Un cuento entre una madre e hijo

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Torden Horrendus Abadejo I, hijo de Hicca Horrendus Abadejo III y... No tenía idea de quién era su padre.

Con solo cuatro años Torden comenzó a darse cuenta de las cosas a su alrededor, pues los vikingos siempre le recalcaban que era la viva imagen de sus padres y era tan ingenioso e inteligente como su madre.

Pero cuando hablaban sobre su padre siempre decían que era igual de noble y amable, lo cuál siempre lo confundía. Aunque siempre le hablaban de él, Torden no tenía ningún recuerdo de su papá. Desde que tiene memoria podía recordar a su madre jugar con él, enseñándole ese extraño idioma que solo ellos podían hablar, y contándole historias de las diferentes aventuras que tuvo desde que era jóven, hablando con un tono nostálgico y triste cuando contaba los relatos sobre los dragones.

Aquella noche él no pudo dormir y decidió levantarse de su cama para ir por un vaso de agua para calmar su sed. Cuando bajó las escaleras se encontró a su madre sentada frente a la chimenea de la sala dándole la espalda a las escaleras. Se asomó ligeramente viendo a su madre tomando una especie de collar entre sus manos y tenía esa mirada que no le gustaba ver en ella.

Tristeza.

¿Pero por qué estaba triste?

-¿Mami?

Hicca pegó un pequeño brinco por el susto, pero se alivió al instante cuando vió a su pequeño detrás de ella. Tuvo que contener una pequeña risa al ver a su hijo balanceándose de un lado a otro mientras jugaba con sus deditos, delatando que tenía algo en la cabeza pero era demasiado tímido para decirlo en voz alta.

-Torden, se supone que debes estar dormido.- Hicca se colocó su collar y a pesar del comentario hizo espacio en el sillón para que pueda sentarse.

El mencionado llegó hasta ella y se sentó a su lado, sonriendo de forma suave cuando sintió la mano de su madre cepillar su cabello con ternura sabiendo que esa era su debilidad.

-Vamos, sé que algo te está comiendo la cabeza.- dijo Hicca como si le hubiera leído la mente.- ¿Bocón volvió a contarte una de sus historias? ¿O volviste a hacer una de tus travesuras?

Torden rió sacudiendo sus hombros.

-Oh, ya veo. ¿Acaso quieres que mami te cuente una historia? ¿Qué tal la vez que su hijo fue atacado por el monstruo de las cosquillas?- Hicca hizo gárgaras y comenzó a atacar a Torden tocando las zonas en dónde sabía que era muy cosquilludo, sonriendo en grande al escuchar las carcajadas de su hijo y cómo le pedía piedad.- ¿Ah? ¿Qué quiere más?.- preguntó de forma burlona.- Tal vez sí me promete que a partir de ahora va a comerse todos sus vegetales sin rechistar puede que le dé clemencia.

-Jajaja-¡Sí! ¡Ja! ¡Lo prome- jajaja! ¡Lo prometo!- gritó Torden entre risas.

Hicca dejó ir a su hijo mientras veía divertida como trataba de recuperar el aire. Aclaró brevemente su garganta y volvió a acariciar el cabello castaño de su pequeño.

-Ok, habla. ¿Qué es lo que te tiene pensando tanto que no puedes dormir?

Torden se congeló por unos segundos al caer en cuenta que había sido demasiado obvio. Se acomodó en su lugar y volteó a ver a su madre reflejando la curiosidad en sus ojos.

-Mami, ¿por qué no tengo un papá?

Hicca sintió su corazón detenerse y romperse al mismo tiempo. Trató de recomponer su postura, pero la mirada intensa de su hijo sobre ella no le ayudó mucho.

-¿Por qué preguntas?

-Porque todos hablan sobre cómo me parezco a mi papá, pero yo no tengo uno.- habló en un pequeño susurro, dejando que su timidez le gane y agachó su mirada.- ¿No me quiere?

-No, no, no, no. Torden, jamás digas eso.- Hicca tomó las mejillas de su hijo entre sus manos volviendo a hacer contacto visual.- Hey, escúchame. Tu padre te amaba más que nada en el mundo. Y te puedo asegurar que de haber tenido la oportunidad, él se hubiera quedado con nosotros para quererte y verte crecer todos los días, pero...- de nuevo tenía aquella mirada de tristeza que tanto odiaba ver en el rostro de su madre.- Por ciertas circunstancias no pudo. Pero, Torden, jamás pienses que tu padre no está con nosotros por algo malo. Estoy segura de que algún día podrás conocerlo. Lo prometo...

Hicca acarició nuevamente el cabello de su hijo y lo envolvió en un abrazo mientras cantaba una pequeña canción de cuna. Pasaron unos cuántos minutos cuando se dió cuenta de que su hijo se había quedado dormido y rió ligeramente al ver el pequeño rastro de baba que salía de su boca.

No queriendo romper la paz que había entre ellos, decidió tomar la manta que tenía a un lado y cubrir a ambos con ella. Volvió a ver por última vez a su hijo y besó su cabeza antes de cerrar sus ojos.

-Algún día... Volveremos a ser una familia feliz...- susurró por última vez antes de caer en el mundo de los sueños.

Por ahora, ese sería un cuento entre una madre e hijo.

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