Capítulo 29

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Winter and Spring

Las velas iluminaban la habitación en una danza de llama tranquila y suave. Las largas cortinas de seda que cubrían los ventanales se mecían con lentitud empujadas por el viento fresco que entraba desde el exterior. Todo alrededor se sentía tranquilo y en calma, y el lugar estaría en completo silencio de no ser por las voces bajas que se escuchaban flotando por ahí.

Harry parpadeó con lentitud, miró alrededor y tragó saliva, sintiéndose exhausto y adormilado. Era casi incapaz de moverse, todos los músculos de su cuerpo estaban sensibles y cualquier pequeño movimiento le hacía apretar los dientes. Las estrellas brillantes comenzaban a llenar el cielo oscuro y la luna se había puesto desde hacía un rato. Después de un largo día de chequeos continuos, preguntas sobre su estado y la visita de muchos médicos y el fisiólogo, luego de comprobar que todo estaba en orden, finalmente había podido regresar a su habitación designada en el castillo sin una barriga debajo de su ropa y una cachorra entre sus brazos. De no tener conciencia sobre el difícil parto que había atravesado, Harry creería sin duda alguna que recién salía de una brutal y complicada batalla.

El parto se había sentido de esa forma, su garganta estaba irritada por los gritos que había dejado salir y le dolían partes del cuerpo que nunca le habían dolido antes y sabía que ese había sido el precio por traer al mundo a su preciosa cachorra. Oh, la había escuchado llorar por primera vez y la alegría le había llenado el corazón. Apenas la había visto un poco antes de caer en un sueño profundo, pero se había dejado ir en completa tranquilidad, observando la imagen de su alfa acunando a Spring entre sus brazos, sabiendo que ella estaría segura con él. Nunca imaginó que dar a luz iba a ser tan difícil, pero había terminado y agradecía estar viviendo todo eso en completa paz.

Harry recordaba las noches de angustia que pasaba cuando su vientre apenas crecía y temía incluso del pasar de los días. En aquel entonces, aunque en el fondo deseaba ser madre, también deseaba que el día del parto fuera lejano, porque sabía que no tenía demasiado qué ofrecerle a su bebé. Había sido solo un joven chico que no tenía idea de lo que era vivir y tendría bajo su responsabilidad una criatura indefensa y vulnerable, que necesitaría tanto de él. Siempre temió no ser suficiente para él o ella, estuvo asustado por no poder ofrecerle lo que merecía, pero también tuvo siempre un corazón lleno de amor y devoción, desde el primer instante que supo que estaba de camino.

Con nostalgia, los recuerdos lo invadían, recuerdos donde Niall y él contaban algunas monedas y se veían con tristeza, pero a la vez cariño y esperanza, para que pudiera asistir a su primera reunión con el fisiólogo del pueblo. Recordaba cómo su madre le había mirado con ojos grandes y brillantes mientras le ofrecía una pequeña manta bordada para su bebé. Recordaba las lágrimas que recorrían su rostro al sentirse tan solo y sin nadie en quien apoyarse mientras sus manos se aferraban a su pequeño vientre cada semana más grande e hinchado.

Nunca ansió demasiado, solo lo indispensable para que su cachorro estuviera bien, una cama tibia, una habitación llena de calor y la tranquilidad de estar seguro junto a su bebé era todo lo que pedía.

Sonrió sin poder evitarlo mientras parpadeaba con suavidad para que las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos desaparecieran. Estaba ahí, sintiéndose de la forma en la que tanto había anhelado sentirse. Seguro, cómodo y protegido. En esa cama grande y tibia, con almohadones y cojines detrás de su cabeza, cubierto por sábanas frescas que olían a Louis, Winter y él, y que olerían pronto también a su pequeña y dulce cachorra.

Había tenido un parto atendido por los mejores médicos y estuvo asistido por uno de los mejores fisiólogos, su cachorra fue vestida con los mejores algodones y fue cargada por primera vez en brazos por uno de los hombres más poderosos en el mundo. La vida no solo le había obsequiado la dicha de sentirse protegido y seguro junto a su bebé, sino que también le había dado la oportunidad de tener el amor de un hombre que era más que bueno. Que le cuidaría, amaría y protegería. Su alfa... Harry nunca ansió demasiado, pero en ese momento... Agradecía tener absolutamente todo.

Winter and Spring | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora