CAPÍTULO 25

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Llegaron a la mansión, tomados de la mano, intentaban procesar todo lo sucedido, durante todo el camino no hablaron nada

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Llegaron a la mansión, tomados de la mano, intentaban procesar todo lo sucedido, durante todo el camino no hablaron nada.

Tanto Niall como Liam, se lanzaron a los brazos de sus hermanos, las protectoras estaban atendiendo las heridas de Zayn y Valery estaba en los brazos de Niva.

Liam lloró fuerte en el pecho de Louis, ya que cuando Kity llevó a Niall, el omega le contó todo. Ambos se sintieron traicionados, Lía estaba un poco retirada de todos, no quería perturbarlos con su presencia. Sin embargo, Kity la atrajo para que se integrara, al fin y al cabo era parte de todo.

Era de noche todos estaban alrededor de una fogata, las protectoras creyeron que sería buena idea estar a la intemperie, sus lobos necesitaban respirar.

Tomando chocolate caliente, Harry no se despegó de Louis y el alfa no soltó su muslo, por la tarde habían tomado alguna ducha y Louis les brindó una habitación a cada uno para que descansaran.

—No puedo dejar de pensar que Mat haya sido el causante de todo —Liam estaba en el regazo de su alfa, todos tenían la vista perdida en las llamas, el color rojizo alumbraba sus rostros en medio de la oscuridad.

Zayn besó la coronilla de su omega —las personas que parecen caerle bien a todos, siempre ocultan algo, en lo personal nunca imaginé que el fuera capaz.

Niall tenía la vista perdida en la fogata, Lía estaba a su lado, pero temía acercarse. Eran destinados y lo sentía; sin embargo, apenas se conocían —tuvo lo que merecía, nos engañó a todos, nos hizo mucho daño —volteó a ver a la rubia.

Lía suspiró —creí que nunca podría salir de aquel lugar, Mateo me quitó todo: mis padres, mi familia y mi manada. Tenía tanta avaricia y era tan… no lo sé. Estaba enfermo.

—Ahora nosotros seremos tu familia —Niall dijo.

Ella sonrió ajustando la cobija en sus hombros —en realidad siento como si los conociera de siempre.

Niall volteó a verla —¿desde cuándo te tenía encerrada?

—Seis años, eso supongo, desde que estaba en nuestra manada hacía viajes de días, yo lo llegué a querer como a una madre porque nos cuidaba a mí y mi otra hermana que era una omega, nuestra madre nunca se interesó por nosotros y claro que el maldito tenía que llegar a hacerse el bueno —bufó.

—¿Por qué no se quedó en tu territorio? Es confuso —el omega preguntó.

—Mi manada era pequeña, éramos menos de quince.

—¿Cómo es eso posible? —Liam preguntó.

—Fuimos cerca de cincuenta miembros, pero muchos migraron porque mi madre, quien era la alfa, no permitía que nadie entrara, nunca más pudo impedir que salieran, la manada empezaba a perecer y todo se vino abajo.

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