su olor a mamá.

Quiero sentirme segura.

Quiero saber porque lo quito de mi lado, porque se llevo a lo único que logre amar.

— Caeli, nena, Mia ragazza— <<mi niña>>

Siento como mi padre me toma en brazos, una lagrima calida se derrama por mi mejilla y siento su pulgar grueso limpiandola. Me escondo en su pecho sintiendo el recuerdo de la vez que estábamos en nuestra antigua casa llena de pinturas de mamá, estábamos en la sala en una carpa y mamá estaba haciendo unas galletas que por primera vez olían bien y no quemado. Las risas de Malick junto con las mías mientras que papá nos corría por toda la casa, todo era hermoso.

Hasta ese disparo.

El humo por toda la casa y no por las galletas de mamá, la forma en la que papá nos cargo a mi y a Malick mientras mamá cargaba un arma que disparaba a los hombres que entraban a la casa.

Toda cabeza en la mafia tenía un precio, aquel señor lo dijo cuando mamá estaba embarazada de Malick.

— Me llegaron mis recuerdos y lo odio, Papá.— hablo, el solo me sigue abrazando y dando calor en sus brazos, eso hasta que escucho su voz con su acento.

Los recuerdos son nuestra vida, Caeli. No podemos escondernos de nuestros miedos ni de nuestros errores, se que duele Mia ragazza pero no dejes que las emociones te controlen más de lo que ya lo hicieron por tantos años, deja que lleguen y desmuestra que eres una guerrera.— deja un beso en mi frente.

— Quiero a mamá— hablo y siento se tensa, aun así suspira.

— La buscaré yo mismo.— menciona para cargarme y dejarme en la cama, en la puerta veo a Malick pero lo ignoro. Escucho como se quita sus botas para subirse a mi cama.

— Bienvenida al infierno, hermana.— suspira, siento como me abraza mientras se arropa conmigo. Hago una mueca para levantarme de la cama y empujarlo de ella, lo veo en el suelo mientras quito todas las mantas de la cama

— Vinimos del cementerio cochino, hay que bañarnos.— digo mientras empiezo a cambiar las sabanas y el sale diciendo se bañara y luego vendrá.

Suspiro.

Dios, si existes.

Dame la fuerza necesaria.

🦋- Happier Than Ever- 🦋

La hija del Rey #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora