Familiar

44 3 4
                                    

Estaba en un lugar bastante cálido.

No recuerda exactamente cómo es que llegó hasta ahí, pero el paisaje era sereno, hermoso, y le transmitía paz. Los árboles a su alrededor y el verde del pasto delataba que estaba en un bosque, sospechando que se sentía bien y en paz en ese lugar debido a que le recordaba a los ojos de su madre.

Dejando que su naturaleza juguetona tome las riendas, comenzó a correr y a jugar con los diferentes insectos o aves que corrían de él cuando levantó una rama del suelo y la usaba como espada. Su risa llenaba el lugar haciendo del paisaje uno más brillante y vivo que no sentía que ya no estaba en un lugar desconocido.

Corrió un poco más hasta llegar a un pequeño claro con el agua más cristalina que jamás había visto. Decidiendo que sería una buena idea descansar, se agachó en la orilla donde colocó sus manos en forma de copa y tomó un poco del agua para después soltar un suspiro de alivio cuando recuperó parte de su energía.

-Por la barba de Odín, creí que jamás te ibas a cansar. De verdad pareces un tornado, muchacho.

Torden pegó un salto debido al susto de escuchar aquella voz. Se dió la vuelta para encontrarse con un hombre bastante grande, tanto de altura como de peso, con ropas tradicionales vikingas, una capa de pelaje marrón, un casco que adornaba su cabeza junto con una larga barba rojiza y ojos verdes que le resultaban bastante conocidos.

-Oh, disculpa si te asusté.- habló en un tono más suave, pues si el chico fuera a dar otro salto éste terminaría cayendo al agua.- ¿Estás perdido?

-... No lo sé.

-¿No lo sabes?

Negó con la cabeza.- Solo sé que llegué aquí, pero no sé cómo.

-Ya veo.- el vikingo se sentó a un lado del muchacho para ver su reflejo en el agua cristalina.- ¿Por qué no tomas asiento? Estoy seguro de que si te están buscando lo mejor sería quedarse en un lugar y esperar aprovechando que todavía no es tarde.

Torden volteó a ver hacia el cielo para confirmar que el sol no parecía querer ocultarse pronto, si tuviera que deducir diría que apenas era el mediodía y sus padres creerían que estaba jugando en la playa o algo así.

Tomó asiento de forma tímida a un lado del hombre, pues ahora que lo tenía a un lado suyo era un poco cómico la gran diferencia de tamaños entre ambos y tenía ese presentimiento de que el hombre imponía una gran autoridad sobre su persona.

-¿Cómo te llamas?- habló el vikingo ahora haciendo contacto visual con el muchacho.

-¿Y-yo?

-¿Acaso hay alguien más aquí?

Torden tragó saliva de forma nerviosa.- S-Supongo que no... Me llamo Torden.

Y todas las advertencias de sus padres sobre no hablar con extraños se fueron por la borda. Felicidades.

-Torden, ¿eh? Es un muy buen nombre. Digno de un jóven vikingo.

-¿Y usted?

-¿Hm?

-M-Me refiero a que cómo se llama usted...- Torden a cada segundo se estaba poniendo más nervioso y sentía que su corazón estaba a punto de salir de su pecho.

¡¿En dónde estaban sus padres cuando más los necesitaba?!

-Eres igualito a tu madre.- aquellas palabras lograron sacarlo de su transe.- Igual de terco y cabeza dura por lo que puedo notar, aunque parte de su personalidad la tuvo que sacar de mí.

Torden abrió más los ojos.

-¿Eso significa que usted es-?

-Estoico el Vasto, antiguo jefe de la banda Hooligan de Berk. Aunque para tí debo ser más conocido como abuelo, ¿cierto?

Cuentos de BerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora