Niñera

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Virran, un Windwalker que era respetado entre los dragones debido a su sabiduría y experiencia en batalla contra los vikingos, se había convertido en la mano derecha del Alaeterna para asegurar la paz y la harmonía del Nido gracias a su lealtad y dedicación para mantener la harmonía entre los dragones.

Es por eso que se preguntaba qué clase de pecados había cometido para merecer tal castigo.

Pasó años observando a las distintas familias cuidar de sus pequeñas crías, notando lo cansado y cuán difícil era el trabajo de cuidar a sus bebés hasta que se volvieran independientes y puedan hacer sus vidas. Jamás había tenido una pareja hasta ese momento, enfocándose únicamente en su trabajo y en disfrutar de aquella paz.

Ahora sentía que se merecía una estatua hecha de oro por tener que soportar a las dos crías que parecían tener el único propósito de molestarlo como objetivo de la vida.

Tenía bajo su cuidado a dos jóvenes por órdenes del Alaeterna, pues al ser su mano derecha el dragón mayor tenía la suficiente confianza de que el Windwalker cuidaría y protegería a un dragón que podría ser el último de su especie y una niña vikinga raptada de su hogar para ver si aquella profecía resultaba ser verdadera.

Sí, para él era una especie de castigo divino.

Despertó aquella mañana como era costumbre, estirando todo su escamoso cuerpo junto a sus alas y salió de su cueva para poder ir al lago a pescar su desayuno. Rutina que fue inmediatamente destrozada cuando apenas colocó una pata fuera jamás notó la pequeña cuerda tensa que estaba en la entrada, por lo que al acercarse y jalar de ella terminó activando el mecanismo que estaba instalado en la pared rocosa y una cubeta llena de baba de Hobglobber terminó cayéndole encima.

Pasaron uno, dos, cinco, veinte segundos de silencio total.

-¡Ja! ¡Mi trampa se activó! ¡Toma eso Chi-EK!

Hicca se había asomado de detrás de un arbusto pegando un pequeño salto cuando escuchó que su nuevo invento se había activado y su víctima había caído en ella. Lo que no se esperaba era que Virran fue el pobre que terminó siendo afectado por ella.

La chica de ocho años tragó saliva de forma forzosa y su cabeza pasó por distintos escenarios tratando de buscar la forma correcta de salir de aquella situación.

Palabra clave: Tratar.

-Ay... Creo que me están llamando. Mejor me voy a ver si ya cantó el gallo... ¡Nos vemos!

Hicca corrió lo más rápido que pudo con miedo a voltear atrás.

-¡HICCA!

El dragón rugió y voló a toda velocidad para alcanzar a la chica. Llegó rápidamente hasta donde se encontraba Hicca, quien se encontraba jalando al pobre Chimuelo para hacerlo volar, pero el Furia Nocturna solo se encontraba confundido del porqué su amiga necesitaba escapar como si su vida dependiera de ello.

Cuando Virran hizo acto de presencia Hicca no pudo evitar soltar un pequeño chillido a la vez que sentía que su alma había ido a conocer a Odín en el Valhalla mientras que Chimuelo tosió para evitar soltar una tremenda carcajada y al mismo tiempo para sacar el olor de la saliva de su sistema.

-¿Por eso me chillabas que te ibas a morir? Ahora sí que la has liado en grande, renacuajo.- se burló Chimuelo.

-¡Cállate! ¡La trampa era para tí! ¡Tu maldita lagartija gigante!

-¡¿A quién llamas lagartija gigante, mocosa?!- ambos pegaron sus frentes a modo de reto.

-¡Pues a tí, ¿a quien más?!

Cuentos de BerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora