Louis y Harry, ambos alfas dominantes, uno territorial y el otro posesivo.
¿Serán capaces de dejar su orgullo para escuchar a su instinto?
¿Quién será el que ceda su dominio y aceptar su verdadero destino?
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Somos seres infinitos en un universo infinito, y un así siempre estamos donde pertenecemos.
—No te muevas —Louis ordenó dando un pequeño azote mientras pasaba sus dedos en la entrada de Harry. era de madrugada y su alfa lo había despertado frotando sus glúteos en su ingle.
—Lou…
—Espera, amor, se saldrá —Louis acariciaba su piel mientras trataba de empujar su semen dentro de Harry para evitar que saliera, estaba siendo un poco difícil, ya que con tanto lubricante escurría sobre sus muslos, su lobo estaba tomando el control y querer embarazar a su alfa mientras llevaba a sus cachorros en su vientre le pareció una magnífica idea.
Louis estaba más territorial y protector que nunca, la posesividad que el alfa demostraba estaba volviendo loco a Harry de una forma linda.
Harry sonrió dejando caer la cabeza en la almohada. Gimió al sentir los dedos de Louis rozarlo —alfa.
Louis besó sus mejillas cuando estuvo satisfecho, luego lo hizo venirse de nuevo usando solamente su lengua, el ojiazul se regodeó colocándose detrás de él para hacerle cucharita, besó su cuello y lo apegó a su cuerpo. Harry suspiró satisfecho ante la actitud de Louis, hace días que su alfa se volvió todo un gruñón con quien se le acercara de más.
Fue así que eligieron irse a la cabaña, toda la tarde pasaron inspeccionando los avances de la nueva mansión y firmando algunos tratados importantes sobre la manada.
Al llegar Louis se apegó a su cuerpo siendo difícil de separarse de él, alimentó a su alfa y tomaron una ducha. Luego fueron a la cama, sin embargo, Harry despertó algo deseoso por la madrugada.
El sol salió, por la ventana se colaron algunos rayos, Harry abrió los ojos sintiendo los brazos de su alfa sobre su vientre. Se removió para quedar frente a él y lo admiró, su creciente barba, su cabello esponjado y sus pestañas, estaba tan enamorado. De pronto las comisuras de Louis se elevaron.
—Pediré una orden de alejamiento —dijo con voz grave.
Harry se acercó recostándose en su pecho y dejó algunos besos —no es mi culpa que seas tan guapo.
Louis sonrió aún con los ojos cerrados —tienes razón, soy muy guapo —se acomodó mejor para encontrar los labios de Harry, abrió los ojos mostrando sus intensos azules y lo besó.
—Buenos días, amor.
—Buenos días, Lou.
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