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Narra Max.

Estaba enojado.

Estaba furioso.

El sentimiento de ira crece en mi pecho por cada minuto que paso sentado, trueno mi cuello mientras paso mi mano llena de sangre seca y el anillo en mi mano se mueve, lo observo más de cerca para apretar mis dientes. Uno de mis hombres me entrega un cigarro el cual tomo recostandome más de la silla, miro al hombre en el suelo llorando por su familia muerta a su lado.

— Hace ya años, fui traicionado por mi mejor amiga. La muy desgraciada creyó que podía vender en mi territorio y yo no darme cuenta, así que simplemente la mate. Después, me acostumbré a que la gente matará por mi y viví la vida que nunca había vivido. — doy una calada al cigarro para tirarlo en su cara, tomo su rostro con fuerza para apagar el cigarro justo en la cornea de su ojo. Sus gritos suenan más fuertes pero en este punto, siento que solo es música.

— Deje que hicieran lo que quisieran, pero ya no más. Ahora por favor, dime la contraseña.— pido, el empieza a hablar justo cuando veo a otra persona bajar las escaleras pero con música. Cuando ve a su padre grita pero no pierdo el tiempo en dispararle en su pecho y volver al hombre que mantiene sus ojos abiertos.

— Tu de verdad creíste que iba a dejar a alguien vivo cuando tu vendiste a mi familia primero? occhio per occhio, ratto
(Ojo por ojo, rata.)

Mis hombres ponen el pin de su caja de seguridad la cual abre, toman todo de ella viendo como están mis papeles y mis cuentas. Lo miro para tomar su rostro, sonrió.

— Te daría un beso por traidor pero me repugnas tanto, que prefiero cuidarme de tu asqueroso ser.— en cuanto me alejo, disparo dos veces en su pecho.

De forma retorcida, tomo limpiador para quitar mis marcas de toda la casa. Me coloco los guantes amarillos para tomar unos clavos que trajeron mis hombres por lo que solo arrastro su cuerpo y lo cuelgo de pies a cabeza,  viendo como parece una cruz.

— Vamonos.—  ordenó.

En lo que entraba a la camioneta mi teléfono empieza a sonar por diferentes números pero los ignoro, cierro la puerta y el chófer arranca a la misma vez que yo observo mis manos manchadas de sangre. Acerco mis manos a mi nariz respirando hondo, sintiendo el olor llenar el vacío de mi pecho. Podía sentir el placer en mi abdomen y la pequeña voz en mi cabeza, que había dejado de escuchar justo después del Coma.

— Hagan un anuncio en cada calle, que Maximiliano Morreti tomo el control y viene por todas las cabezas de todos. Empieza retirando todas las drogas y poniendo las nuestras, persona que se resista? Persona que matas y le mandas la cabeza sus jefes. Y digan, que estas son mis calles ahora. — digo.

Los ojos de mis hombres crecen pero no dicen nada, todos siguen mis órdenes y a medida que pasan las horas, mi teléfono deja de sonar con tanta urgencia. Solamente llegan mensajes de noticias hablando sobre asesinatos en las calles.

Se acabo el juego, mucho tiempo les di, Es hora de tomar el control en este lugar.

La hija del Rey #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora