CAPÍTULO 2 "DAR Y RECIBIR"

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Sentí como él hombre apartaba mi pelo de mis hombros. Yo llevaba una blusa de tirantes de color rojo y una falda larga de color blanco, combine el vestuario con mis Nike de color blanco y un bolso del mismo color.
Estaba nerviosa y con miedo, era una extraña sensación que no me agradaba en lo absoluto, quería incluso vomitar.

-Para estar en este mundo debes dar algo para recibir algo... Tú quieres ese papel. -Sentí como acercó su rostro a mi oído y susurró. -¿No es cierto?.

-Si... Pero...

-Brooke, ya se lo que vas a decir. Y créeme que si tu sales por esa puerta sin darme lo que te voy a pedir, jamas vas a tener una oportunidad como esta... Tú sabes quien soy yo, y el poder que tengo en este medio. Puedo lanzar y hacer brillar tu nombre, al nivel del de Angelina Jolie, Cameron Diaz... O por alguien joven como Dove Cameron o Joey King y de más.

-No debería hacerlo. -Susurré con una voz entre cortada.

-Es una oportunidad en un millón.

Paso de nuevo a su asiento y me miró fijamente. Pensé en lo peor, no sabía que hacer, temía de lo que me pediría, pues escuché muchos rumores sobre la pornografia en hollywood y esas cosas, pero creí que era todo un mito, pero precisamente a mí me está pasando esto y no sabía como actuar.

-Esta bien... -Respondí con voz temblorosa. -¿Qué quiere?.

El hombre sonrío de lado y me miró atentamente, específicamente en mis pechos. Lo cual me incómodo y me hizo temblar.

-Ponte de pie.

Puse mi bolso a un lado y me levante de la silla. Me miró de cuerpo completo y volvió a sonreír.

-Quítate la blusa. -Me señaló.

Lo sabía, sabía lo que él quería y algo dentro de mí me gritaba: ¡Corre!, pero no podía, era más mis ganas de lograr mi sueño.

Baje un tirante y después él otro, para después quitármela y ponerla en la silla.
Lo miré fijamente sin expresión alguna, aunque por dentro me moría de miedo.

-Continúa.

Asentí y poco a poco desabroche mi brasier y lo quite. Trate de poner mis manos para que no me viera los pezones.
Tire el brasier encima de la blusa y lo miré fijamente.
Mis ojos estaban a punto de estallar en llanto, pero me contuve de no hacerlo.

-Si vas a ser actriz debes saber que habrá ocasiones en las que enseñaras los pechos... Así que.

Me miraba fijamente y mis nervios me mataban. Ya no había vuelta atrás.
Quite mis manos y el hombre se quedó fascinado.
Se levantó de su asiento y camino hasta donde yo estaba, no me moví, me quedé petrificada. Escuche que aventó mi silla y se paró por detrás de mí, se pegó tanto a mi cuerpo que sentí que su miembro estaba erecto.
Acercó su nariz y olió mi cabello.

-Que bien hueles. -Susurró.

Sentí su mano en mi espalda y un escalofrío me recorrió el cuerpo.
De repente me empujó y quede recostada en la mesa. Separo mis piernas y comenzó a rozar su miembro en mi trasero.
No podía dejar de temblar. Me daba asco lo que estaba haciendo.
Sentí que levanto mi falda hasta las caderas y después me bajó los panties.

-Señor Coleman... Es que... Yo soy virgen. -Dije con un nudo en la garganta.

-Pero tienes más de dieciocho ¿Verdad?.

-Si... Tengo veintiuno.

-Entonces no hay de que preocuparte. Todo estará bien. -Dijo mientras acariciaba mi espalda.

Y después de eso solo sentí como me embestia salvajemente. Me dolía mucho, e incluso me quejaba, pero el jamas se detuvo, siguió haciéndolo. Y solo recuerdo escuchar  sus gemidos asquerosos.
Todo paso tan rápido. Harold se alejo de mí en cuento acabo y se acomodo su traje.

-Llamare a tu agente para darle los detalles y si te daré el papel o no.

Al oír eso mi corazón explotó.
Osea qué después de todo el mal y horroroso rato estaba todavía en duda si me daría el papel.

(...)
En cuanto llegué a mi casa solo opte por dejar mi bolsa en la cama, ir directamente al baño y quitarme la ropa, para después entrar en la ducha, el agua estaba helada. Me deje remojar y sentía el frío recorrer mi cuerpo.
Fue hasta entonces cuando solté el grito más fuerte de mi vida y me caí al suelo, para abrazar mis rodillas y llorar desconsoladamente.
No podía asimilar aún lo que había pasado y me sentía sucia, asquerosa y no podía dejar de escuchar los gemidos de Harold retumbar en mi cabeza y oídos. Incluso no quería ni mirarme, pues sentía que mi cuerpo estaba marcado por sus sucias manos, mis pechos, mis caderas, mis muslos, mi espalda... TODO.

BROOKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora