Mañanas Ruidosas

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Virran comenzó a gruñir y acomodarse en su tronco tratando de volver a encontrar una posición cómoda para dormir cuando fue sacado del mundo de los sueños debido al ruido que comenzaba a ser más fuerte y llegó hasta su lado de la cueva. Levantó su cara brevemente para ver la salida y gruñó de mala gana  cuando se dió cuenta de que todavía no había ni un solo rayo de luz que delatara que ya era de mañana.

¿A quién demonios se le ocurre hacer tanto ruido en plena madrugada?

Al parecer a sus crías.

Virran se cubrió su rostro, se tapó sus oídos con sus dedos e incluso golpeó su cabeza contra el tronco, pero parecía ser que a cada intento sus pequeños aumentaban el nivel del ruido y Virran solo tenía ganas de estrellar sus cabezas contra la pared.

-¡Te digo que estás haciendo trampa!

-¡Y yo te digo que estoy jugando bien, no es mi culpa que seas una renacuajo que no sabe jugar!

-¡Te reto a que digas eso de nuevo! 

-¡Yo estoy jugando acorde el juego! ¡No es mi culpa que no sepas jugar!

-¡Esa es una reverenda mentira! ¡Mentiroso! ¡Lagartija gigante!

-¡Renacuajo sin cerebro!

Olvídenlo, Virran solo tenía ganas de aventar a sus crías desde el alcantilado más alto, lanzar el maldito Mazas y Garras de paso y esperar a quemar dicho juego una vez que haya salido el sol.

Despidiéndose de su dulce tiempo para dormir, Virran gruñó de mala gana y le rezó mentalmente al Alaeterna para que le dé paciencia por lo que estaba a punto de hacer si es que llegaba a cometer un asesinato. Se levantó de su tronco y salió de su habitación yendo al área común donde estaban reunidos los mencionados frente a una piedra que servía de mesa y encima de ésta se encontraba el juego de Mazas y Garras.

Al parecer Hicca desarrolló una pequeña afición por aquel juego, pero al ser todavía demasiado jóven no entendía muy bien las estrategias que se requerían para poder jugar contra alguien más. 

-¡Que ya no hagas eso ¡Por eso estás haciendo trampa!- gritó Hicca empujando a su amigo con su pie.

-¡Y yo te digo que no estoy haciendo nada, mocosa malhablada!- respondió Chimuelo regresandole el empujón 

-¡¿Cómo me llamaste, intento de horno?!

-¡A la única que tengo adelante de mí!

-¡¿TIENEN ALGUNA IDEA DE LA HORA QUE ES?!- exclamó Virran ya bastante irritado por la pelea entre hermanos.

Los menores se quedaron congelados e incluso soltaron sus piezas debido al susto al escuchar a su guardián detrás de ellos y los dos voltearon sus cabezas casi de forma mecánica encontrando a Virran cruzado de brazos y con una mirada que expresaba clara molestia y cansancio provocados por ellos.

-V-Virran...

-N-Nosotros solo estábamos-

Cuando Virran vió a sus crías abrir sus bocas para inventar excusas fueron inmediatamente callados cuando levantó una de sus manos en señal de que sería mejor que se guarden sus explicaciones. Al ver detenidamente a los dos se dió cuenta de que a pesar de sus gritos y energías para pelear, ambos tenían ojeras bastante notorias debajo de sus ojos, delatando que no habían tenido un tiempo apropiado para descansar.

-¿Ninguno de ustedes se fue a dormir? ¿Han estado jugando toda la noche?- preguntó Virran volviendo a cruzarse de brazos y afilando sus ojos retándolos a que le mientan en la cara. Si no lo conocieran mejor estaban bastantes seguros de que no faltaba mucho para que sacara vapor de la boca.

Su respuesta fue el silencio entre ellos y cómo evitaban hacer contacto visual. Virran solo suspiró cansado y sin decir nada caminó hasta la mesa para tomar el susodicho juego y sin dar aviso aventó el juego dejando que el tablero y las piezas cayeran sin cuidado de la mesa, escuchando de paso los jadeos de sorpresa de los hermanos/mejores amigos al no esperarse que hiciera aquello.

El mayor solo volvió a caminar hacia donde estaban sus crías y se sentó en el suelo con la espalda apoyada en una de las paredes para después extender sus brazos en dirección a ellos, quienes lo veían bastante confundidos.

-¿Qué esperan? Es hora de dormir.

Con aquella invitación, los menores se lanzaron inmediatamente a los brazos de su padre y se acomodaron a los lados de Virran apenas vieron que no estaban en peligro de ser regañados. Aún.

Debido al cansancio y la desvelada los tres terminaron durmiendo de forma inmediata, con Virran teniendo una suave sonrisa en el rostro al tener a sus pequeños durmiendo pacíficamente sobre él.

Si habían dos cosas que el Windwalker odiaba en el mundo, esas serían la violencia y las peleas de sus crías.

Él siempre intentaba evitar recurrir a lo primero debido a que Hicca de cierta manera era la esperanza para que la guerra entre dragones y vikingos finalice de una buena vez y se demostrara que ambos mundos podrían convivir en harmonía. Lo segundo... Bueno, las peleas entre hermanos son inevitables, pero si éstas terminaban con los tres acurrucados y los menores siendo protegidos en los brazos de su guardián entonces no sería un mal castigo.

Los tres se sumergieron en sus respectivos mundos de sueño y mientras el sol se asomaba lentamente desde el horizonte para marcar un nuevo día y los habitantes de aquella isla poco a poco despertaban y se preparaban para comenzar nuevamente con sus rutinas.

Sí, solo era una mañana común en su amado hogar.

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