Capítulo 1

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Winter and Spring

La nieve caía desde el cielo nocturno tiñendo las calles del pueblo y los jardínes del castillo de un precioso y brillante color blanco. El viento frío sacudía la copa de los árboles y las campanas del templo se oían una y otra vez a la distancia.

El rey se mantuvo quieto observando la bella vista desde el gran ventanal donde se encontraba de pie. Tragó suavemente saliva y mantuvo su atención en los copos de nieve cayendo, dejando a un lado su instinto protector de alfa al escuchar el grito desgarrador de su omega, la reina Elle, detrás de sí.

Volteó solamente un poco cuando todo se sumió en profundo silencio y luego una sonrisa grande se extendió en su rostro cuando finalmente escuchó cómo el llanto de su recién nacido inundó la habitación. El orgullo le hizo inflar el pecho y el alivio recorriendo su interior le hizo tomar un respiro.

Gracias a los Dioses, luego de una larga y fría noche nevada, su bebé estaba ahí. Llorando con fuerza, sacudiendo sus manos con desespero, húmedo y con sus mejillas muy coloradas.

El alfa giró entonces y con pasos lentos se acercó, la partera que había envuelto a su cachorro en una manta tibia y cálida, bajó la cabeza con respeto para después ofrecerle el pequeño bulto chillón y sollozante. Vaya que lloraba alto.

—Su majestad. —ella dijo—. Es un varón. Está sano, grande y fuera de peligro.

La sonrisa del rey creció aún más y sin dudarlo por un segundo, tomó a su primogénito en brazos. Lo acurrucó contra su pecho y lo observó, él no dejaba de llorar pero entre sus protectores brazos había dejado de removerse. Era perfecto y diminuto, de piel pálida como su madre y con cabello oscuro como él. Su primer hijo, tan pequeño pero a la vez tan fuerte. El rey lo amaba, lo amaba tanto como el día que se enteró que estaba en camino.

Recordaba el día en que la reina había despertado vomitando lo que aún no había comido. Recordaba sus mejillas rojas y sus ojos azúles brillantes. Su cabello rubio despeinado y la vergüenza en sus facciones al haber vomitado frente suyo. Poco después el curandero les había informado que la Reina estaba en espera y que en seis meses estaría dando a luz a su primer cachorro, y más importante aún, a su heredero. Louis no podía recordar un día en el que se hubiese sentido más feliz, orgulloso y completo.

Luego de observar a su cría demasiado embelesado por un largo rato, finalmente llevó sus fanales azúles hasta la reina. Ella parecía adormilada sobre las almohadas de la enorme cama, agitada y con la humedad brillando sobre su tersa y pálida piel. El rey se acercó y estiró una mano es su dirección, acariciando con cariño su mejilla.

—Es un varón —le informó por lo bajo. Ella apenas y pudo girar un poco la cabeza para dedicarle una pequeña y sútil sonrisa, parecía demasiado exhausta y deshecha—. Nuestro heredero, omega. Lo has hecho perfecto, estoy muy orgulloso. De ti, de él y todo lo que hemos hecho juntos.

Dejó un pequeño beso sobre la frente de su reina y se apartó cuando la partera se acercó para atenderla. Ella le ofreció algún té y le ayudó a asearse un poco mientras le daba palabras de aliento y apoyo, al parece había sido demasiado agotador y duro dar a luz, el rey jamás podría agradecérselo a su reina lo suficiente. Sin duda alguna, su primogénito era lo más sagrado que ella podía darle y estaría eternamente agradecido por ello.

Se perdió un rato caminando alrededor de la habitación con su bebé entre sus brazos. Acarició sus mejillas y peinó con sus dedos su húmedo cabello, detalló sus facciones y le arrullo hasta convertir su llanto en solo suaves quejidos. Una vez más, detalló profundamente lo perfecto que era y lo bien parecidos que ambos eran. Podía verse a sí mismo en su cachorro y eso solo le hacía sonreír más. Cómo alfa, como rey y como padre, no podía estar más feliz.

Winter and Spring | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora