Capítulo 9

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El Rey Tomlinson se pasó una mano por el rostro, un poco aburrido, un poco cansado, un poco exhausto, era demasiado evidente que no le agradaba en absoluto estar donde estaba y que tampoco disfrutaba de escuchar lo que escuchaba. Llevaba horas, días, semanas, oyendo la misma charla una y otra vez, no era para menos que no estuviera, al menos, un poco fastidiado con el tema.

—Entonces se le notifica, su majestad, que los cuervos han sido enviados en tiempo y forma para que cada uno de los príncipes pueda recibirlo a tiempo y arriben el día exacto a la ceremonia de conocimiento. ¿Eso está bien?

El monarca suspiró, su mirada perdida en el horizonte. No, no estaba bien. Tenía toda la mañana escuchando sobre los preparativos de dicha ceremonia, sobre detalles que no le importaban, detalles de los que ya habían hablado un día anterior, sobre cada cosa que parecía importante, sobre expectativas, preocupaciones, realidades, sobre qué era lo mejor y qué era lo peor, sobre esos príncipes que deseaban acompañarle en su deber con la corona, sobre una boda cercana que no quería festejar pero de la cual era inevitable formar parte, porque era el Rey, porque era él quién debía desposar a alguien pronto, era él quién estaba comprometido con su reino, con su pueblo, con su gente, porque tenía que dar una estabilidad, mantener el orden y la seguridad entre naciones. Y estaba cansado, estaba estresado... Lo único que quería hacer era abandonar la sala de reuniones e ir directamente con Winter y por ende, también con Harry.

Al menos ahí podría relajarse con su niño en brazos, podría hundir su nariz en su pequeño cuello y aspirar aquel dulce y tierno aroma a cachorro bebé, que le hacía creer, por un momento, que todo estaba bien, que todo valía la pena siempre y cuando pudiera mantenerlo a salvo, y siendo algo, demasiado ambicioso, tal vez podría también disfrutar de una larga e interesante charla con el joven rizado. Louis amaba demasiado hablar con Harry por qué el joven siempre tenía algo qué preguntar y el Rey siempre tenía algo que responder.

Lo repetía, Harry era una de las pocas personas que siempre le escuchaba con atención, siempre parecía interesado en cualquier cosa que el monarca tenía para decir, observándolo con ojos curiosos y grandes, expectantes. No era como el concejo, justo en ese momento. Todos tenían algo qué decir, algo de qué quejarse, algo que exigir, algo que ordenar. Louis apenas casi podía decir algo, e igual, jamás podría hablar o decir lo que realmente quería. Como por ejemplo, lo muy harto que estaba de escucharles hablar sobre esa boda que en absoluto quería.

Decir que realmente detestaba la idea, que no estaba de acuerdo y que preferiría no hacerlo sería una total sorpresa para todos, lo reprobarían e incluso quizás hasta lo llamaría un mal Rey. Y no, no quería eso.

Pero oh, dioses. Que alguien los callara ya.

Sentía unas punzadas incómodas en su cabeza, siendo esa la señal adecuada que le hacía saber que su límite de paciencia estaba a nada de ser traspasada. Entendía su deber, entendía que tenía que casarse, en serio lo hacía, no podría ser el buen monarca que era de no ser así, pero simplemente esa mañana no se había despertado con un buen humor. Desde que había abierto los ojos supo que no sería un buen día porque la luz del sol le irritó tan pronto la sintió sobre su piel y hasta el tintineo de la porcelana cuando le sirvieron el té le incomodó.

—¿Su majestad?

Dejó de sobar su sien y parpadeó, levantando la mirada hasta uno de sus consejeros, el que le había hablado. Frank le veía desde su lugar en la mesa en el centro del salón, donde cada uno tenía su lugar, con las cejas en alto, esperando por lo que parecía ser una respuesta. La silla de Louis estaba vacía, el monarca había querido quedarse de pie desde que había entrado en el salón. No había tenido las ganas de fingir que realmente podía verle los rostros a todos mientras hablaban de su futura unión con algún príncipe como todo un plan de estrategia para el beneficio y la prosperidad de Lakefairy, como si él no fuese nada más que una pieza en un tablero. Realmente prefirió apartarse y dejarlos hablar, perdiéndose en sus propios pensamientos, teniendo esperanza en que si los ignoraba el tiempo pasaría más rápido.

Winter and Spring | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora